Brasil despenaliza el consumo de marihuana en una decisi¨®n que abre la puerta a miles de excarcelaciones
La decisi¨®n del Tribunal Supremo brasile?o convierte el pa¨ªs en el m¨¢s poblado que da ese paso y elimina el castigo penal por debajo de los 40 gramos
El asunto es tan sensible en Brasil y las presiones tantas que el Tribunal Supremo ha deliberado durante nueve a?os antes de decidir, este mi¨¦rcoles en Brasilia, despenalizar el consumo de marihuana. Es el pa¨ªs m¨¢s poblado (203 millones) entre los que han dado ese paso. Los magistrados tomaron una segunda decisi¨®n trascendental. Fijaron en 40 gramos de hierba (suficiente para 80 porros) o seis plantas hembra el umbral para diferenciar a un consumidor de un traficante. La ley de drogas vigente dejaba esa crucial distinci¨®n en manos de jueces, fiscales y polic¨ªas, que con un notable sesgo racista tienden a considerar que, con la misma cantidad de droga, un blanco es usuario y un negro, traficante. El nuevo criterio abre la puerta a la revisi¨®n de miles de condenas, seg¨²n los jueces.
Brasil se suma as¨ª a una veintena larga de pa¨ªses como Holanda, la pionera en los setenta, Colombia, M¨¦xico, Italia o Alemania que permiten el consumo. La decisi¨®n de la m¨¢xima corte brasile?a significa que, si una persona es detenida con menos de 40 gramos de cannabis, no ser¨¢ fichada, ni tendr¨¢ antecedentes salvo que existan otros indicios, como una balanza o un listado de domicilios, que indiquen que la mercanc¨ªa es para la venta. Fumarse un cigarrillo de mar¨ªa sigue prohibido, pero ahora el castigo ser¨¢ una sanci¨®n administrativa o una bronca del juez. En cualquier caso, la hierba ser¨¢ confiscada.
Un abogado que litiga ante el Supremo aprovech¨® la hist¨®rica decisi¨®n para difundir en X una de esas sentencias que muestra la dureza de la ley actual. En noviembre de 2019, una persona fue condenada a seis a?os y nueve meses de c¨¢rcel en r¨¦gimen cerrado tras serle incautado un gramo de marihuana. Se desconoce su g¨¦nero, edad o color de piel, pero la estad¨ªstica apunta que, probablemente, sea un hombre negro, joven que vive en una favela. Aunque los varones negros y mestizos suman el 27% de la poblaci¨®n brasile?a, suponen m¨¢s del 60% de los acusados por la ley de drogas.
M¨¢s de 6.000 casos judiciales estaban en suspenso a la espera de este fallo del m¨¢ximo tribunal. Un estudio de IPEA (el Instituto de Pesquisa Econ?mica Aplicada) presentado durante las deliberaciones estim¨® que, con la despenalizaci¨®n por debajo de los 100 gramos, unos 60.000 reclusos quedar¨ªan en libertad. Fijado el criterio, los afectados pueden pedir la revisi¨®n de sus penas.
El presidente del Supremo, Lu¨ªs Roberto Barroso, explic¨® tras la decisi¨®n los motivos que llevaron a los magistrados a adentrarse en este terreno minado y pronunciarse finalmente. ¡°Es una manera de lidiar con un problema que es el hiperencarcelamiento de j¨®venes novatos con buenos antecedentes por portar peque?as cantidades de droga¡±. A?adi¨® el togado que, a falta de una definici¨®n clara para separar al consumidor del traficante, ¡°existen una gran discriminaci¨®n hacia las personas pobres, generalmente negras, que viven en las periferias¡± de las ciudades. No solo eso. Otro problema, subrayado por el juez, es que ¡°ese encarcelamiento exacerbado suministra mano de obra al crimen organizado en las c¨¢rceles brasile?as¡±.
Por partes. El Congreso de Brasil aprob¨® en 2006, durante el primer Gobierno del actual presidente, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, una ley de drogas te¨®ricamente elaborada para que los consumidores pudieran cumplir su castigo con trabajos comunitarios, sin pisar una prisi¨®n. Pero, como sus se?or¨ªas no distinguieron con claridad a quien fuma de quien se dedica a la comprabventa, tuvo un efecto terriblemente perverso.
