El cambio clim¨¢tico pone en jaque a las ranas de la Amazonia y el bosque atl¨¢ntico
Un estudio predice que hasta el 33% de sus h¨¢bitats en el mundo se ver¨¢n afectados por una combinaci¨®n del aumento de las temperaturas y la escasez de agua
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Las ranas y los sapos est¨¢n atravesando una verdadera crisis existencial. Hace casi 30 a?os, los cient¨ªficos no encontraron una mejor palabra que ¡°aterrador¡± para describir el colapso que viv¨ªan poblaciones enteras de anfibios por culpa del Batrachochytrium dendrobatidis, un hongo que les infectaba hasta el coraz¨®n y que es considerado el pat¨®geno que m¨¢s da?o ha hecho en la historia de la biodiversidad. Cargando a¨²n esa suerte de pandemia, hoy son frecuentes los estudios que les predicen un destino complicado: los anfibios, incluyendo las ranas y sapos, est¨¢n entre los grupos m¨¢s amenazados por el cambio clim¨¢tico.
Para entender por qu¨¦, solo hace falta recordar algunas lecciones b¨¢sicas que ense?an en el colegio. Los anfibios son seres mixtos, que necesitan tanto de la tierra como del agua, ambos recursos que se ver¨¢n cada vez m¨¢s impactados. ¡°Los anuros, como se les llama a ranas y sapos, son grupos especialmente sensibles al agua¡±, cuenta Carlos Navas, profesor y fisi¨®logo animal de la Universidad de S?o Paulo, Brasil. ¡°Por lo que su supervivencia a largo plazo depende tanto del cambio clim¨¢tico como de la sensibilidad de cada especie¡±.
Junto a un grupo de siete investigadores colombianos, brasile?os y estadounidenses, Navas se propuso un reto no menor: identificar las regiones del mundo en el que los anuros tienen mayor riesgo de sufrir aridez y sequ¨ªa. Su conclusi¨®n, publicada en Nature Climate Change, es que entre el 6,6% y el 33% de los h¨¢bitats de estos animales pasar¨¢n a ser ¨¢ridos para el per¨ªodo que va entre 2080 y 2100, dependiendo de las decisiones que tomemos hoy en d¨ªa. Si la temperatura solo aumenta 2?¡ãC para finales de siglo ¡ªcomo busca el Acuerdo de Par¨ªs¡ª, las ¨¢reas afectadas se quedar¨ªan en 6,6%, pero si supera los 4?¡ãC, llegar¨ªa a 33,6%. Adem¨¢s, entre un 15,4% y un 36,1% estar¨ªan expuestas a un empeoramiento de la sequ¨ªa,
En todos los escenarios, comenta el bi¨®logo, la regi¨®n amaz¨®nica y el bosque Atl¨¢ntico fueron consideradas las principales zonas rojas, ya que all¨ª no solo confluye la combinaci¨®n de una alta riqueza de especies, sino proyecciones de aridez muy fuertes. Adem¨¢s, ¡°las especies estudiadas de la regi¨®n parecen deshidratarse con facilidad¡±, indic¨®.
Otros puntos que se podr¨ªan convertir en rojos para los anuros son Centroam¨¦rica, Chile, el norte de Estados Unidos y el Mediterr¨¢neo europeo. ¡°Correr¨¢n el riesgo de una mayor exposici¨®n a la sequ¨ªa, seg¨²n tres m¨¦tricas: intensidad, frecuencia y duraci¨®n¡±, aclara el estudio.

Para obtener estas cifras, el equipo cre¨® una base de datos con informaci¨®n sobre la historia natural de 6.416 especies catalogadas como amenazadas por la Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (UICN), incluyendo registros que no estaban publicados y algunos recientes recolectados por Rafael Bovo, investigador de la Universidad de California en Riverside y uno de los autores del art¨ªculo.
Seguir atadas al agua
Pese a todo, las ranas y sapos son resistentes. Han evolucionado estrat¨¦gicamente para no separarse por mucho tiempo del agua, para no perderla incluso en medio de una sequ¨ªa. ¡°Hay algunas que producen una especie de cera que se pasan por el cuerpo, como si fuera protector solar, para no perder agua¡±, dice Navas. Son las impermeabilizantes. Otras, en cambio, se entierran hasta a dos metros de profundidad cuando llega el verano, durando meses all¨ª. Son las escarbadoras. Unas m¨¢s, simplemente viven en los suelos, atrapando la humedad del entorno en sus cuerpos. ¡°Hay m¨¢s estrategias¡±, recuerda el investigador, como algunas que son capaces de detectar cuerpos de agua cerca¡ªsin que la ciencia tenga certeza de c¨®mo lo hacen¡ª u otras, que habitan el norte de Am¨¦rica, que se congelan, literalmente, durante el invierno.
¡°Cada rana o sapo tiene ciertas horas del d¨ªa que son buenas para aparearse, vocalizar y hacer las cosas de sapo que necesitan hacer¡±, comenta entre risas. Algo as¨ª como las horas ¨®ptimas del d¨ªa que les permiten existir, igual que un agricultor elige solo ciertas horas del d¨ªa para recoger sus cultivos: que no haga mucho calor, pero que a¨²n se tenga luz solar. El problema, advierte el estudio, es que la cantidad de horas ideales para sapos y ranas tambi¨¦n se ver¨¢n impactadas por el calentamiento y la sequ¨ªa.
Sin calentamiento y solo utilizando el factor de la sequ¨ªa, el grupo encontr¨® que el potencial de actividad de las ranas de suelo y las impermeables decrece en un 5%, mientras que el de las escarbadoras cae 2,8%. Si se suman ambos factores, sequ¨ªa y calentamiento, la situaci¨®n se agudiza, con 22%, 21% y 12%, respectivamente para cada categor¨ªa de anuro.

¡°Los anfibios son bastante buenos para sobrevivir¡±, agrega Navas. Pero, enseguida, se pregunta si la plasticidad que tienen para adaptarse podr¨¢ ir al mismo ritmo que lo hace el cambio clim¨¢tico. La evoluci¨®n, lo sabemos, toma miles de a?os. Es algo que desde su laboratorio quieren seguir explorando.
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