La experiencia cubana de Ram¨®n y Cajal: un a?o en la guerra que financi¨® su primer microscopio
Hace 150 a?os que el cient¨ªfico residi¨® en La Habana, con apenas 22 a?os. Una exposici¨®n en la capital cubana pone en valor su faceta como acad¨¦mico, fot¨®grafo y dibujante


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Santiago Ram¨®n y Cajal lleg¨® a Cuba por obligaci¨®n. Al igual que estudiar Medicina, alistarse al ej¨¦rcito no era su deseo. Pero no pudo negarse a los planes que su padre ten¨ªa para ¨¦l. As¨ª que un 17 de junio de 1874, un jovenc¨ªsimo reci¨¦n graduado aterriz¨® en La Habana con los conocimientos justos y la curiosidad caracter¨ªstica de una de las mentes m¨¢s brillantes de Espa?a para cumplir en el Cuerpo de Sanidad Militar durante la guerra de independencia. En Cuba no s¨®lo afianz¨® la defensa por la sanidad p¨²blica, sino que logr¨® ahorrar para comprar a plazos su primer microscopio. Y aunque el contagio de malaria le mand¨® de vuelta a Zaragoza por considerarse un ¡°inutilizado en campa?a¡±, esa experiencia le permiti¨®, a?os m¨¢s tarde, describir y dibujar la microbiolog¨ªa del paludismo y el sistema nervioso del mosquito que lo transmite.
Hace algo m¨¢s de 150 a?os que el que despu¨¦s ser¨ªa el primer Premio Nobel de Medicina espa?ol pisaba la isla con apenas 22 a?os. Seg¨²n recogen sus diarios, rechaz¨® tener un trato preferencial para ¡°compartir la suerte¡± de sus compa?eros de guerra y ¡°satisfacer la deuda de sangre¡± con su patria. Ram¨®n y Cajal acab¨® siendo destinado a la enfermer¨ªa de Vista Hermosa, en el Departamento Central de Puerto Pr¨ªncipe (actual provincia de Camag¨¹ey), una de las zonas m¨¢s peligrosas de la isla entonces. El joven so?aba con adentrarse en las v¨ªrgenes selvas y cruzarse con los m¨¢s ex¨®ticos animales, pero termin¨® hastiado de la manigua ¡ªla maleza¡ª cubana e irritado con la corrupci¨®n en los salarios (que llegaban a medias o no llegaban) y el reparto de alimentos entre ¨¦l y los oficiales, que consum¨ªan ¡°casi toda la carne, huevos, jerez y cerveza¡± del presupuesto del hospital. Para conseguir recuperar la mitad de sus pagas atrasadas, de hecho, tuvo que sobornar al funcionario de turno. Encontrarse de frente con la corrupci¨®n, cuentan sus conocedores, le doli¨® tanto como las afecciones que contrajo en Cuba.
En Vista Hermosa, particip¨® en un altercado con un grupo de mambises [combatientes por la independencia] que atacaron su puesto militar. Aunque fusil en mano y dirigiendo a los enfermos hospitalizados logr¨® evitar que tomaran el hospital. En sus cuadernos reconoci¨® que su cometido no era batirse, ¡°sino curar dolientes¡±. Estos enfermos que cuidaba eran m¨¢s pacientes de malaria que malheridos de guerra. Por eso, empez¨® a obsesionarse con las aguas sucias encharcadas. Las miraba a trav¨¦s de un microscopio que se hab¨ªa agenciado, en busca de microorganismos. Esto llam¨® la atenci¨®n del comandante del puesto militar, que remiti¨® un informe a las autoridades en Camag¨¹ey que pidi¨® su traslado porque el ¡°f¨ªsico¡± Ram¨®n y Cajal se pasaba las horas del d¨ªa ¡°mirando por un tubo¡±.
Siglo y medio despu¨¦s de esos primeros pasos de su carrera, el grupo de trabajo Cajal ¡ªcreado en 2021 por el Consejo de Ministros de Espa?a¡ª ha homenajeado su estancia en el pa¨ªs caribe?o con una exposici¨®n que atrajo a cient¨ªficos, m¨¦dicos y estudiantes de varias edades. El pasado 5 de febrero, en el Museo Casa Alejandro de Humboldt, ubicado en La Habana Vieja, se expuso Cuba con Cajal, una selecci¨®n de 50 dibujos y fotograf¨ªas explicadas que muestran lo pol¨ªmata que fue el padre de la neurociencia. ¡°Pocos conocen todas sus facetas, pero sus dibujos cient¨ªficos son verdaderas obras de arte que se han comparado con Miguel ?ngel o Da Vinci¡±, narra por tel¨¦fono Juanjo Rubio, coordinador de la exposici¨®n y encuentro cient¨ªfico y miembro del grupo de trabajo Cajal.
Las obras son r¨¦plicas seleccionadas con mimo por Juan de Carlos, director cient¨ªfico del Legado Cajal, del Instituto Cajal - CSIC. Este investigador estuvo durante casi un a?o eligiendo entre el acervo de casi 30.000 objetos qu¨¦ llevar y c¨®mo ponerlo en contexto. La tarea estaba en manos de quien custodi¨® su legado durante casi dos d¨¦cadas. ¡°Su obra lleva a?os en el Instituto Cajal sin exponer pr¨¢cticamente... Yo he llevado parte de su colecci¨®n a trav¨¦s del mundo. A Alemania, Jap¨®n, EE UU¡ Es valios¨ªsimo. Sucede a menudo que la gente se sorprende de todas las caras de Cajal¡±, cuenta.

