48 horas en el Macondo real
Una visita al set en el que se ha rodado la serie para Netflix de ¡®Cien a?os de soledad¡¯, la obra cumbre de Garc¨ªa M¨¢rquez
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez no quer¨ªa adaptar Cien a?os de soledad al cine. El director italiano Francesco Rosi intent¨® convencerlo de lo contrario en 1969 llam¨¢ndolo con insistencia al tel¨¦fono de su apartamento en Barcelona, de d¨ªa y de noche. No lo consigui¨®. Corri¨® la misma suerte Glauber Rocha, uno de los mejores directores brasile?os de todos los tiempos. En los siguientes a?os, cuando la novela ya era un ¨¦xito mundial, unos productores de Estados Unidos le ofrecieron varios millones de d¨®lares que no inmutaron a Gabo, un se?or que pasaba las ma?anas delante de una m¨¢quina de escribir enfundado en un mono de mec¨¢nico. En 1977 intent¨® engatusarlo Anthony Quinn, cuando Quinn era un pr¨ªncipe y nadie se atrev¨ªa a decirle que no. Francis Ford Coppola, m¨¢s tarde, le cont¨® al colombiano en una cena que su director de fotograf¨ªa, durante el rodaje de Apocalypse Now, asegur¨® que so?aba con abordar el proyecto. Garc¨ªa M¨¢rquez sigui¨® concentrado en su plato. ¡°Mi padre nunca quiso vender los derechos, nunca se convenci¨®. Pero luego dijo: ¡®cuando yo est¨¦ muerto (lo que ocurri¨® en 2014), hagan lo que quieran¡¯. Y eso hemos hecho¡±, dice Rodrigo Garc¨ªa Barcha, el mayor de los tres hijos del novelista.
Macondo, el pueblo alrededor del que gira la historia, se ha levantado en medio de la nada, en un lugar llamado Alvarado, en la regi¨®n colombiana del Tolima. Se encuentra a cuatro horas en coche desde Bogot¨¢ y solo a 20 minutos en una avioneta que Netflix ha contratado para ense?arle a un grupo de periodistas el lugar en el que se ha grabado la serie que se estrena este 11 de diciembre, hora colombiana. Sin embargo, la sensaci¨®n es que este sitio ha permanecido virgen desde la noche de los tiempos, como el terreno cenagoso sobre el que los protagonistas de la novela fundaron la aldea.
Aterrizado el aparato de h¨¦lice en una pista tropical, comienzan 48 horas de inmersi¨®n en la aventura cinematogr¨¢fica de una de las novelas culmen de la historia de la literatura. De un primer vistazo, un calor que cae a plomo sobre las 1.100 personas que trabajan en el set. Para sobrevivir se necesitan cantimplora, sombrero de paja, crema solar y un poquito de estoicismo. Los buscadores de localizaciones, despu¨¦s de recorrer gran parte de Colombia, se enamoraron de este lugar cuando descubrieron en medio del terreno un ¨¢rbol milenario rodeado de monta?as, un paisaje parecido al del libro. La novela transcurre a lo largo de un siglo, por lo que se han construido cuatro Macondos distintos. La casa de los Buend¨ªa, la familia protagonista, se ha tenido que dise?ar dentro de una carpa, no hab¨ªa foro ni bodega en todo el pa¨ªs en la que cupiera una estructura de 45 metros de largo por 25 de ancho. Al principio era una casita de ca?a, pero ahora, para los ¨²ltimos cap¨ªtulos, se ha convertido en una mansi¨®n dieciochesca en la que parece que en cualquier momento va a sonar un piano tocado por una ni?a instruida por una meretriz.
La decoraci¨®n se inspira en citas textuales del libro, explica B¨¢rbara Enr¨ªquez, dise?adora de producci¨®n. As¨ª que aqu¨ª se ve un comedor para 12 comensales y una obra de arte con doncellas y flores, aunque tambi¨¦n algunos detalles ajenos al libro, adaptaciones que los productores se han dado la libertad de a?adir para incluir todas las habitaciones que se mencionen en la historia. En la cocina se encuentran los utensilios que usaba ?rsula, esposa de uno de los Buend¨ªa, para hacer pan y los famosos animalitos de caramelo con los que ganar¨¢ mucho dinero. En el patio, el casta?o en el que atan por loco a Jos¨¦ Arcadio Buend¨ªa, que en realidad es una escultura elaborada en cemento con refuerzo de alambre para resistir el peso de un paciente psiqui¨¢trico sin medicaci¨®n. El jard¨ªn est¨¢ conformado por plantas decorativas, mientras que el huerto, en la parte de atr¨¢s, tiene cultivos de ma¨ªz, caf¨¦ y pl¨¢tano, reales y que se pueden utilizar.
