Elo¨ªsa Cartonera, la editorial que floreci¨® en la basura
Empezaron a hacer libros con cart¨®n reciclado hace 20 a?os en Argentina y ahora son un faro de la edici¨®n independiente con un gran inventario de literatura latinoamericana
Borracho estaba pero me acuerdo, las memorias de un escritor boliviano que pas¨® media vida en la indigencia, apenas se consiguen fuera de su pa¨ªs. El autor, V¨ªctor Hugo Viscarra, fue un estandarte del realismo sucio que retrat¨® la noche y el hampa de La Paz como nadie y muri¨® de cirrosis en 2006 convertido en un mito. Sus memorias, una colecci¨®n de relatos sobre una ciudad revuelta por la amargura, las leyendas y una geograf¨ªa imposible, se pueden comprar en Bolivia como antolog¨ªa y en Argentina en ediciones con tapas de cart¨®n. Es solo uno de los tesoros de una peque?a editorial de Buenos Aires, Elo¨ªsa Cartonera, que naci¨® en la resaca de la crisis econ¨®mica de 2001 y en 20 a?os ha editado un cat¨¢logo ¨²nico en Latinoam¨¦rica.
El corralito de 2001 en Argentina termin¨® con una moneda sin valor, 39 muertos en las protestas callejeras, cinco presidentes en 11 d¨ªas y una desocupaci¨®n que lleg¨® al 21,5% un a?o despu¨¦s. Entre los tres millones de personas que quedaron sin trabajo, brot¨® el cartoneo: miles viajaban todas las noches a la capital para escarbar en los desechos y buscar material reciclable para vender.
El poeta y artista pl¨¢stico Washington Cucurto (Buenos Aires, 50 a?os) escrib¨ªa y trabajaba en una peque?a biblioteca p¨²blica cuando, en 2003, se cruz¨® con la venta de cartones que inundaba las calles de la ciudad. El cuadrado de cart¨®n impoluto que le ofreci¨® un hombre en la calle a cambio de unas monedas fue la puerta de un modelo que hoy todav¨ªa se mantiene con vida, mientras la econom¨ªa argentina sigue tambaleando: encuadernaciones hechas a mano, de poca tirada, con tapas pintadas con t¨¦mpera sobre cart¨®n blanqueado. El proyecto que inici¨® en el invierno de 2003 junto al pintor Javier Barilaro y la artista pl¨¢stica Fernanda Laguna ha publicado a un centenar de autores, entre ellos escritores conocidos en todo el mundo como C¨¦sar Aira, Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, Ra¨²l Zurita o Ricardo Piglia, todos amigos de la editorial que cedieron los permisos de publicaci¨®n para apoyar el proyecto. Pero la sustancia que lo mantuvo siempre a flote fue la curiosidad inagotable por los poetas de toda la regi¨®n.
¡°Era una ¨¦poca dif¨ªcil, hab¨ªa editoriales pero no tantas como ahora. A nosotros nos interesaban los escritores que no se conoc¨ªan por ac¨¢, a los que no pod¨ªamos acceder¡±, cuenta ahora Cucurto. ¡°Comenzamos comprando el cart¨®n, luego armamos un grupo de trabajo que dur¨® bastantes a?os. Ahora estamos comenzando de nuevo tras los a?os duros de la pandemia¡±.
Elo¨ªsa Cartonera comenz¨® comprando el cart¨®n en la calle a cuatro veces el precio de venta y termin¨® formando una cooperativa de trabajo. ¡°Algunos de los trabajadores que nos lo vend¨ªan en la calle terminaron trabajando con nosotros, aunque al principio no quer¨ªan: ganaban mejor con lo que recog¨ªan en la calle¡±, cuenta Mar¨ªa G¨®mez (Buenos Aires, 43 a?os), que era una estudiante de Comunicaci¨®n Social que lleg¨® al proyecto en 2004 para hacer un trabajo pr¨¢ctico y nunca m¨¢s lo solt¨®. En cuatro a?os colabor¨® para ordenar el chispazo y convertirlo en cooperativa. En 2012, ganaron el Premio Principal Pr¨ªncipe Claus de Holanda, 100.000 euros con los que pudieron comprar el taller que mantienen en el barrio de Almagro, en el coraz¨®n de Buenos Aires, y el basti¨®n que mantuvieron durante casi una d¨¦cada y que es, tal vez, el mejor ejemplo de su empuje: un quiosco de diarios en la avenida Corrientes, el centro neur¨¢lgico de las librer¨ªas del pa¨ªs, donde vend¨ªan sus libros hechos a mano.