Con siete u ocho a?os, Ram¨®n y Cajal ya hab¨ªa creado un artefacto similar a un ca?¨®n con el que revent¨® la puerta de los vecinos. Por esa jugarreta, pas¨® tres d¨ªas en la c¨¢rcel del pueblo con el benepl¨¢cito de su estricto padre. Sin embargo, ni siquiera dentro pudieron apaciguar su innata curiosidad. El ni?o, abstra¨ªdo por las luces y las sombras que se colaban en su celda, descubri¨® entonces el fen¨®meno de la c¨¢mara oscura. Esta fue la base del estudio de la fotograf¨ªa y ayud¨® a capturar la perspectiva y la anatom¨ªa de forma m¨¢s precisa, una tecnolog¨ªa visionaria en este campo. El cient¨ªfico tambi¨¦n fue zapatero, un excelente jugador de ajedrez, uno de los primeros en autorretratarse, padre de siete hijos, y un joven atl¨¦tico que, se cree, sobrevivi¨® a la malaria precisamente por su musculatura. ¡°Su vida es de pel¨ªcula. Y le sac¨® punta a todo, incluso a las trastadas¡±, cuenta De Carlos.
La exposici¨®n, explica la doctora Grisel Terr¨®n Quintero, directora de Bienes Patrimoniales de la Oficina del Historiador de La Habana, fue todo un ¨¦xito precisamente porque atrajo a personas de diferentes oficios y recorridos. ¡°Muchos llegaron atra¨ªdos por su contribuci¨®n a la ciencia; vinieron muchos m¨¦dicos y neurocient¨ªficos, y otros llegaron interesados por sus dibujos¡±, cuenta. ¡°Normalmente, asiste a nuestros eventos un p¨²blico fidelizado, pero esto rompi¨® con todo lo que pod¨ªamos concebir y a los ni?os les fascin¨®¡±. La doctora asegura que seguir¨¢n exponiendo el material en m¨¢s eventos itinerantes para que llegue a ¡°todo el pa¨ªs¡±.
En Cuba, Ram¨®n y Cajal sigue siendo hoy un gran referente. En 1908, la Academia de Ciencias M¨¦dicas, F¨ªsicas y Naturales de La Habana, le design¨® Acad¨¦mico de M¨¦rito por unanimidad. En 2011, se inaugur¨® la C¨¢tedra Cajal en la Universidad de Ciencias M¨¦dicas de La Habana. En La Habana Vieja, perdura el Centro de Rehabilitaci¨®n Geri¨¢trica Santiago Ram¨®n Cajal. Y su imagen, inmortalizada por uno de los grandes escultores del pa¨ªs, Jos¨¦ Villa Sober¨®n, recoge en el Centro de Neurociencias de Cuba sus conocidas palabras: ¡°Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro¡±.

¡°Espa?a le debe mucho a Cajal¡±
Cajal obtuvo el Premio Mosc¨² en 1900, el Nobel en Fisiolog¨ªa y Medicina en 1906 y un a?o despu¨¦s fue nombrado presidente de la Junta para Ampliaci¨®n de Estudios e Investigaciones Biol¨®gicas, donde dirigi¨® el mayor proyecto cient¨ªfico de regeneraci¨®n y modernizaci¨®n llevado a cabo en Espa?a a principios del siglo XX. Esta instituci¨®n que lideraba se convirti¨® en el germen de lo que hoy es el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC). Sin embargo, De Carlos considera que no se le ha puesto en el lugar que corresponde: ¡°Trabaj¨® con sus propios medios ¨ªmprobos durante mucho tiempo. ?l dio a conocer mucho Espa?a por su aporte a la ciencia y Espa?a no se lo est¨¢ devolviendo como debe. Le debe mucho¡±.
Quedan apenas 10 meses para que De Carlos se jubile y teme hacerlo sin ver abierto el museo de Ram¨®n y Cajal, un centro que lleva a?os entre las promesas pol¨ªticas y que, recientemente, fue aprobado. ¡°Estamos expectantes. Llevamos 91 a?os guardando su legado y no se ha hecho mucho, ojal¨¢ que el Gobierno cumpla¡±, espera.
Antes de morir, en 1934, Cajal dej¨® un acervo important¨ªsimo de su obra, artefactos cient¨ªficos y de su vida personal, como diarios y carteras. Nueve a?os despu¨¦s, sus disc¨ªpulos decidieron utilizarlo para crear un modesto museo en el interior del Instituto Cajal. Estos objetos han ido movi¨¦ndose de sede en sede -est¨¢ por inaugurarse la cuarta- a veces expuestos y otras en una sala con la humedad, temperatura y luz ¨®ptimas para su conservaci¨®n. Sin embargo, con el paso de las d¨¦cadas, gran parte de la colecci¨®n se ha ido deteriorando. ¡°De los 35.000 dibujos que hizo a lo largo de su vida, solo tenemos 1.800. Es una pena¡±, dice De Carlos. A¨²n quedan 28.000 piezas que pertenecieron al Nobel como manuscritos, m¨¢s de 2.700 fotograf¨ªas, cartas -alguna de ellas de alg¨²n amigo del servicio militar en Cuba-, documentaci¨®n, material de laboratorio, un sello de lacre, y hasta sus gafas y el bast¨®n que us¨® los ¨²ltimos a?os de su vida.

Este legado, declarado Bien de Inter¨¦s Cultural el pasado 2 de abril, se conserva actualmente en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid, esperando a ser expuesto, al fin, en uno que lleve su nombre.
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