El ¡®boom¡¯ de las ensayistas estadounidenses
De Joan Didion y Vivian Gornick a Rebecca Solnit y Jia Tolentino, las escritoras de no ficci¨®n protagonizan un fen¨®meno editorial que tambi¨¦n ha llegado a Espa?a

Al final de Arrastrarse hacia Bel¨¦n, el ensayo de 1967 sobre la escena hippy de San Francisco que le dio la fama, Joan Didion tropieza con una ni?a de cinco a?os que est¨¢ leyendo un c¨®mic en el suelo de su habitaci¨®n mientras se relame los labios, pintados de un inexplicable color blanco. La ni?a se halla en pleno subid¨®n lis¨¦rgico: su madre le ha dado LSD para merendar. Otras tardes le toca peyote. La desapegada descripci¨®n que Didion hizo de ese momento, que no logra disimular el desd¨¦n por esa panda de descerebrados que sent¨ªa quien firmaba la cr¨®nica, ha conquistado una p¨¢gina propia en la historia universal de la ensay¨ªstica, sin mucho que envidiar a la ca¨ªda del caballo de Montaigne o al canto del chotacabras en la obra de Thoreau, entre otras ilustres epifan¨ªas de la muerte.
El caso de Didion es el m¨¢s sintom¨¢tico del cambio de paradigma en la literatura estadounidense que tuvo lugar al entrar en el ¨²ltimo tercio del siglo pasado. Solo unas d¨¦cadas atr¨¢s, el g¨¦nero femenino por antonomasia hab¨ªa sido la llamada ficci¨®n dom¨¦stica, conjunto infinito de novelas y folletines escritos por autoras de gran ¨¦xito como Harriet Beecher Stowe, Elizabeth Stuart Phelps, Louisa May Alcott y otras firmas con nombres o apellidos compuestos. Todas ellas crearon historias pensadas para fortalecer el modelo de feminidad imperante, fundamentado en valores como la pureza y la piedad. Pregonaban el dogma de las ¡°esferas separadas¡±, la convicci¨®n de que las diferencias de g¨¦nero implicaban que hombres y mujeres ocupasen lugares distintos en el plano simb¨®lico y en el f¨ªsico: el ¨²nico destino posible para las mujeres era la reclusi¨®n en el hogar. Didion se hizo adulta en los a?os de la posguerra, cuando los hombres volvieron del frente y algunas de esas viejas ideas decimon¨®nicas parecieron regresar con ellos. Hab¨ªa crecido en el seno de una familia republicana de Sacramento y era hija de militar, pero no ten¨ªa ninguna intenci¨®n de quedarse en casa.
Didion no fue la ¨²nica ensayista de renombre, ni siquiera la m¨¢s importante de su tiempo. Tuvo contempor¨¢neas con el prestigio intelectual de Susan Sontag o Janet Malcolm y predecesoras tan ilustres como Elizabeth Hardwick, Diana Trilling y Mary McCarthy, que tambi¨¦n usaron la primera persona como herramienta para analizar el mundo. Fueron autoras de ensayos h¨ªbridos, que aunaban el virtuosismo de la novela con el rigor factual del periodismo y dinamitaban la tradicional separaci¨®n entre informaci¨®n, interpretaci¨®n y opini¨®n, que hoy todav¨ªa sigue sin superarse.
