El reencuentro de tres fot¨®grafas nonagenarias brasile?as nacidas en Europa a las que uni¨® la causa ind¨ªgena
Una exposici¨®n fotogr¨¢fica re¨²ne en S?o Paulo las singulares miradas de Claudia Andujar, Maureen Bisilliat y Lux Vidal y la asombrosa semejanza de sus vidas
Nacidas en Europa en 1930 o 1931, las tres son brasile?as de adopci¨®n hace d¨¦cadas. Arribaron por separado a finales de los cincuenta. En Brasil echaron ra¨ªces definitivamente, tras recalar en muchos pa¨ªses a causa de la guerra, y florecieron profesionalmente. Las trayectorias vitales de las fot¨®grafas Claudia Andujar (Neuch?tel, Suiza), conocida en el extranjero por su relato visual de los ind¨ªgenas yanomami, y Maureeen Bisilliat (Englefield Green, Reino Unido) y de la antrop¨®loga Lux Vidal (Berl¨ªn, Alemania) son asombrosamente similares. Sus caminos, que discurrieron en paralelo durante d¨¦cadas, se cruzaron definitivamente en torno ¡°a la lucha indigenista¡±, explica Vidal en su casa, en S?o Paulo. Ahora una exposici¨®n re¨²ne por primera vez fotograf¨ªas del tr¨ªo en S?o Paulo, pone en di¨¢logo la mirada singular de cada una sobre los pueblos nativos y repasa unas vidas extraordinarias fruto del convulso siglo XX. Refugiadas que encontraron un bien tan escaso en la actualidad como una tierra acogedora que brinda oportunidades.
Trayectorias cruzadas re¨²ne unas 300 fotograf¨ªas y se puede ver hasta el 23 de febrero en el centro MariAntonia de la Universidad de S?o Paulo. ¡°Mi objetivo era entender c¨®mo a partir de las fotograf¨ªas era posible comprender tambi¨¦n la trayectoria de vida de una persona¡±, explica la comisaria de la muestra, Sylvia Caiuby Novaes.
Claudia Andujar es una de las grandes referencias de la fotograf¨ªa en Brasil, la m¨¢s consagrada del tr¨ªo y protagonista de una carrera internacional gracias a su trabajo con los yanomami. Durante a?os convivi¨® peri¨®dicamente con este pueblo, uno de los m¨¢s aislados. Viven en un territorio muy codiciado por los furtivos. La fot¨®grafa atribuye su conexi¨®n con los yanomami a que ella tambi¨¦n perdi¨® a muchos de sus parientes, pero, en su caso, en el Holocausto. Ellos, en el contacto con los blancos.
Los yanomami reh¨²yen las fotos porque temen que les arranque el alma. Explica la comisaria que los yanomami le tienen un enorme respeto a Andujar porque consideran que ha logrado reflejar como nadie el chamanismo, parte esencial de sus vidas. Con una mirada art¨ªstica y experimental, compone unas fotograf¨ªas con un aire on¨ªrico gracias a una combinaci¨®n de luces, filtros de colores y vaselina en la lente. Tanto Andujar como Bisilliat fueron fundamentales para que los museos y las bienales de Brasil abrazaran el arte de la fotograf¨ªa.
La idea de reunir la obra del tr¨ªo surgi¨® de la manera m¨¢s prosaica, en un encuentro casual en S?o Paulo, cuenta la comisaria en una v¨ªdeollamada. ¡°Iba por la calle y me las top¨¦ saliendo del cine, caminaban del brazo. Me dije: ¡°Mira, ?las tres juntas! Deber¨ªa hacer un proyecto sobre ellas¡±. A?os despu¨¦s de aquella escena, Caiuby se sumergi¨® en sus vidas y carreras en una investigaci¨®n que ha cristalizado en la exposici¨®n y en un futuro documental.
Destaca la comisaria que Andujar, Bisilliat y Vidal, adem¨¢s de retratar a los ind¨ªgenas, se implicaran pol¨ªticamente en su defensa.
La antrop¨®loga Vidal recibe en su apartamento para hablar de la muestra. Recalca que ella no es fot¨®grafa, aunque para sus investigaciones antropol¨®gicas se apoy¨® intensamente en la fotograf¨ªa. Recuerda ¡°los tiempos de la maravillosa batalla de la constituyente¡±. Cuando las tres se embarcaron en la lucha indigenista, esta se libraba a¨²n en la clandestinidad, bajo la protecci¨®n de curas y monjas, porque gobernaban los generales. El esfuerzo de la alianza entre activistas urbanitas y pueblos ind¨ªgenas fructific¨® en la Constituci¨®n de 1988, que consagr¨® los derechos de los pueblos abor¨ªgenes.