No se ha dejado nada al azar, aseguran Catalina Angulo, decoradora encargada de la Casa Buend¨ªa, y ?scar Tello, el director de arte del mismo espacio. Cualquier detalle hist¨®rico se ha consultado y se ha tratado de recrear de la forma m¨¢s fiel posible. De repente, en mitad del recorrido, una joya: el laboratorio de alquimia y el cuarto de Melquiades, uno de los personajes m¨¢s ic¨®nicos de Cien a?os de soledad. El inventor, un gitano que asombra a los Buend¨ªa con pergaminos y artilugios tra¨ªdos de lugares remotos del mundo, aparece en el libro con los elementos de la alquimia, el daguerrotipo, el revelado y el atanor, una ca?er¨ªa de barro por la que cae agua. Pues aqu¨ª est¨¢n, recreados por el equipo de arte. Tambi¨¦n se han esmerado con el taller de plater¨ªa de Aureliano Buend¨ªa, otro de los grandes personajes. Sus famosos pescaditos de oro se han hecho con las t¨¦cnicas de Mompox, donde se elabora la orfebrer¨ªa m¨¢s representativa de Colombia.
Los hijos de Garc¨ªa M¨¢rquez -los dos que reconoci¨® en vida, Rodrigo y Gonzalo; existe una tercera, Indira Cato, pero ella no tiene los derechos de autor- pusieron como condici¨®n a Netflix que la producci¨®n fuera colombiana. Deb¨ªa grabarse en espa?ol y los actores ser latinoamericanos. Rodrigo dijo durante una charla en el Festival Gabo que se celebr¨® en julio en Bogot¨¢ que ten¨ªa dudas de que una pel¨ªcula pudiera condensar una historia tan vasta como la de Cien a?os de soledad, pero que el auge de las series s¨ª da la oportunidad de plasmar el libro en un mar de tiempo, como son los 16 cap¨ªtulos de la serie. Y de esto algo sabe Rodrigo, un reputado director de cine que ha huido del influjo de su padre a lo largo de su carrera. ?Cu¨¢l es el riesgo de este proyecto? ¡°La mitad va a amar la adaptaci¨®n y la mitad la va a odiar¡±, respondi¨®.
Ahora s¨ª, lo que hemos venido a ver: Macondo. Los gu¨ªas de Netflix -la plataforma que ha emprendido la adaptaci¨®n de otras grandes novelas latinoamericanas como Pedro P¨¢ramo- reparten sombrillas para aguantar el sol. Los fan¨¢ticos del libro tienen a continuaci¨®n una descripci¨®n de lugares m¨¢s emblem¨¢ticos de la novela (los que no lo sean que acudan a Google para completar la informaci¨®n). Ah¨ª se ve el hotel Jacob, de arquitectura colonial y republicana, donde se alojaron los turcos cuando aparecieron por el pueblo. All¨¢, la oficina del corregidor Apolinar Moscote, por ah¨ª atr¨¢s la iglesia, y cerca el almendro alrededor del que se construye todo.
Nada es de atrezo, todo es real. Los edificios no son fachadas huecas por dentro, se puede entrar en ellos y dar un paseo. Sorprende la decoraci¨®n minuciosa, el detalle de los objetos, el esmero en lo que aparentemente no tiene importancia. Duele imaginar que alg¨²n d¨ªa llegar¨¢ una excavadora y se lo llevar¨¢ todo por delante. Las calles tienen los nombres de las mujeres m¨¢s importantes de la familia de Garc¨ªa M¨¢rquez. La obra de ingenier¨ªa civil comenz¨® en noviembre de 2022, la escenogr¨¢fica en enero de 2023. A lo largo de los meses se han tenido que ir haciendo adecuaciones para que resistiera casi los dos a?os que ha habido de rodaje, de la mano de los directores Laura Mora, guionista y cineasta colombiana reconocida por la obra Los reyes del mundo, y Alex Garc¨ªa L¨®pez, argentino que ha dirigido cap¨ªtulos de series de Star Wars o del universo Marvel como Daredevil.
La botica frente a los ojos, una joya con sus vasijas y sus tarros de cristal en los que uno espera encontrar un coraz¨®n o un h¨ªgado. Adelante, la tienda de Pietro Crespi, el suicida por amor. Dan ganas de quedarse a vivir por aqu¨ª, de ser un personaje tr¨¢gico de los de Garc¨ªa M¨¢rquez y tener un final heroico que sirva, al menos, para quedar en el recuerdo, como le ocurre a casi todos los protagonistas de la novela, que tienen entradas propias en Wikipedia. Se arruga un poco el ¨®rgano que bombea sangre a todo el cuerpo al pensar que todo esto ser¨¢ destruido. ?Habr¨¢ alguna soluci¨®n? Se ha deslizado la idea de que se convierta en un parque tem¨¢tico, pero los productores dicen que es un asunto complicado, ya que entra en juego el due?o del terreno, que es un particular, los intereses de Netflix, los de la familia, los del gobierno de la regi¨®n. Demasiados factores. Sin embargo, uno quisiera que el Macondo real siguiera en pie: echarlo abajo ser¨ªa un delito para la memoria.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.