A diferencia de todas ellas, y con la posible excepci¨®n de Sontag, Didion se ha convertido en objeto de culto y fen¨®meno pop, en protagonista de documentales en Netflix e imagen de marcas de lujo como Celine, en un icono inmortalizado en bell¨ªsimas fotograf¨ªas vintage, en las que aparece posando frente a su Corvette o en su porche de Malib¨² junto a sus difuntos. Mientras las atildadas sentencias de Gay Talese y la experimentaci¨®n onomatop¨¦yica de Tom Wolfe, entre otros alborotadores con traje de tres piezas, cotizaban a la baja en el clima cultural, las frases de Didion, punzantes como agujas y ¨¢ridas como el desierto californiano, que daban cuenta de un pa¨ªs con la br¨²jula moral estropeada, iban cobrando un eco poderoso en un presente razonablemente parecido. Didion nunca pas¨® de moda, pero su eclosi¨®n en los ¨²ltimos a?os, que la ha llevado a alcanzar un estatus de leyenda viva y tesoro nacional, podr¨ªa responder a la b¨²squeda de una genealog¨ªa alternativa a la oficial, siempre tirando a masculina. Ese reconocimiento ha trascendido m¨¢s all¨¢ de las fronteras estadounidenses. Cuando la extinta editorial Global Rhythm Press tradujo El a?o del pensamiento m¨¢gico, la inolvidable meditaci¨®n sobre el luto que coronaba su etapa de madurez cl¨¢sica, no logr¨® hacer excesivo ruido. Corr¨ªa el a?o 2006. Hubo que esperar algo menos de una d¨¦cada para que aparecieran legiones de fans (la hubieran le¨ªdo o no).
Algo similar le ha sucedido a Vivian Gornick, a punto de cumplir 86 a?os y solo seis meses mayor que Didion, que ser¨ªa la ant¨ªtesis wasp de esta hija de jud¨ªos comunistas, que se hizo un nombre como reportera de The Village Voice. A lo largo del ¨²ltimo lustro, su libro Apegos feroces, la memoir de 1987 en la que relataba su conflictiva relaci¨®n con su madre, se ha traducido a 15 idiomas. Hasta entonces era un nombre m¨¢s respetado que celebrado y segu¨ªa siendo casi an¨®nima en varias latitudes. Otras ensayistas como Renata Adler, Lydia Davis, Siri Hustvedt o Susan Orlean han reforzado su presencia en el mercado espa?ol, particularmente abierto a este nuevo nicho editorial gracias al esfuerzo conjunto de distintos sellos. El caso de Rebecca Solnit, catapultada por el pertinente neologismo mansplaining, podr¨ªa ser el m¨¢s espectacular, de la mano de Lumen, que acaba de publicar su ¨²ltimo volumen, Recuerdos de mi inexistencia, y de Capit¨¢n Swing, que va camino de traducir toda su bibliograf¨ªa anterior.
Individualismo rom¨¢ntico
En la nueva antolog¨ªa de Didion, Let Me Tell You What I Mean (Knopf), que re¨²ne 12 ensayos escritos entre 1968 y 2000, la autora deja claro que rob¨® el fuego a los dioses literarios de su tiempo. Uno de sus mayores referentes fue, seg¨²n sostiene en uno de sus textos, Ernest Hemingway. ¡°La propia gram¨¢tica de una frase de Hemingway dictaba una forma de mirar el mundo, una forma de observar sin unirse, una forma de moverse sin apegarse, una suerte de individualismo rom¨¢ntico adaptado a su ¨¦poca y su origen¡±, escribe Didion como si hablase de s¨ª misma. Su estudiada mezcla de sequedad y precisi¨®n cl¨ªnica la aprendi¨®, sin embargo, en una peculiar escuela de periodismo: la revista Vogue, a la que lleg¨® tras ganar un concurso literario. Su primer trabajo en la revista consisti¨® en escribir los pies de foto de las p¨¢ginas de decoraci¨®n. ¡°Es f¨¢cil tomarse a la ligera este tipo de escritura. Lo digo porque yo no lo hago: fue en Vogue donde aprend¨ª una especie de facilidad con las palabras, una forma de ver las palabras no como espejos de mi propia insuficiencia, sino como herramientas, juguetes, armas que distribuir estrat¨¦gicamente en la p¨¢gina. En Vogue, una aprend¨ªa r¨¢pido o no se quedaba¡±, a?ade en Telling Stories, otro de estos ensayos desenterrados.