?Consecuencias? Uno, dispar¨® el encarcelamiento de chavales negros detenidos con peque?as cantidades de droga. Desde el a?o 2000 la poblaci¨®n carcelaria brasile?a se ha multiplicado por 3,5 hasta las 850.00 personas, lo que le coloca solo por detr¨¢s de Estados Unidos (1,7 millones) y China (1,6 millones), seg¨²n World Prison Brief. Pero las m¨¢s de mil prisiones repartidas por el pa¨ªs no dan abasto. La red est¨¢ saturada; los presos, hacinados. El d¨¦ficit de plazas carcelarias supera las 200.000.
Gracias a eso y a la debilidad del Estado, otra consecuencia: grupos criminales dominan y gestionan muchas c¨¢rceles donde, cuando llega un preso, sea cual sea el delito que lo llev¨® all¨ª, debe decidir a qu¨¦ banda quiere unirse durante su estancia, si va a un ala dominada por la hermandad de criminales Primer Comando de la Capital, por el Comando Vermelho ¡ªambas con implantaci¨®n nacional¡ª o por alguna de las decenas de facciones locales. Una situaci¨®n que jueces y pol¨ªticos brasile?os consideran indeseable, pero con la que conviven con llamativa naturalidad. Es por eso que el magistrado Barroso se refiere a cortar el flujo de mano de obra criminal. En algunos penales la situaci¨®n es tan calamitosa que los reclusos dependen de sus familias para comer o tener un cepillo de dientes y jab¨®n.
En la decisi¨®n de los togados pesa tambi¨¦n un racismo instalado hasta el tu¨¦tano de la sociedad. Un estudio acad¨¦mico publicado este mes avala con datos la extendida percepci¨®n de que, en asuntos de drogas, las autoridades tratan con m¨¢s severidad a los afrobrasile?os que a sus compatriotas blancos. El doble rasero es especialmente grave cuando la polic¨ªa los detiene con una peque?a cantidad de marihuana, concluye el N¨²cleo de Estudios Raciales de la Universidad Insper tras analizar 2,5 millones de denuncias presentadas durante dos d¨¦cadas por la Polic¨ªa Militar de S?o Paulo. Al menos 31.000 negros fueron acusados de ser traficantes en circunstancias en las que blancos fueron considerados simplemente consumidores.
La reacci¨®n del presidente ha sido ambivalente. Tras alabar la diferencia legal usuario-traficante, apunt¨® que ¡°el Supremo no tiene que meterse en todo¡±. Dos tercios de los brasile?os est¨¢n en contra de la legalizaci¨®n, seg¨²n Datafolha. Para el expresidente Jair Bolsonaro, ¡°es un flechazo en el pecho de las familias brasile?as¡± que lidian con las consecuencias de las drogas y ¡°desmoralizante para la polic¨ªa¡±.
El asunto es tan controvertido que uno de los magistrados del Supremo hizo un voto particular tan cr¨ªptico que al d¨ªa siguiente tuvo que aclarar que estaba a favor de la despenalizaci¨®n. Y el presidente de la corte dio una breve explicaci¨®n con el ABC de las conclusiones para evitar malentendidos.
La mera idea de que las drogas puedan ser legalizadas aterra a millones de madres de familia brasile?as que ven cada d¨ªa los estragos que el narcotr¨¢fico, la coca¨ªna, el crack o la marihuana causan a sus hijos y en las calles de sus barriadas o en Cracolandia, donde consumidores zombis ocupan varias manzanas del centro de S?o Paulo. Las Iglesias evang¨¦licas, como el bolsonarismo y la mayor¨ªa de los parlamentarios, se oponen frontalmente a cualquier amago de legalizaci¨®n. El Congreso tiene sobre la mesa una propuesta para castigar penalmente la posesi¨®n de cualquier estupefacientea partir del primer gramo. En cambio, los editoriales de los grandes diarios han dado la bienvenida a la despenalizaci¨®n del consumo de marihuana.
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