El vac¨ªo espa?ol
Sergio del Molino, Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao, Santiago Alba Rico, Juan Pablo Fusi e Ian Gibson son algunos de los autores que buscan en sus nuevos libros una salida no esencialista al debate sobre Estado y naci¨®n
¡°Desde 1975, los espa?oles, con la ¨²nica excepci¨®n de la Guerra Civil, se han desentendido de Espa?a. Han preferido escribir de cualquier cosa antes que de Espa?a y los espa?oles¡±. Sergio del Molino incluy¨® esta frase en La Espa?a vac¨ªa (2016) y Santiago Alba Rico la recuerda en su ¨²ltimo ensayo ¡ª?titulado escuetamente Espa?a¡ª para elogiar, con justicia, el libro del escritor madrile?o afincado en Zaragoza y, de paso, entonar el mea culpa por haber llegado tarde a Cervantes, ...
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¡°Desde 1975, los espa?oles, con la ¨²nica excepci¨®n de la Guerra Civil, se han desentendido de Espa?a. Han preferido escribir de cualquier cosa antes que de Espa?a y los espa?oles¡±. Sergio del Molino incluy¨® esta frase en La Espa?a vac¨ªa (2016) y Santiago Alba Rico la recuerda en su ¨²ltimo ensayo ¡ª?titulado escuetamente Espa?a¡ª para elogiar, con justicia, el libro del escritor madrile?o afincado en Zaragoza y, de paso, entonar el mea culpa por haber llegado tarde a Cervantes, a Gald¨®s y a su propio pa¨ªs.
La frase es redonda pero no del todo cierta. Justo una d¨¦cada antes, en 2006, un novelista consagrado como Manuel de Lope y un corresponsal brit¨¢nico con tres d¨¦cadas de servicio en la Pen¨ªnsula como Giles Tremlett publicaron, respectivamente, Iberia y Espa?a ante sus fantasmas, dos visiones globales sobre este rinc¨®n de Europa. Es cierto que el primero ten¨ªa por momentos la tensi¨®n baja de una gu¨ªa tur¨ªstica, pero el segundo sigue siendo una obra maestra que ¡ªcon olfato pero sin prejuicios¡ª se meti¨® pronto en charcos que siguen llenos de agua: del Valle de los Ca¨ªdos al nacionalismo catal¨¢n. Por el lado de la historia, ah¨ª estaban dos premios nacionales convertidos en hitos: Mater dolorosa (2001), de Jos¨¦ ?lvarez Junco, e Historias de las dos Espa?as (2004), de Santos Juli¨¢. Y por el del ensayo m¨¢s t¨¦cnico, otro premio nacional como Informe sobre Espa?a (2012), de Santiago Mu?oz Machado, cuyo diagn¨®stico sobre ¡°repensar el Estado o destruirlo¡± sigue vigente porque nadie con poder parece haberse tomado en serio sus consejos sobre la urgencia de reformar la Constituci¨®n de 1978, acr¨ªticamente sacralizada y petrificada ¡ªson sus palabras¡ª pese a que un t¨ªtulo como el VIII ¡ªel m¨¢s ¡°delicado¡± por tratar de la organizaci¨®n territorial del Estado¡ª le parece ¡°incorrect¨ªsimo t¨¦cnicamente¡±. Por el lado de la poes¨ªa, finalmente, la ?revista ?nsula dedic¨® en 2014 un monogr¨¢fico a un tema del que ven¨ªan ocup¨¢ndose autores como V¨¢zquez Montalb¨¢n, Miguel d¡¯Ors, Luis Alberto de Cuenca, ?ngeles Mora o Luis Garc¨ªa Montero.
?De d¨®nde ven¨ªa, pues, la impresi¨®n de que Espa?a interesaba como nunca? De que los interesados eran ahora escritores que el d¨ªa de la muerte de Franco no pasaban de adolescentes ¡ªcomo Santiago Alba Rico o Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao¡ª o no hab¨ªan nacido siquiera, como el propio Sergio del Molino. No deja de ser curioso que todos mezclen en sus libros an¨¢lisis pol¨ªtico y experiencia personal.
Santiago Alba Rico niega la posibilidad del patriotismo constitucional espa?ol defendido por Sergio del Molino en ¡®Contra la Espa?a vac¨ªa¡¯
Cinco a?os despu¨¦s de publicar el libro que puso nombre a un pa¨ªs casi entero, Del Molino retoma los argumentos donde los dej¨® en ¡®Una patria imaginaria¡¯, el ¨²ltimo cap¨ªtulo de La Espa?a vac¨ªa. El resultado, que llega a las librer¨ªas la semana que viene, es un ensayo titulado Contra la Espa?a vac¨ªa que podr¨ªa haberse titulado El vac¨ªo espa?ol (para disgusto, eso s¨ª, del departamento de marketing). Porque de eso va.
Comprobado que la ¡°vertebraci¨®n basada en la Espa?a vac¨ªa¡± ¡ªes decir, en ¡°la memoria campesina y la mitolog¨ªa de los ¨¦xodos rurales¡±¡ª no tiene fuerza para ¡°oponerse a la marea nacionalista y cuajar en un articulado pol¨ªtico¡±, Sergio del Molino defiende que la ¡°¨²nica posibilidad¡± de supervivencia de la democracia liberal pasa por ¡°reapropiarse de lo nacional, evitando tanto su disoluci¨®n en el logotipo de Apple como su estrangulamiento en la turba nacionalista¡±. ?C¨®mo hacerlo? Apelando al patriotismo constitucional teorizado por J¨¹rgen Habermas, basado en la raz¨®n y no en los sentimientos, en el respeto a un marco b¨¢sico y contingente de convivencia y no en la veneraci¨®n de unas esencias supuestamente eternas.
