Los insultos a Pepe Mujica en Buenos Aires y el riesgo de naturalizar lo excepcional
Ante el auge de la ultraderecha del candidato argentino Javier Milei, el expresidente de Uruguay quiz¨¢ tenga raz¨®n cuando diagnostica que la humanidad est¨¢ en la puerta de una nueva civilizaci¨®n
Tarde de domingo. Buenos Aires. Feria del Libro. Brilla el sol. Ingresa Jos¨¦ Pepe Mujica al predio. El expresidente uruguayo camina despacio, algo oscilante, algo encorvado. 87 a?os. Muchos lo reconocen, otros lo saludan con respeto. Viene a presentar Semillas al viento. Y unos pocos reaccionan del peor modo.
¡°?Fuera, viejo!¡±, ¡°?Juira, bicho!¡±, ¡°?Mugriento, and¨¢ a ba?arte!¡±, ¡°?La casta tiene miedo!¡±, le gritan un grupo de adultos, en su mayor¨ªa hombres, treinta, cuarenta o cincuenta a?os m¨¢s j¨®venes que ¨¦l. Se dicen liberales o libertarios, pero se muestran cargados de intolerancia y fascismo mientras vociferan ¡°?Viva la libertad, carajo!¡±, frase tan ins¨®lita como contradictoria con la agresi¨®n verbal que protagonizan.
Mujica, al que vivencias extremas le sobran, reacciona del modo m¨¢s inteligente. Los ignora. Sigue su camino, rodeado por allegados y personal de seguridad que se coloca entre ¨¦l y los energ¨²menos. Luego s¨ª, ante la consulta de la prensa, el Pepe interpretar¨¢ con altura lo ocurrido: ¡°Considero que es una crisis de esperanza¡±.
¡°Los humanos somos animales ut¨®picos¡±, abundar¨¢. ¡°No hubo ning¨²n momento en 200, 300.000 a?os de historia en que los grupos humanos no inventaran algo m¨¢gico en lo cual creer, que despu¨¦s lo fanatizaron. No tiene vuelta, somos as¨ª¡±.
El incidente, as¨ª, excede al incidente en s¨ª. Refleja los niveles de intolerancia que vivimos en la Argentina y en otros pa¨ªses, desde Per¨² a Espa?a. Una intolerancia que a menudo se refleja en las redes antisociales y que en ocasiones se vuelca a las calles. All¨ª tenemos los ejemplos de las hordas en el Capitolio estadounidense y el Planalto brasile?o.
Este incidente refleja, adem¨¢s, un contraste trist¨ªsimo con la realidad que viven en la otra orilla del R¨ªo de la Plata. Los uruguayos tienen sus muchos problemas ¨Cy el Pepe alert¨® luego sobre los ¡°s¨ªntomas de grieta¡± que percibe en su pa¨ªs-, pero muy lejos de los niveles de confrontaci¨®n y agresividad de nuestras pampas. Bastar¨¢ con recordar que Mujica tambi¨¦n protagoniza otro libro, fruto de las conversaciones ¡°sin ruido¡± ¨Ctal su subt¨ªtulo- que mantuvo con el tambi¨¦n expresidente uruguayo, Julio Mar¨ªa Sanguinetti. ?Algo as¨ª ser¨ªa posible en la Argentina? ?Hay dos mandatarios de signo pol¨ªtico opuesto que podr¨ªan siquiera compartir un escenario en nuestro pa¨ªs o en otros varios pa¨ªses de Am¨¦rica Latina? ?Qu¨¦ dice eso sobre nuestras sociedades? ?Qu¨¦ expone esa imposibilidad sobre nosotros?
Para peor, Javier Milei, el l¨ªder del espacio que abroquela a los energ¨²menos que insultaron a Pepe Mujica, tampoco repudi¨® lo ocurrido. ¡°No avalo ese tipo de cosas¡±, dijo, para de inmediato restarle importancia. Eso es ¡°parte del folklore argentino¡±, dijo, y plante¨® que los agresores ¡°tambi¨¦n se sienten muy agredidos¡±. ?Por qu¨¦? Porque los calific¨® como v¨ªctimas de un supuesto doble est¨¢ndar de quienes critican esos episodios, pero toleran o callan cuando otros, ejemplific¨®, ¡°queman fotos con mi cara en manifestaciones¡±.
El repudio que no fue tal de Milei ni siquiera escandaliza en la Argentina. Porque en nuestro pa¨ªs ¨Ccomo en otros muchos- vamos naturalizando lo excepcional. As¨ª podemos recordar que intelectuales kirchneristas cuestionaron en 2011 la participaci¨®n de Mario Vargas Llosa, por entonces ganador del Premio Nobel de Literatura, del mismo modo que un a?o antes, otros energ¨²menos irrumpieron en la presentaci¨®n de un libro que expon¨ªa las adulteraciones en las estad¨ªsticas oficiales de inflaci¨®n que impulsaba el gobierno de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. Y del mismo modo lidiamos con ciertos legisladores y militantes de Juntos por el Cambio que se destacan por su intolerancia y agresividad verbal, sea en el recinto del Congreso o en las redes antisociales.
Todo esto ocurre, para sumarle m¨¢s patetismo a la ecuaci¨®n, mientras el panorama econ¨®mico y social empeora cada d¨ªa. Seis de cada 10 ni?os y adolescentes argentinos son pobres y uno de cada tres de ellos come menos que hace un par de a?os, seg¨²n el respetado Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Cat¨®lica Argentina (UCA). ?Y nuestros pol¨ªticos, mientras tanto? Muchos ¨Cno todos -, est¨¢n mir¨¢ndose el ombligo, en la antesala de las elecciones primarias de agosto y las generales de octubre por la Presidencia.
Ese ombliguismo y la inapelable falta de resultados de la clase pol¨ªtica explica, al menos en parte, por qu¨¦ Milei atrae porciones crecientes del electorado. Se ofrece como la ant¨ªtesis de los pol¨ªticos que gobernaron durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. Con eso parece sobrarle para resultar competitivo.
Mujica quiz¨¢ tenga raz¨®n cuando, tras la agresi¨®n que padeci¨® en la Feria, traz¨® su diagn¨®stico sobre nuestros d¨ªas: ¡°Hay una crisis de esperanza, porque en el piso, en la profundidad de la historia, estamos entrando en una nueva civilizaci¨®n y vamos a sufrir mucho¡±.
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