El lenguaje inclusivo, de nuevo a debate
Los cambios en la lengua no se legislan ni se alcanzan por el peso pol¨ªtico o acad¨¦mico de un grupo, sino que los determinan las mayor¨ªas
El espa?ol es una lengua sexista, dicen algunos. Una lengua ni es sexista ni lo deja de ser, dicen otros. Ya van siendo a?os, d¨¦cadas, con esta pol¨¦mica, y esta, como tantas otras, se ha convertido en un asunto polarizador de actitudes tal en el que cada vez se est¨¢ m¨¢s lejos de acercar posturas: los detractores del lenguaje inclusivo son tildados de conservadores, y los defensores, de progresistas sin sentido (no por gusto la palabra ¡°polarizaci¨®n¡± fue seleccionada como palabra del a?o en 2023 por la Fundaci¨®n del Espa?ol Urgente, Fund¨¦uRAE).
Aunque el asunto no deja de generar reacciones a favor y en contra, cuando los ¨¢nimos parec¨ªan estar relativamente calmados, ha llegado Javier Milei a remover el avispero. Acaba de ser noticia que el presidente argentino ha prohibido el uso del lenguaje inclusivo en la oficialidad: ¡°No se va a poder utilizar la letra -e, la arroba, la -x, y se va a evitar la innecesaria inclusi¨®n del femenino en todos los documentos¡±. A todo esto, se a?ade que ser¨¢ penalizado quien incumpla con las medidas. La noticia ha generado una ola de reacciones y se suma a lo que ya ven¨ªa motivando el cierre del Ministerio de las Mujeres, G¨¦neros y Diversidad y el del Instituto Nacional contra la Discriminaci¨®n, la Xenofobia y el Racismo (INADI), entre otros cambios que buena parte de la sociedad reconoce como un retroceso de los derechos de igualdad de g¨¦nero alcanzados en los ¨²ltimos a?os. En su comunicado de prohibici¨®n, Milei ha a?adido que no se va a participar de este debate porque ¡°las perspectivas de g¨¦nero se han utilizado tambi¨¦n como negocio de la pol¨ªtica¡±. Y s¨ª, si en algo tiene raz¨®n Milei es en que este tema es pol¨ªtica, ?acaso no lo est¨¢ siendo tambi¨¦n para ¨¦l?
Argentina es una naci¨®n que sabe muy bien lo que es pelear cuestiones de lengua. Desde el siglo XIX, Domingo Faustino Sarmiento se bat¨ªa a favor de simplificar la ortograf¨ªa espa?ola: ¡°?Para qu¨¦ usar ce, zeta y ese cuando representan el mismo sonido?¡± Adem¨¢s, abogaba por eliminar la h, simplificar la g/j, eliminar la equis: orijen, onra, jentes, mista, ecepci¨®n. En su momento tambi¨¦n se libr¨® una batalla por el reconocimiento del uso del vos y su ense?anza y registro en los manuales escolares. Durante buena parte del siglo XX, el voseo estuvo limitado a la oralidad y carg¨® con un fuerte estigma, no fue hasta 1982, hace poco m¨¢s de cuarenta a?os, que la Academia Argentina de Letras reconoci¨® el vos como un rasgo de la norma culta o est¨¢ndar.
Ahora lo que est¨¢ en juego es el lenguaje inclusivo, que se parece m¨¢s a las propuestas de Sarmiento que al reconocimiento del vos. Porque el voseo era un rasgo extendido entre los hablantes, mientras que las propuestas ortogr¨¢ficas de Sarmiento, as¨ª como lo que se conoce como lenguaje inclusivo, son modificaciones que suponen una intervenci¨®n en la lengua y, por tanto, resultan forzadas y de dif¨ªcil aceptaci¨®n por parte de toda una comunidad de hablantes. Creo que es momento de olvidar de qu¨¦ lado de la disputa se est¨¢ y pensar: ?por qu¨¦ queda la lengua, una vez m¨¢s, en el centro de la pol¨¦mica?; ?por qu¨¦ los defensores del lenguaje inclusivo han luchado tanto por modificar el lenguaje para lograr un cambio social?; ?por qu¨¦ un Gobierno como este usa el lenguaje como arma?; ?por qu¨¦ se apuesta tanto por la lengua? Pues porque la lengua es pol¨ªtica, se ha afirmado siempre. Pero no se trata de una visi¨®n del lenguaje como instrumento comunicativo a trav¨¦s del cual expresar ideolog¨ªas, sino el lenguaje per se como ideolog¨ªa. La lengua como s¨ªmbolo de poder, la lengua compa?era del imperio, dec¨ªa Nebrija, o parafraseando el t¨ªtulo de un libro de una amiga muy querida, la lengua como sujeto del deseo.
Un lenguaje inclusivo no es solo el cambio de un morfema, es tambi¨¦n que la sociedad asuma y use y legitime formas femeninas de profesiones que antes solo exist¨ªan en sus formas masculinas, que se eviten estereotipos. En la actualidad se usan de manera generalizada formas femeninas para profesiones que eran impensables a?os atr¨¢s: abogada, presidenta, fiscala, concejala, m¨¦dica. ?Que esto no es suficiente? ?Que son muchos los que se sienten y, con total seguridad, son invisibilizados? De eso no hay duda, pero introducir nuevos morfemas en la lengua supone modificar cuestiones estructurales que resultan m¨¢s dif¨ªciles de admitir y generalizar que los cambios que suponen los ejemplos anteriormente mencionados, los cuales s¨ª se han extendido a todo el mundo hisp¨¢nico, esto por solo citar algunos ejemplos. Aquellas soluciones que sean asumidas por la mayor¨ªa de los hablantes, y no solo por una parte de ellos, quedar¨¢n en la lengua; otras, quedar¨¢n en el olvido. ?Cu¨¢ntos recuerdan hoy las reformas que propon¨ªa Sarmiento? ?Cu¨¢ntos, por el contrario, contin¨²an usando el vos? Legitimar oficialmente un uso de lengua hace apenas la diferencia cuando se trata de un uso extendido. Por el contrario, se hace sospechoso un cambio o fen¨®meno que lucha por ser reconocido desde la oficialidad para validar su existencia.
Ni la implementaci¨®n de un lenguaje inclusivo se logra a trav¨¦s de las redacciones de gu¨ªas que promueven evitar un lenguaje sexista, ni la prohibici¨®n de estos usos se consigue por decreto. Los cambios en la lengua no se legislan, si no que se lo digan a la RAE. Durante siglos fue una instituci¨®n que norm¨® o intent¨® normar el uso de la lengua, en la actualidad ha pasado a recomendar usos ling¨¹¨ªsticos, buena parte de los cuales se llegan a perder y se terminan imponiendo otros que se prohib¨ªan o se recomendaban evitar. Porque es as¨ª, no hay m¨¢s. Los cambios ling¨¹¨ªsticos los determinan las mayor¨ªas, no el prestigio pol¨ªtico o acad¨¦mico de un grupo, una figura o una instituci¨®n. A ver si no le termina saliendo a Milei el tiro por la culata y sus prohibiciones impulsan leg¨ªtima y org¨¢nicamente el cambio que intenta frenar. El tiempo dir¨¢, la lengua dir¨¢.
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