El drama de Ecuador pone en alerta al Gobierno de Brasil
La Administraci¨®n de Lula teme que el caso ecuatoriano pueda acabar levantando las cr¨ªticas que hab¨ªan recibido sus gobiernos anteriores de no ser los suficientemente severos con los criminales
En los 20 a?os que llevo informando sobre Brasil, pocas veces el drama de un pa¨ªs y peque?o de Am¨¦rica Latina, como Ecuador, ha recibido tanta atenci¨®n en la prensa nacional. El tema est¨¢ siendo colocado en relieve a nivel informativo y de an¨¢lisis pol¨ªtico.
La violencia desencadenada en Ecuador interesa y asusta al mismo tiempo al Gobierno de Lula, que estaba siendo acusado por la oposici¨®n bolsonarista de no enfrentar con ah¨ªnco el tema de la seguridad nacional que aflige al pa¨ªs hasta el punto que en los sondeos dicho tema aparece como m¨¢s grave que la econom¨ªa.
Y es que ya en varios Estados del pa¨ªs, desde R¨ªo a Bah¨ªa, las facciones criminales involucradas en el comercio de drogas y armas se hacen m¨¢s visibles y peligrosas creando una alarma entre los ciudadanos para quienes el solo salir a la calle puede suponer ya un peligro de vida.
En Brasil, el tema de la violencia urbana donde se juntan las milicias policiales a los traficantes de drogas y a pol¨ªticos corruptos en busca de votos, se est¨¢ haciendo m¨¢s grave cada a?o y tuvo un nuevo empuj¨®n en los cuatro a?os del Gobierno ultraderechista de Bolsonaro, el cual favoreci¨® que la poblaci¨®n se armara.
El Gobierno de Lula teme que el caso de Ecuador pueda acabar levantando las cr¨ªticas que hab¨ªan recibido sus gobiernos anteriores de no ser los suficientemente severos con los criminales y de no haber abordado con coraje el tema dram¨¢tico de las c¨¢rceles brasile?as, consideradas unas de las m¨¢s violentas del mundo.
La consigna ante el caso de Ecuador del Gobierno de Lula ha sido la de cautela en tratar el asunto ¡°por miedo a una contaminaci¨®n pol¨ªtica¡± que podr¨ªa ser instrumentalizado por la oposici¨®n. De ah¨ª que estos d¨ªas Lula haya tenido repetidas reuniones con sus asesores de pol¨ªtica exterior justamente en el momento en que acaba de nombrar como ministro de Justicia al exmagistrado del Supremo, Ricardo Lewandowski, que se hab¨ªa caracterizado siempre por su preocupaci¨®n con la pol¨ªtica carcelera. Una pol¨ªtica que siempre ha sido criticada por Human Rights Watch por las supuestas inconsistencias en materia de derechos humanos de los presos brasile?os. Para el organismo, la violencia policial fuera y dentro de las c¨¢rceles en Brasil sigue siendo un problema cr¨®nico que afecta principalmente a los negros y a los j¨®venes de las grandes favelas.
Hoy en las c¨¢rceles de Brasil, dominadas muchas de ellas por las organizaciones criminales, existen 832.295 presos de los cuales, uno de cada cuatro a¨²n no ha sido juzgado y faltar¨ªa lugar en las c¨¢rceles para 236.000 presos. Y quiz¨¢ lo m¨¢s grave es que el 43% de esos detenidos son j¨®venes.
Cuando Lula gan¨® las elecciones una de sus primeras promesas fue la de cambiar la pol¨ªtica expansiva de la extrema derecha de armar a la poblaci¨®n ¡°convirtiendo los centros de tiro del pa¨ªs en bibliotecas¡±. Y de hecho ha disminuido el comercio de armas en manos de los ciudadanos, pero la violencia policial y la fuerza de las organizaciones criminales siguen vivas y atemorizando cada vez m¨¢s a la poblaci¨®n de las grandes urbes, donde las personas temen salir a la calle por miedo de ser asaltadas o asesinadas.
Hasta el robo de un simple celular puede acabar en un asesinato y hay ciudades donde existe un estado de violencia tal que contamina a la propia convivencia y exacerba el miedo a salir de casa. Si no fueran tr¨¢gicas, resultar¨ªan graciosas algunas iniciativas para no ser atracados en la calle, en plena luz del d¨ªa y en los lugares m¨¢s impensables. Como buena parte de las v¨ªctimas de atracos en la calle son mujeres para quitarles el m¨®vil suelen llevarlo escondido en el pecho. Pero como eso ya no les basta para estar seguros hay quien ha inventado una bolsita con cremallera para esconderlo en sus partes m¨¢s ¨ªntimas. Y dicen que es barato.
Lo cierto es que, aunque pueda extra?ar, en este momento al Gobierno le preocupa m¨¢s que la econom¨ªa, que empieza a mejorar, es el de la violencia policial que contagia al resto de las organizaciones criminales que acaban abraz¨¢ndose, las cuales a su vez contagian a los pol¨ªticos m¨¢s de derechas a quienes les aseguran millones de votos en las elecciones municipales.
Existen hoy ciudades en Brasil tan dominadas por las organizaciones criminales que para un candidato en las elecciones resulta dif¨ªcil, sino imposible, elegirse sin la ayuda oculta y a veces hasta abierta de las milicias policiales. Todo ello ha empezado a agudizar m¨¢s el tema de la violencia urbana, que a veces acaba en verdaderas guerrillas con truculencias policiales, algo que aprovecha la extrema derecha contra el Gobierno progresista, acus¨¢ndolo de inerme y hasta c¨®mplice de dicha violencia al condenar el cogollo de la pol¨ªtica bolsonarista centrada en el sue?o de contar con una sociedad armada al servicio del Gobierno.
En su columna del diario O Globo, Malu Gaspar acaba de alertar contra el peligro de contagio en Brasil del dram¨¢tico estado en el que vive Ecuador. Seg¨²n la analista pol¨ªtica, hoy en Brasil ¡°milicias y narcotraficantes est¨¢n tan juntas y mezcladas que son apellidadas de narcomilicias que dominan ya parte del territorio nacional¡±. Y concluye que ¡°la alerta de Ecuador para Brasil est¨¢ ah¨ª¡±.
Y menos este a?o en el que Brasil va de nuevo a las urnas para elegir a los gobiernos locales en los que, de manera muy especial, esas narcomilicias son expertas en contaminar y comprar a los candidatos y en las que la extrema derecha est¨¢ especialmente arraigada. Adem¨¢s de que consigue infiltrar en la pol¨ªtica a candidatos llegados del mundo militar y policial, cada vez m¨¢s presente en el Congreso Nacional. Hoy los tres mayores influyentes grupos parlamentarios son el llamado de la Biblia, de los evang¨¦licos, el de los granjeros y el de los militares. Justamente donde la oposici¨®n bolsonarista aparece m¨¢s peligrosa.
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