?Vamos a la guerra!
Las cosas est¨¢n sucediendo a una velocidad tan vertiginosa y acuciante que, como le ocurr¨ªa al Espronceda de A Jarifa en una org¨ªa, ¡°en un mar de lava hirviente / mi cabeza siento arder¡±
1. Sopa de gansos
Las cosas est¨¢n sucediendo a una velocidad tan vertiginosa y acuciante que, como le ocurr¨ªa al Espronceda de A Jarifa en una org¨ªa, ¡°en un mar de lava hirviente / mi cabeza siento arder¡±. No para uno de sobresaltos y conmociones. En mi caso, esta situaci¨®n de permanente inestabilidad y diaria sorpresa (quienes piensan que la democracia es aburrida no han vivido sus v¨¦rtigos de monta?a rusa) me ha provocado pasar, sin soluci¨®n de continuidad, de la hipogeusia (p¨¦rdida de sabor) causada por la enfermedad que nos ocupa a una feroz bulimia que no hay paella de bogavante que pueda satisfacer. Ahora, con todos los partidos en liza revolucionados y una densidad de tr¨¢nsfugas pol¨ªticos por kil¨®metro cuadrado como no se hab¨ªa visto desde la Restauraci¨®n, el disparatado entusiasmo electoral me recuerda el surrealista festejo que se monta en el Parlamento de Freedonia (Sopa de Ganso, Leo McCarey, 1933) cuando su presidente, Rufus T. Firefly (Groucho Marx) y el resto de los parlamentarios celebran la ruptura de hostilidades con la vecina Sylvania al grito entusiasta de ¡°?Vamos a la guerra!¡±.
Aqu¨ª lo que nos falta es un personaje con el verbo y la gracia de Groucho, porque al a¨²n vicepresidente del Gobierno se le ha visto demasiado su personal plumero salvaculos en un momento en que las encuestas revelan el descenso de influencia de su partido y la falta de simpat¨ªas que en la propia izquierda (de la derecha, cada vez m¨¢s derechona y fascistoide, ni hablo) suscita su modo de ejercer el liderazgo, as¨ª como la unanimidad norcoreana con la que es soportado por los afiliados. Y conste que, como en otra hilarante escena de la misma pel¨ªcula, el se?or Iglesias parece estar interpret¨¢ndose a s¨ª mismo ante un espejo. Y es que, como al infante del c¨¦lebre stade du miroir de Lacan, la contemplaci¨®n por primera vez en su vida de su propia imagen reflejada en el espejo le llena de entusiasmo y, poco despu¨¦s, de frustraci¨®n (lo que ve es ¨¦l, pero, a la vez, no es ¨¦l). Lo de acercarse a Errej¨®n en plan ¡°pelillos a la mar¡± y aqu¨ª no ha pasado nada se ha parecido demasiado a lo que el gran Baltasar Graci¨¢n atribu¨ªa al hombre astuto: ¡°Dissimulan el intento para conseguirlo y p¨®nese segundo para que en la execuci¨®n sea primero¡±. Y Graci¨¢n aconseja a sus posibles v¨ªctimas: ¡°Advierta la cautela el artificio con que llega y n¨®tele las puntas que va echando para venir a parar al punto de su pretensi¨®n¡± (Or¨¢culo manual y arte de prudencia; aforismo 215). Como ven, todo est¨¢ en los cl¨¢sicos.
2. Ojos cerrados
En Pueblo Chico, el lugar donde transcurre Los ojos cerrados (Galaxia Gutenberg), la ¨²ltima novela de Edurne Portela (Santurtzi, 1974), ¡°la frontera entre estar y no estar, entre vivir y desaparecer no siempre se situaba en el mismo lugar¡±. En ese ¨¢mbito incierto viven y mueren, a lo largo de cuatro d¨¦cadas, personajes marcados por la tragedia, la violencia, el desarraigo, el abandono, el maltrato y la exclusi¨®n, pero tambi¨¦n por la memoria: asuntos todos explorados anteriormente por Portela en ensayos (El eco de los disparos) y novelas (Formas de estar lejos) publicados en la misma editorial. El pueblo y la sierra que lo rodea ¡ªunos montes de ominosa frondosidad¡ª guardan secretos tremendos que los m¨¢s viejos (Pedro, Teresa, Adela) transmiten de alguna manera a los que a¨²n no lo son.
Ariadna, que llega al pueblo en pos de sus or¨ªgenes, va conociendo el qu¨¦ y el qui¨¦n al mismo tiempo que el lector; pero su hambre de conocer le cuesta perder a su pareja, incapaz de compartir la nueva vida. Esta novela hermosa y poco complaciente con el lector (que tiene que desentra?ar la historia a partir de narradores vol¨¢tiles y no siempre fiables) nos habla de fantasmas enquistados y de traiciones, de culpabilidades y miedos que se remontan a un pasado lejano y guerrero, pero que se prolongan como una maldici¨®n. En Pueblo Chico encuentro a veces ecos de la Comala de Rulfo, y, en algunos personajes, el recuerdo del Benjy Compson de Faulkner y del Azar¨ªas de Delibes. Pienso, como ¨²nica pega, que las elipsis narrativas no siempre est¨¢n eficazmente resueltas, de ah¨ª cierto apresuramiento ¡°explicativo¡± en los ¨²ltimos cap¨ªtulos. Pero, por encima de todo, se trata de una novela ambiciosa, arriesgada, valiente.
3. Mao¨ªsmos
Una de las cosas que m¨¢s sorprenden del muy extenso y documentado Mao¨ªsmo. Una historia global (Debate), de Julia Lovell, es la intensidad y fuerza con que un cuerpo de ideas tan contradictorias ¡ªy chocantes con la tradici¨®n del marxismo-leninismo¡ª pudo conseguir en poco tiempo influencia tan global. Y no solo en el Tercer Mundo, donde el campesinado, el nuevo sujeto protagonista de la Revoluci¨®n seg¨²n Mao Zedong, era mayoritario, sino tambi¨¦n en los pa¨ªses desarrollados, en los que, frente al descr¨¦dito del ¡°revisionismo¡± sovi¨¦tico, millares de universitarios y trabajadores revolucionarios adoptaron con entusiasmo el mao¨ªsmo y trataron de adaptarlo a sus condiciones nacionales.
En muchos lugares se fundaron o refundaron partidos comunistas (a menudo con financiaci¨®n china), y el estudio y la discusi¨®n de las obras del Gran Timonel se convirtieron en la casi exclusiva inspiraci¨®n de los militantes. Aunque Lovell hace remontar sus or¨ªgenes a los a?os treinta, el gran impacto del mao¨ªsmo tuvo lugar a partir de la fundaci¨®n de la Rep¨²blica de China (1949) y, en Europa Occidental, de la irradiaci¨®n de la Revoluci¨®n Cultural (1966-1976). Lovell, una historiadora conservadora, recorre de manera amena y documentada c¨®mo se sustanci¨® ese impacto no solo en las luchas anticoloniales y de liberaci¨®n (particularmente interesante es el cap¨ªtulo dedicado a Sendero Luminoso), sino tambi¨¦n en la posici¨®n pol¨ªtica de no pocos intelectuales de los a?os sesenta y setenta.
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