En defensa de la fiesta
El escritor mexicano Emiliano Monge habla de ¡®Metempsicosis¡¯, el libro m¨¢s reciente de Rodrigo Rey Rosa
Por razones que no termino de entender, aunque Metempsicosis, el libro m¨¢s reciente de Rodrigo Rey Rosa, se puede conseguir en ejemplar f¨ªsico en muchos de los pa¨ªses en donde su editorial tiene oficinas, aqu¨ª donde yo vivo apenas se puede acceder al ejemplar electr¨®nico (no en todas las librer¨ªas).
S¨ª, las l¨ªneas anteriores son una suerte de reclamo, en nombre de los lectores literarios que vamos quedando: entiendo que las editoriales (contra sus editores, vencidos por los departamentos de marketing, cuyo objetivo inconsciente pareciera ser la extinci¨®n del lector que no se presta a las lecturas intrascendentes, pero de r¨¦dito inmediato) trabajen seg¨²n compromisos inconfesables, pero no entiendo que la aparici¨®n de un nuevo libro del autor guatemalteco no se celebre, en todas partes, como una fiesta.
Entre otras razones, la sorpresa
Hace un par de semanas, en una mesa del festival Centroam¨¦rica Cuenta, hablando de inteligencia artificial, algoritmos y promts, qued¨® claro que uno de los problemas de la realidad actual es la aniquilaci¨®n de la sorpresa: el embudo del gusto se convierte en un vector inalterable y el deseo, desgraciadamente, deja su lugar a lo ya deseado. ?Te gustan los perros amarillos? ?Lo sabr¨¢s todo de perros amarillos, pero nunca ver¨¢s un perro azul¡ ni qu¨¦ decir de un gato, sea del color que sea¡ y olv¨ªdate de los p¨¢jaros! El mundo que est¨¢ brotando, sin embargo, trae el impulso que nosotros, sus creadores ¨²ltimos, le hemos dado, en todos los espacios, ¨®rdenes y niveles.
En lo que aqu¨ª nos ata?e, que son los libros, es decir, la escritura, la edici¨®n y la lectura, la cosa no ha sido tan distinta; no somos, quiero decir, una excepci¨®n, aunque nos encantar¨ªa pensar eso: durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, poco a poco, en la mayor¨ªa de las editoriales, da igual si se trata de grandes grupos o de independientes, parecer¨ªan haber decidido que sus autores ser¨ªan mejores en tanto m¨¢s predecibles o, cuando menos, en tanto no fueran sorpresivos (esta predictibilidad, claro, no ata?e ¨²nicamente a lo que se cuenta, es decir, a las historias, sino tambi¨¦n a la forma en que se cuenta, es decir, al lenguaje): ¡°Menganito vuelve al territorio del que nunca se fue¡±, ¡°Perenganito contin¨²a con la forma de contar que nos enamor¨®¡±. En este sentido: ?qui¨¦n quiere celebrar una fiesta por la aparici¨®n de la ¨²ltima novela de un autor que se niega a dicha predictibilidad?
Rodrigo Rey Rosa es siempre una rebeli¨®n, una revuelta contra las historias que ha contado antes y tambi¨¦n contra las formas que ha utilizado: sabe, entiende, pues (adem¨¢s de que se aferra al ¨²nico derecho inalienable que deber¨ªa detentar todo gran escritor, es decir, el ser un escritor distinto en cada libro), que no hay nada m¨¢s importante que la sorpresa. Y que esta, la sorpresa, no s¨®lo debe asaltar al lector y desesperar al editor, sino que debe ser el combustible ¨²ltimo de la escritura. ?Qu¨¦ escritor puede sentirse o llamarse escritor, si escribe con las maneras de lo ya hecho, quiero decir, si no descubre las historias una y otra vez, si no reconquista el lenguaje una y otra vez?
¡®Metempsicosis¡¯
Metempsicosis, la novela m¨¢s reciente de Rey Rosa ¡ªdonde la forma es un caleidoscopio en llamas; donde un personaje, que luego ser¨¢ dos, es narrado en primera persona, pero tambi¨¦n en tercera; donde el rompecabezas se arma con trozos de metaficci¨®n, novela negra o ensayo cl¨ªnico, o donde el entramado de lo real se deshila por los bordes, para anudarse con los hilos, tambi¨¦n desmadejados, de la locura¡ª, es, al menos para m¨ª, una fiesta que deber¨ªa ser global, por lo dicho, es decir, porque sorprende como un todo y tambi¨¦n en cada p¨¢gina, pero, sobre todo, porque es hermosa.
En Metempsicosis es hermosa la historia ¡ªun hombre que no recuerda se enfrenta al manuscrito que escribi¨® antes de perderse en los pasillos de la mente, manuscrito que parece, adem¨¢s, contarlo a ¨¦l, no s¨®lo en tanto ser sino tambi¨¦n en tanto personaje, y no s¨®lo como hombre de raz¨®n, tambi¨¦n de esp¨ªritu¡ª y es hermoso el lenguaje ¡ªen cada escrito de Rey Rosa, las palabras nacen a un nuevo sentido, como si por estar ah¨ª, en lo que ¨¦l cuenta, significaran algo m¨¢s y sonaran con una m¨²sica nueva¡ª.
¡°Se trata del mejor escritor de mi generaci¨®n¡±, escribi¨®, como casi todos sabemos ¡ªsalvo, quiz¨¢, la gente de marketing de las editoriales¡ª, Roberto Bola?o, sobre Rey Rosa. Lo que sabe menos gente es que, el escritor chileno, tambi¨¦n escribi¨®, a prop¨®sito del guatemalteco: ¡°leerlo es siempre como aprender a escribir¡±. Y, claro, uno solo aprende de lo que no conoce, de lo que nunca antes se ha le¨ªdo.
As¨ª que perdonar¨¢n la insistencia, pero repito: Metempsicosis ¡ªnovela en la que el tiempo se pliega de modo que uno cree estar en un agujero de gusano que une a Pit¨¢goras con el Papa Bergoglio, a los wazaries con pordioseros inmortales y ¨¢tomos de cargas opuestas y a las v¨ªctimas del deseo con los habitantes de un campo de refugiados¡ª es una fiesta.
¡°Si no fue una mera casualidad lo que lo condujo aquel oto?o a aquella ciudad, ?qu¨¦ fue? Si uno no era capaz de inventar su propio Dios (escribir, por ejemplo: Dios es la cosa m¨¢s peque?a que pueda existir en cualquier Mundo) ¡ªrazonaba¡ª tampoco era digno de tenerlo. En rigor, lo que no se merece no se puede poseer. Si hay lugar para un Dios, ?no hay lugar para todos los dioses? Si el espacio es infinito y puede seguir expandi¨¦ndose, ?todos los dioses que inventamos son posibles?¡±.
Coordenadas
Metempsicosis, como el resto de la obra de Rodrigo Rey Rosa, se encuentra en edici¨®n de Alfaguara.
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