La recuperaci¨®n de Didion y otros nombres parece responder a un intento de transferir un valor a mundos literarios situados al margen del canon e incluso de politizarlos, en el marco de la nueva calibraci¨®n impulsada por el cambio social. Pero eso no significa que todas esas escritoras comulgaran con la causa. ¡°Este grado de ¨¦xito personal a menudo les supuso fricciones con la pol¨ªtica feminista colectiva¡±, recuerda Michelle Dean en el reciente ensayo Agudas. Mujeres que hicieron de la opini¨®n un arte (Taurus). Sontag empez¨® defendiendo el feminismo, pero a?os m¨¢s tarde cambi¨® de opini¨®n y reproch¨® a Adrienne Rich la ¡°simpleza¡± del movimiento, que consideraba propia de ¡°todas las verdades morales capitales¡±. Nora Ephron, que muri¨® habiendo retomado su faceta de ensayista en primera persona del singular ¡ªque, incomprensiblemente, ning¨²n editor espa?ol ha recuperado todav¨ªa¡ª, asegur¨® que le incomodaban ¡°los esfuerzos de las mujeres por organizarse¡±. Lo dijo en 1972, el a?o en el que la propia Didion firmaba un art¨ªculo de portada en The New York Review of Books, en el que parec¨ªa criticar su supuesto ¡°victimismo¡±. La m¨¢s vinculada al movimiento fue Gornick, aunque tambi¨¦n termin¨® tomando sus distancias. ¡°Me di cuenta de que el feminismo no era suficiente para entender mi lugar en la sociedad o en la historia¡±, declar¨® en enero de 2020. Por su parte, Solnit, siempre atenta a las cuestiones de clase social, se dice m¨¢s deudora de Borges y de Orwell que de los libros de Didion, tan repletos ¡°de bienes inmuebles y vestidos muy caros¡±.
En realidad, la habitual cr¨ªtica al privilegio social que ha suscitado este subg¨¦nero, caricaturizado como un pu?ado de escritos de pobres ni?as ricas con apellidos anglosajones y euf¨®nicos, se revela parcialmente injusta a la luz de los ¨²ltimos acontecimientos. El g¨¦nero se democratiza y se diversifica, aunque sea a marchas forzadas. La ¨²ltima sensaci¨®n del ensayo estadounidense es Jia Tolentino, de 32 a?os, hija de inmigrantes filipinos que se hizo un nombre en portales femeninos como Jezebel o The Hairpin antes de fichar por The New Yorker. Su colecci¨®n Falso espejo (Temas de Hoy) re¨²ne ensayos sobre asuntos tan diversos como la telerrealidad, la cultura de la violaci¨®n o el culto a ¡°la mujer dif¨ªcil¡±, de Hillary Clinton a Britney Spears, en el que tambi¨¦n participa este boom de la no ficci¨®n creativa. Otra de sus nuevas estrellas, Leslie Jamison, es blanca y vive en Brooklyn, pero sus ensayos evitan cualquier atisbo de glamur mil¨¦nico: hablan de trastornos alimenticios y adicciones varias, de cobayas m¨¦dicas y memoriales de genocidios. Su ¨²ltimo libro, La huella de los d¨ªas (Anagrama), es a la vez un testimonio en primera persona sobre sus problemas con el alcoholismo y un ensayo sobre el mito literario que sigue explicando parte de su atractivo.
Contra la glorificaci¨®n
Tolentino afirm¨® en un art¨ªculo de 2016 que el gran momento del ensayo en primera persona hab¨ªa terminado, tras el cierre de la plataforma LiveJournal en 2008, el ocaso acelerado de los blogs y, sobre todo, la victoria de Trump, que evidenci¨® la desconexi¨®n entre quienes detallaban sus estados de ¨¢nimo en Internet desde sus comedores metropolitanos y la realidad sociopol¨ªtica del resto del pa¨ªs. Record¨® un poco a cuando Virginia Woolf, all¨¢ por 1905, lament¨® la multiplicaci¨®n de art¨ªculos en primera persona que hab¨ªa provocado la invenci¨®n de la pluma estilogr¨¢fica, ¡°la amable charlataner¨ªa de la mesa del t¨¦ en forma de ensayo¡±. A juzgar por el torrente de novedades que invaden las librer¨ªas, no cuesta adivinar que ambas se equivocaron, cada una en su siglo.