A medida que la investigaci¨®n de Caiuby avanz¨®, fueron apareciendo afinidades m¨¢s all¨¢ de las obvias. La sinton¨ªa comienza en la infancia y la juventud del tr¨ªo, marcadas por exilios, persecuciones y separaciones familiares. Hijas de la burgues¨ªa, vivieron en varios pa¨ªses. Todas son pol¨ªglotas (algo poco com¨²n en Brasil). Y, aunque las tres estudiaron arte en el Nueva York de la posguerra, nunca llegaron a conocerse all¨ª. Con ese bagaje y por distintos motivos, desembarcan en Brasil.
Y aqu¨ª emprenden, cada una por su cuenta, unas carreras que las llevan viajar por el Brasil profundo, pese a la dictadura y a que las mujeres ten¨ªan prohibido viajar solas. Andujar y Bisilliat, como fotorreporteras. Vidal, como antrop¨®loga. ¡°Todav¨ªa no hablaban portugu¨¦s, pero tienen esa mirada extranjera, muy curiosa, implicada y afectiva¡±, apunta la comisaria. Les atraen los pueblos ind¨ªgenas porque ¡°la alteridad m¨¢xima, mucho m¨¢s que nosotros, los brasile?os¡±.
Bisilliat, que al inicio de su carrera trabaj¨® intensamente en blanco y negro, elige el color para retratar a los ind¨ªgenas del r¨ªo Xing¨², a los que visita acompa?ando a los indigenistas m¨¢s c¨¦lebres del momento, los hermanos Vilas Boas. Con colores muy saturados, da un enorme protagonismo a las pinturas corporales.
Para la antrop¨®loga Vidal, la fotograf¨ªa siempre fue documental, registro de la vida cotidiana que los ind¨ªgenas. Como cada una se volc¨® especialmente en un pueblo o zona ¡ªAndujar, los yanomami; Bisilliat, los pueblos del r¨ªo Xing¨²; y Vidal, los mebengokre xicrin¡ª, el visitante se asoma a la riqu¨ªsima diversidad de los pueblos ind¨ªgenas, a menudo considerados como un colectivo homog¨¦neo cuando en realidad su diversidad cultural, ling¨¹¨ªstica, ritual y est¨¦tica (pinturas corporales, abalorios, plumaje o corte de pelo) parece infinita.
La exposici¨®n incluye un v¨ªdeo del delicioso reencuentro entre las tres, organizado con motivo de la exposici¨®n. A?os ha que no se ven. Sentadas en torno a una mesa camilla con copias de sus fotos, se saludan mientras observan copias de sus fotograf¨ªas:
¡ª?Llevas el pelo te?ido? Qu¨¦ bonito. Te veo muy bien.
¡ª?Que cu¨¢ntos a?os tengo? 93, creo que 93.
¡ª?Sigues en aquella casa bonita que ten¨ªa un ¨¢rbol delante?
En nada, est¨¢n hablando con naturalidad de sus vidas. Sale uno de los asuntos que inquieta a cualquier artista o intelectual de su edad. El archivo. Ordenar sus miles de negativos. Vidal dice que no quiere que sus hijos hereden una tarea que ni siquiera van a entender, a lo que Bisilliat asiente, sin resistirse a apuntar lo aburrido que es.
Andujar observa.
Entonces, Vidal cuenta c¨®mo lleg¨® a la cuesti¨®n ind¨ªgena. Fue tras una tragedia personal. Su hija mayor muri¨® a los 16 a?os durante una visita a una finca, alcanzada por una bala que rebot¨® en la pared. Qued¨® destrozada. ¡°Levitando¡±, dice ella. Un misionero dominico le sugiri¨® que fuera a ver a las madres ind¨ªgenas ¡°que han perdido cuatro, cinco hijos, en el contacto [con los blancos] y siguen luchando¡±. Con los ojos como platos, Bisilliat exclama: ¡°Puta Merda!¡±.
Las tres damas quedan en telefonearse para un pr¨®ximo encuentro.
Otra semejanza. Las tres construyeron sus carreras con el apellido de un marido. Andujar y Bisilliat estuvieron casadas con espa?oles, Vidal, con un franco-espa?ol. Pero en su caso, la relaci¨®n con Espa?a es anterior.
Vidal bucea en su memoria, una tarde reciente, en busca de recuerdos. Relata en espa?ol que creci¨® en Barcelona, donde se instal¨® la familia tras dejar Alemania en 1933, ¡°aunque no ¨¦ramos jud¨ªos, pero mis padres no quer¨ªan seguir all¨ª¡±. Estaba de vacaciones en Mallorca al estallar la Guerra Civil espa?ola. Lograron alcanzar Francia gracias a que un buque rescat¨® la barcaza repleta de refugiados en la que huyeron. Sufri¨® los horrores de la guerra, un campo de concentraci¨®n, ser ap¨¢trida... Lleg¨® a Brasil de la mano de su marido, que ven¨ªa trabajar para la Renault. Acept¨® con desinter¨¦s y el compromiso de que ser¨ªan dos a?os. ¡°Yo no sab¨ªa nada de Brasil, ni el carnaval, ni Carmen Miranda¡¡±, confiesa entre risas. ¡°Pero la causa ind¨ªgena me enganch¨® a Brasil¡±.
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