Elo¨ªsa Cartonera sigue publicando. Adem¨¢s de los autores de renombre que les comparten sus publicaciones, han editado a escritores como el chileno Enrique Lihn, el colombiano Andr¨¦s Caicedo, el mexicano Mario Santiago Papasquiaro, la venezolana Mar¨ªa Auxiliadora ?lvarez o los brasile?os Haroldo de Campos y Glauco Mattoso. El apoyo de los escritores y de los lectores ha sido siempre un ancla. ¡°Creo que Elo¨ªsa Cartonera gusta porque abri¨® una ventana¡±, dice G¨®mez. ¡°Nuestros libros son desprolijos, hechos con cart¨®n de la calle, pero tenemos un cat¨¢logo que es hermoso, uno de los mejores de Latinoam¨¦rica. No solamente por los autores, sino por el cruce: creo que ninguna editorial publicar¨ªa a estos autores todos juntos, en transversalidad¡±.
La editorial sigue trabajando en su local a la calle en Almagro, sin gran distribuci¨®n y dependiendo siempre del apoyo de los lectores que los buscan en las ferias. En Argentina hoy sobrevive un archipi¨¦lago con cientos de editoriales independientes que pelean con la inflaci¨®n y los precios imposibles del papel. Elo¨ªsa Cartonera, y su modelo de edici¨®n que ahora se replica en toda la regi¨®n y en Europa, se mantiene al frente.
El poeta cumbiero que se convirti¨® en pintor
Antes de ser editor, Washington Cucurto siempre fue un poeta. Uno de tantos de un movimiento que estalló en el cambio de siglo en Buenos Aires, Cucurto fue único porque describió, hace casi dos décadas, una ciudad que recién empieza a asomar en el gran ideario porteño: la de la inmigración latinoamericana con su música a todo volumen, su mercadillo improvisado en la calle y sus noches largas de música bailable. Los modismo dominicanos, el uso del guaraní en el verso y el desquicio de la cumbia en la narración lo convirtieron en un autor fuera del canon que asoma en una ciudad que muchos todavía no ven. Él llamó a ese estilo realismo atolondrado. Dice que ha dejado de escribir hace años, pero quedan en algunas librerías los relatos de Cosa de negros (2003) y sus colecciones de poesía como Zelarayán (1998), La máquina de hacer paraguayitos (1999), o Veinte pungas contra un pasajero (2003).
Cucurto se ha convertido en pintor. En un taller del barrio de Once, en el centro caótico de Buenos Aires, donde reinan los mercadillos callejeros y la comida frita a toda hora, los mismos temas que fueron poesía se han convertido en bastidores. Cucurto pinta sin parar a los vendedores ambulantes que encuentra en el camino, distintos tributos a Julio Cortázar, Reinaldo Arenas, Alejandra Pizarnik, Héctor Lavoe o Eva Perón, y escenas de libros que van de los ensayos del autor anticolonialista Frantz Fanon al cuentista Ernest Hemingway.
"Pintar es más solitario que escribir", afirma Cucurto. "La escritura también es caminar a un bar, ir a una lectura, el proceso de edición. Pintar también es un proceso físico, y eso me gusta más". Su próxima exposición, una serie de escenas inspiradas en El viejo y el mar, de Hemingway, se inaugura este sábado en la galería Sendros de Buenos Aires.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.