El lenguaje duro y obsceno de la extrema derecha contamina la pol¨ªtica
La nueva pol¨ªtica echa mano cada vez m¨¢s de lo m¨¢s duro y hasta soez del lenguaje en el discurso pol¨ªtico, donde priva la vulgaridad, el insulto y la mentira
El lenguaje ha sido siempre el espejo de la humanidad. Seg¨²n los textos b¨ªblicos, el mundo se cre¨® con las palabras: ¡°H¨¢gase la luz y la luz fue hecha¡±. Sin embargo, las palabras a la vez que crean una realidad pueden ensuciarla y desprestigiarla.
Es lo que el mundo est¨¢ haciendo con el resurgir y el acrecentarse de los dogmas de la extrema derecha.
No acaso un denominador com¨²n que abraza a todas las derechas extremistas es el lenguaje del mal gusto, del insulto, el de la amenaza, cada vez m¨¢s alejada del di¨¢logo constructivo y creativo. Gustan m¨¢s los truenos y rel¨¢mpagos que los arco¨ªris. Existe as¨ª una especie de fascinaci¨®n hoy en la pol¨ªtica hasta por lo soez y por el lenguaje, cuanto m¨¢s vulgar, mejor. El di¨¢logo constructivo y el respeto por las ideas diferentes est¨¢n dando el paso al insulto duro y puro, cuanto de peor gusto, mejor.
Y a falta de nuevos vocablos en uso de la nueva pol¨ªtica que ensombrece el lenguaje, se echa mano de los viejos credos absolutistas del fascismo y del nazismo. As¨ª, en este momento, en la dura batalla de las elecciones de los Estados Unidos, en boca de los dos contendientes, Kamala Harris y Donald Trump, han vuelto a resonar los viejos insultos de ¡°fascista¡± y de ¡°nazi¡±. El enfurru?ado Trump no ha tenido escr¨²pulos en confesar que le gustar¨ªa tener generales a lo Hitler y la sonriente Harris llama a su adversario fascista.
La nueva pol¨ªtica echa mano cada vez m¨¢s de lo m¨¢s duro y hasta soez del lenguaje en el discurso pol¨ªtico. Las redes est¨¢n inundadas no solo del insulto abierto, sino de la mentira y del enga?o como algo normal. Mientras la Inteligencia Artificial nos brinda cada vez mayores posibilidades de comunicaci¨®n impensadas hasta ayer, como el poder hablar y escribir en cualquier idioma del planeta, la pol¨ªtica se ha apoderado de la fuerza de la nueva tecnolog¨ªa para degradar la pol¨ªtica, sepultar la democracia y dar rienda suelta al lenguaje al estercolero.
Si un d¨ªa se dec¨ªa ¡°dime c¨®mo hablas y te dir¨¦ qui¨¦n eres¡±, hoy, para analizar las aguas turbias en las que se mueven la democracia empobrecida, basta poner el o¨ªdo al nuevo lenguaje de los pol¨ªticos incluso de los que ayer nos merec¨ªan respeto y hasta admiraci¨®n. ?D¨®nde est¨¢n los grandes estadistas, los creadores de un lenguaje pol¨ªtico universal de concordia, de unidad, de justicia social y de respeto hasta de los adversarios?
Hoy en el lenguaje pol¨ªtico priva la vulgaridad, el insulto y la mentira. Y poco a poco empieza a ser hasta instrumento en busca de consensos. Cuanto m¨¢s duro el lenguaje, m¨¢s tristemente ofensivo, sin preocupaciones especiales sobre si trata de verdad o de mentira, m¨¢s votos arrastra en las elecciones. Le¨ª de un seguidor del ultraderechista Jair Bolsonaro, aqu¨ª en Brasil, decir del nost¨¢lgico de dictaduras y torturas: ¡°?l s¨ª los tiene bien puestos¡±.
Da la impresi¨®n que lo que hoy priva, incluso entre los m¨¢s j¨®venes, es la pol¨ªtica de la exageraci¨®n, de la mentira y del insulto y crece la fascinaci¨®n por los que se revelan m¨¢s duros, m¨¢s desinhibidos en el lenguaje. Falta a grandes y chicos lo que el psicoan¨¢lisis llama ¡°contenedores¡±, esos frenos naturales ante los impulsos desagradables para hacer posible una convivencia civil, si no amistosa por lo menos civilizada. ?Ser¨ªa pedir demasiado?
Al famoso y ya cl¨¢sico libro: C¨®mo mueren las democracias, de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, habr¨ªa que a?adir que tambi¨¦n pueden morir v¨ªctimas del nuevo lenguaje nazifascista que est¨¢ prosperando en las redes sociales y m¨¢s all¨¢, y del insulto que substituye al di¨¢logo entre diferentes, ¨²nica posibilidad de convivencia sin que nos amenacen los nubarrones de nuevos conflictos mundiales y sangrientos en los que suelen pagar el precio, sobre todo los inocentes. S¨ª, que nos lo cuente Gaza y su infierno de sangre e injusticia. Hoy el vocablo ¡°dictadura¡± ya no asusta ni siquiera a los gobernantes democr¨¢ticos que, ante las posibles ventajas econ¨®micas, no se averg¨¹enzan de conversar y negociar con dictadores sangrientos bajo la excusa de que, como dec¨ªa un gracioso: ¡°los negocios son negocios¡±.
S¨ª, las palabras, hasta las m¨¢s rastreras, empiezan a aparecer hasta en los labios de los que cre¨ªamos los guardianes de los valores morales y sociales que un d¨ªa reg¨ªan las democracias. Las de verdad, no las envenenadas de hoy.
?Sin esperanzas, entonces? ?No! Ese vocablo bendito sigue vivo y en todos los diccionarios. Hay solo que resucitarlo. No solo es cierto que la esperanza es lo ¨²nico que no se pierde, es que el d¨ªa en que desaparezca o sea cambiada por el derrotismo, el universo perder¨ªa su raz¨®n de ser.
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