Pornograf¨ªa y bot¨¢nica pand¨¦micas
Cuando se percibe el final de algo, brota la nostalgia sobre lo que se supone en trance de desaparecer. Y la nostalgia es, por definici¨®n, un falso recuerdo
1. Falocracias
Cuando se percibe el final de algo, brota la nostalgia sobre lo que se supone en trance de desaparecer. Y la nostalgia es, por definici¨®n, un falso recuerdo o, por lo menos, una reminiscencia interesada (de casta, de clase, de g¨¦nero). Talleyrand, el sacerdote y diplom¨¢tico que remodel¨® Europa a principios del XIX, lo expres¨® a su manera: quien no ha vivido antes de la revoluci¨®n ignora lo que es la dulzura de vivir. El imperio de la falocracia, hasta hace poco escasamente contestado, llega a su fin, aunque sus peores coletazos durar¨¢n a¨²n bastante, desdichadamente. La nostalgia, sin embargo, puede manifestarse tambi¨¦n como iron¨ªa, quiz¨¢s como autocr¨ªtica. Todo eso me parece advertir en un librito no venal editado por Jes¨²s Egido (el editor de Reino de Cordelia) como obsequio m¨¢s o menos navide?o, y que, con el t¨ªtulo Las pollas de Coll, rescata la peque?a colecci¨®n de dibujos de penes que el genial c¨®mico Jos¨¦ Luis Coll ¡ªuno de los mejores exponentes del tardosurrealismo c¨®mico que surgi¨® durante la dictadura como escape a las grisuras del entorno¡ª fue reuniendo a base de preguntar con desarmante candidez a sus amigos y cotertulianos ilustradores: ¡°?Me dibujas una polla?¡±.
Los ¡°artistas polleros¡± que colaboraron (?qui¨¦n se podr¨ªa resistir a la petici¨®n?) fueron muy variados, incluso ideol¨®gicamente: en el librito ¡ªdesde ya una rareza de bibli¨®filo a menos de que Egido se decida a publicarlo con ISBN¡ª se recogen dibujos de penes, cipotes o rabos de toda forma y condici¨®n de artistas tan diferentes como Mingote, Summers, Chumy Ch¨²mez, Julio Cebri¨¢n, Forges, M¨¢ximo, Gila, Abelenda, Mart¨ªn Morales, Mena y Alfredo, entre otros: una muestra singular de las pollas imaginadas por algunos de los m¨¢s importantes dibujantes del tardofranquismo, cuando el humor gr¨¢fico era todav¨ªa una de las pocas grietas en la gran¨ªtica censura del franquismo.
Nost¨¢lgica es tambi¨¦n, a su modo, la recuperaci¨®n, una vez m¨¢s, de Las once mil vergas, de Guillaume Apollinaire, que Akal anuncia para este oto?o en traducci¨®n de Isabelle Marc. Publicada clandestinamente en 1907 bajo la autor¨ªa de ¡°G. A.¡±, el libro se convirti¨® r¨¢pidamente en un ¨¦xito de ventas prohibido y deseado, y Picasso lleg¨® a decir que era el m¨¢s hermoso que hab¨ªa le¨ªdo. Las once mil vergas, que gui?a el ojo en el t¨ªtulo a la leyenda de las v¨ªrgenes de Santa ?rsula, es un compendio disparatado y adobado con salsa rabelesiana de las peripecias sexuales (de Bucarest y Par¨ªs a Port Arthur), del hospodar (pr¨ªncipe) Mony Vibescu, en el que abundan sodomizaciones, estupros, necrofilias, pedofilias, vampirismo y todo lo que Sade quiso escribir y se atrevi¨® a hacer. Si est¨¢n interesados en la cara m¨¢s devastadora de la adicci¨®n sexual desde el punto de vista de un obseso, no se pierdan la pel¨ªcula Shame (Steve McQueen, 2011) con Michael Fassbender, que est¨¢ que se sale, y Carey Mulligan, que tambi¨¦n, y que, por cierto, interpreta una versi¨®n estremecedora del est¨¢ndar New York, New York (1977), compuesto por John Kander para Liza Minnelli. De nada.