En su d¨ªa, Montaigne admiti¨® que la representaci¨®n literaria de s¨ª mismo que figuraba en las p¨¢ginas de sus libros ten¨ªa ¡°colores m¨¢s v¨ªvidos¡± que los del hombre de carne y hueso. Un rasgo compartido por este grupo de escritoras podr¨ªa ser su voluntad de rebajar esa tendencia a la glorificaci¨®n. Si en sus escritos siempre hay un yo, este suele ser una abstracci¨®n, una argucia t¨¦cnica, un lugar vac¨ªo. Gornick admite haber pasado media vida escribiendo sobre una persona ¡°que era yo y a la vez no era yo¡±. Nancy Mairs, que escribi¨® sobre feminismo y sobre su batalla con la esclerosis m¨²ltiple, defini¨® a ese yo como ¡°una invenci¨®n¡±. Otras autoras tienen alergia a sentar c¨¢tedra y no dudan en compartir sus inseguridades. ¡°Siempre estoy confundida, nunca puedo estar segura de nada. Escribir es mi manera de despojarme de mis autoenga?os, o de desarrollarlos¡±, escribe Tolentino. La propia Didion, rompiendo con la autoridad natural que desprende su voz literaria, admite en el pr¨®logo de Arrastrarse hacia Bel¨¦n que durante a?os sinti¨® p¨¢nico ante la perspectiva de hacer una simple llamada telef¨®nica en el marco de su actividad period¨ªstica. Algo en lo que cualquier reportero imberbe puede reconocerse, por mucha testosterona que uno comparta con Norman Mailer.
LECTURAS
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Los que sue?an el sue?o dorado
Una selecci¨®n de los art¨ªculos de Joan Didion, por primera vez en castellano, con edici¨®n a cargo de Claudio L¨®pez Lamadrid. De Arrastrarse hacia Bel¨¦n a Miami, un sensacional recorrido por el periodismo de la autora de El a?o del pensamiento m¨¢gico.

Mirarse de frente
La autora de Apegos feroces recuerda su experiencia como camarera en los Catskills, las monta?as donde veraneaban los jud¨ªos neoyorquinos, para estudiar el deseo juvenil y recordar su aprendizaje inici¨¢tico sobre lo que era la desigualdad de clase y de g¨¦nero.
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La mujer temblorosa o la historia de mis nervios
La escritora, ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Letras de 2019, adopt¨® la primera persona para tratar de encontrar una explicaci¨®n a sus extra?os temblores sirvi¨¦ndose de las ense?anzas de la neurolog¨ªa, la psiquiatr¨ªa y el psicoan¨¢lisis.

Hambre. Memorias de mi cuerpo
La autora de Mala feminista, que se dio a conocer en la d¨¦cada pasada a trav¨¦s de un blog, explora lo que significa tener sobrepeso en una sociedad obsesionada con la delgadez y revela el desgarro de haber sufrido una agresi¨®n sexual cuando ten¨ªa 12 a?os.

Falso espejo
¡°Al principio, Internet parec¨ªa bueno¡±, reza la primera frase de este compendio de textos sobre la telerrealidad, la moda del ch¨¢ndal o el MDMA a cargo de una de las nuevas voces del ensayo, que se forj¨® en portales femeninos antes de fichar por The New Yorker.

La huella de los d¨ªas
Un recorrido por la relaci¨®n entre creatividad y ebriedad a trav¨¦s de figuras como Raymond Carver, David Foster Wallace, Billie Holiday o Amy Winehouse. La autora, que antes firm¨® el excelente El anzuelo del diablo, narra adem¨¢s su lucha con el alcoholismo.

Recuerdos de mi inexistencia
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