La nostalgia de Macondo re¨²ne a 300 personas en Madrid
La Embajada y el Consulado de Colombia en Espa?a proyectan los dos primeros cap¨ªtulos de la adaptaci¨®n de Netflix de ¡®Cien A?os de Soledad¡¯, una de las grandes novelas latinoamericanas
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez cont¨® ¨Den una de las columnas que escribi¨® cada mi¨¦rcoles en este peri¨®dico¨D que la primera vez que lleg¨® a Espa?a le ocurri¨® algo inusual. En ese oto?o de 1967, el Nobel colombiano advirti¨® que ¨Da diferencia de otros lugares, que no se recuerdan como son, sino como se imaginaban antes de conocerse¨D Espa?a correspond¨ªa ¡°calle por calle¡± con el pa¨ªs que hab¨ªa le¨ªdo en la obra de Machado y Garc¨ªa Lorca. Este lunes, las 300 personas que se reunieron para ver Cien A?os de Soledad esperaban lo mismo: que la adaptaci¨®n hecha por Netflix correspondiera, casa por casa, con esa aldea de 20 casas de barro y ca?abrava construidas a la orilla de un r¨ªo de aguas di¨¢fanas, que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehist¨®ricos.
La cuesti¨®n estaba en que ese Macondo hab¨ªa existido ¨Dhasta este a?o¨D dentro de la gran novela de Am¨¦rica. Por ende, cada lector se hab¨ªa creado su propia imagen del pueblo, la que cada uno esperaba ver reflejada en esa pantalla gigante que la Embajada y el Consulado de Espa?a dispusieron en el Cine Estudio del C¨ªrculo de Bellas Artes, en el centro de Madrid. El evento, el primero abierto al p¨²blico general ¨Dse hizo una proyecci¨®n privada en la Casa de Am¨¦rica el 22 de noviembre¨D, pero con inscripci¨®n previa, agot¨® las localidades en menos de dos horas. Solo en Madrid viven 154.278 colombianos, la segunda nacionalidad extranjera m¨¢s grande de la capital, por lo que hacerse con un lugar en el teatro era todo un reto.
Cuatro colombianas fueron las primeras en llegar para asegurar su puesto. Eran Alexandra Aldana, Martha G¨®mez, Luisa Ram¨ªrez y Magdalena Gonz¨¢lez. En la puerta, alguien les dijo en broma que para entrar hab¨ªa que tener, al menos, 100 a?os. Las cuatro ¨Dentre los 60 y los 80 a?os¨D se juntaron para sumarlos. No se conoc¨ªan antes de las 16.30, cuando llegaron a la fila que luego se extender¨ªa hasta la Calle de Alcal¨¢. ¡°Esto es lo lindo, que de pronto te encuentras con la gente de tu tierra¡±, asegur¨® Ram¨ªrez. Hab¨ªan le¨ªdo el libro, y no sab¨ªan qu¨¦ esperar. Las expectativas no eras altas. A Aldana siempre la hab¨ªan ¡°desilusionado¡± las adaptaciones de otros libros que hab¨ªa le¨ªdo.
El auditorio se llen¨® tan temprano que la proyecci¨®n comenz¨® media hora antes de lo previsto. El primer fotograma apareci¨® cuando empez¨® la noche afuera de la sala, pero antes, Valeria Mora y Felipe Hurtado ocuparon su lugar en la cuarta fila. A sus 18 a?os, a¨²n no han le¨ªdo el libro, pero quer¨ªan honrar al escritor ¡°al otro lado del charco¡±. ¡°Es la oportunidad para que aqu¨ª conozcan a Gabo¡±, dec¨ªa Mora. Empez¨® Cien A?os de Soledad, pero no lo termin¨®. Se qued¨® en Colombia, de donde espera traerlo para terminarlo. No han le¨ªdo el libro, pero estaban all¨ª. ¡°Es un must¡±, dice Hurtado: un ¡°toca leerlo¡±, contaba mientras las primeras de la fila se tomaban fotos con la bandera colombiana que coronaba la tribuna junto a la pantalla.
Durante las dos horas que duraron los dos cap¨ªtulos de la serie, el auditorio estuvo sometido a una concentraci¨®n tremenda. Solo se les escuch¨® tres veces, cuando la risa ¨Dque espantaba las palomas¨D desbord¨® el sonido de los parlantes. Uno de ellos, cuando Pilar Ternera le anunci¨® a un aterrorizado Jos¨¦ Arcadio que ¡°ya era todo un hombre¡±, porque hab¨ªa quedado embarazada. La sala estaba llena de complicidad, de la que sienten los viejos amigos cuando se re¨²nen a compartir con otros nost¨¢lgicos la tierra que dejaron lejos. El sonido de las gaitas cortaba el silencio sepulcral en que se sosten¨ªa el teatro.
¡°Alguien va a venir¡±, asegur¨® el coronel Aureliano Buend¨ªa al final del segundo cap¨ªtulo. Las luces se encendieron en medio de un caluroso aplauso que tradujo la satisfacci¨®n colectiva. ¡°Se parece mucho a Colombia¡±, dec¨ªa una sonriente Aldana junto a sus nuevas amigas, que sal¨ªan del teatro a buscar una copa para celebrar el haberse conocido gracias a Gabo.
A Hurtado y Mora la fotograf¨ªa les pareci¨® muy ¡°bacana¡±, aunque el vocabulario les pareci¨® ¡°de viejitos¡±. Les encant¨®, y se fueron con la promesa de terminar la serie y leer el libro del ¡°autor m¨¢s grande de Colombia¡±. Cien A?os de Soledad estar¨¢ disponible en Netflix el 11 de diciembre, cuatro d¨ªas despu¨¦s de su estreno oficial en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, un homenaje m¨¢s al Nobel colombiano.
A la salida, el fr¨ªo de la noche de oto?o esperaba a 300 personas sobre la Calle de Alcal¨¢. La mayor¨ªa de los asistentes lograron repetir la haza?a garciamarquiana en Espa?a: que Macondo correspondiera calle por calle con el que hab¨ªan le¨ªdo o, al menos, el que se hab¨ªan imaginado. A las 20.00, no hab¨ªa mariposas amarillas en Cibeles. Lo cierto es que, como asegur¨® Gabo en esa tribuna en EL PA?S, sobre su nostalgia por Espa?a: ¡°De alg¨²n modo dif¨ªcil de explicar, todav¨ªa no me he ido por completo, ni creo que me vaya nunca¡±.
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