2. Latinoam¨¦ricas
Conoc¨ª a Michi Strausfeld (Recklinghausen, 1945) hace muchos a?os, cuando ya era un referente fundamental en la edici¨®n infantil-juvenil espa?ola, a cuya profunda renovaci¨®n (a?os ochenta-noventa) contribuy¨® decisivamente, incorporando al cat¨¢logo de las editoriales en las que trabaj¨® (Seix Barral, Alfaguara, Siruela) a figuras tan importantes como Ende, Dahl, Pressler, Janosch, Sendak y tantos otros. Lo que tard¨¦ m¨¢s tiempo en descubrir es que, para entonces, Strausfeld, que ya viv¨ªa en Espa?a, era tambi¨¦n la embajadora de la nueva literatura latinoamericana en Alemania, donde a ra¨ªz de los entusiasmos y esperanzas despertados por la revoluci¨®n cubana, sus autores fueron recibidos con extraordinario inter¨¦s.
Enamorada de la literatura hisp¨¢nica que se hac¨ªa al otro lado del Atl¨¢ntico ¡ª su tesis fue sobre Garc¨ªa M¨¢rquez¡ª, consigui¨® convencer a Siegfried Unseld para que publicara en Suhrkamp obras de Cort¨¢zar, Rulfo, Vargas Llosa, Onetti, Cabrera Infante y toda la abigarrada tropa que estaba escribiendo el espa?ol m¨¢s libre e imaginativo de la segunda mitad del siglo XX. Su libro Mariposas amarillas y los se?ores dictadores (Debate) es un compendio de todo lo que le ha interesado en su lectura de las letras latinoamericanas contempor¨¢neas, poniendo especial ¨¦nfasis en lo que dice la literatura americana respecto a la historia en cuyo contexto se escribi¨®, se recibi¨® y se critic¨®. Dos centenares largos de escritores y sus obran desfilan por este libro riguroso y legible, a caballo entre el travelogue culto y comprometido y la cr¨®nica apasionada de la literatura de un continente.
3. Naturalezas
Los confinamientos y el temor a las ¡°cepas mutantes supercontagiosas¡± han potenciado el inter¨¦s editorial por la naturaleza vivida desde interiores. La gente quiere respirar aire silvestre, aunque sea vicariamente: la lectura proporciona un campo casi infinito para experimentar la naturaleza desde la butaca o, incluso, desde la calentita cama invernal (en el hemisferio sur desde la tumbona veraniega). Joaqu¨ªn Gallego ha publicado, en el sello de su nombre, Malahierba, un peculiar elogio (muy apropiado para estos tiempos) de la ¡°bot¨¢nica humilde¡±: un libro de inquietantes fotograf¨ªas en blanco y negro en el que se celebra la bot¨¢nica ca¨®tica ¡°que rechaza el orden y la disciplina¡± de la jardiner¨ªa y la imposici¨®n de la est¨¦tica vegetal; fotos y textos de Sylvie Bussi¨¨res y Joan Fontcuberta, salpicados por dudosos haik¨²s (¡°crecen m¨¢s libres, / bella flor del cerezo / las malas hierbas¡±) de Izumiya Key, ¡°disc¨ªpulo tard¨ªo de Basho¡±, que a m¨ª me pega m¨¢s bien un heter¨®nimo del propio Fontcuberta. Para ni?os observadores (y adultos juguetones) recomiendo con todo entusiasmo el bell¨ªsimo ¨¢lbum sin palabras Ocultos en el bosque (Kalandraka), del extraordinario acuarelista Mitsumasa Anno, fallecido a los 94 a?os la pasada Nochebuena: una fascinante sinfon¨ªa de verdes en la que hay que encontrar la fauna que lo habita.
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