Contra la Espa?a vac¨ªa funciona mejor cuando sigue de cerca esa tesis que cuando se aleja de ella en exceso (para viajar a China, por ejemplo). Mejor cuando demuestra que m¨¢s que una Espa?a plural existe una Espa?a global ¡ªo globalizada por Zara, Ikea y una arquitectura moderna que (Torres Blancas incluidas) no gusta a su autor¡ª que cuando teoriza sobre los pijoprogres, los gafotas, el peronismo o el ruralismo radical de los ¡°nuevos eremitas¡±. Aunque el ensayo defiende un argumentario pol¨ªticamente s¨®lido, por momentos parece un caj¨®n de sastre en el que se ha buscado sitio a cada lectura reciente, ya se trate de Yuval Noah Harari, Rebecca Solnit, Irene Vallejo o Ana Iris Sim¨®n. Adem¨¢s, sorprende que en su defensa de las capitales provinciales ¡ªya apuntado en Lugares fuera de sitio¡ª Del Molino no tenga m¨¢s en cuenta esa m¨¢quina de borrar provincias, generar poder virreinal y construir mitolog¨ªa nacional que son las comunidades aut¨®nomas. Y no solo las llamadas hist¨®ricas.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao desmonta tanto los argumentos del tradicionalismo nacionalcat¨®lico como los defendidos por Ortega y Gasset en ¡®Espa?a invertebrada¡¯. Su modelo de liberalismo es Manuel Aza?a
Dado que la Constituci¨®n de 1978 no siempre genera tanta adhesi¨®n como el nacionalismo o el iPhone, el patriotismo constitucional har¨¢ bien en tenerlos en cuenta. Porque existen y porque, al menos el primero, parece por ahora tan irreversible como la revoluci¨®n neol¨ªtica. Lo importante para la convivencia, por seguir sus propios argumentos, es que no pase a la fase antropoc¨¦nica.
Por otro lado, el ¡°desplome¡± de la socialdemocracia y la irrupci¨®n de los populismos que los pijoprogres no supieron ¡°anticipar¡± es inexplicable en Espa?a sin la gesti¨®n (socialdem¨®crata) de la crisis econ¨®mica de 2008. Sin crisis no habr¨ªa habido proc¨¦s ni 11-M ni Vox ni Podemos ni Felipe VI. Ni un hartazgo tan grande ante un desgaste institucional que iba desde la Monarqu¨ªa hasta el Consejo General del Poder Judicial. Cuando la desigualdad se vuelve galopante, siempre hay alguien que diagnostica como dolor de Espa?a (o de ?Catalu?a) lo que empez¨® con un dolor de tripas (vac¨ªas).
¡°Un pa¨ªs no necesita un consenso sobre su historia y su ser. Los desacuerdos civilizatorios y abiertos a la controversia son s¨ªntomas de democracia viva¡±, escribe Sergio del Molino. M¨¢s adelante, a?ade: ¡°Lo que me importa es el pa¨ªs, no c¨®mo ha llegado a serlo¡±. El problema es que, como apunta Giles Tremlett en su libro, la idea que un espa?ol tiene de la historia a menudo se basa en su intenci¨®n de voto. No sorprende, pues, que la historia sea objeto privilegiado de an¨¢lisis en ensayos como el citado Espa?a, de Santiago Alba Rico, y Rep¨²blica encantada, de Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao.
Alba Rico sostiene que el patriotismo constitucional no es posible en ?Espa?a porque, al contrario que en Alemania ¡ªpatria de Habermas¡ª, aqu¨ª no hubo juicios de N¨²remberg. ?l se conforma con que ¡°cada uno pueda tener sus h¨¦roes sin meterlos en el Parlamento¡± y, sobre todo, con sobrellevar un pasado que no se base en identificar Espa?a con los visigodos primero y con la monarqu¨ªa cat¨®lica despu¨¦s. De ah¨ª sus audaces ¡ªy provocadoras¡ª comparaciones entre la conquista de la Pen¨ªnsula por los musulmanes y la de Am¨¦rica por los castellanos (dos minor¨ªas en tierra de conversiones masivas motivadas por el instinto de supervivencia), o entre la unidad territorial en torno a Castilla y la que se dio en torno a Rusia en la Uni¨®n Sovi¨¦tica (fruto de la fuerza y no de un virtuoso ¡°proyecto sugestivo de vida en com¨²n¡±).
Dice Alba Rico que ¡°las naciones necesitan mitos compartidos¡± y que Espa?a solo tiene dos: la guerra de la Independencia y el gol de Iniesta. Sobre el primero ni siquiera hay acuerdo.
Si Sergio del Molino dedica varias p¨¢ginas de Contra la Espa?a vac¨ªa a Manuel Aza?a como ¡°mito fuerte¡± de la Espa?a democr¨¢tica y adelantado del patriotismo constitucional, Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao le dedica un cap¨ªtulo entero en Rep¨²blica encantada, el ensayo mejor armado de los publicados ¨²ltimamente sobre el ¡°problema espa?ol¡±. Tras desmantelar uno a uno los t¨®picos del tradicionalismo nacionalcat¨®lico sobre Al Andalus, Am¨¦rica, la guerra de la Independencia y la tercera Espa?a (que, al igual que las otras dos, no existe), Ridao defiende el liberalismo no como ¡°doctrina¡± sino como ¡°procedimiento¡±. De ah¨ª su inter¨¦s por la clarividencia de Aza?a al comprender que la pregunta ¡°liberal¡± no es qu¨¦ es Espa?a, sino una m¨¢s ¡°modesta¡±: c¨®mo deber ser gobernada.
Seg¨²n Ridao, el fuste del liberalismo espa?ol moderno est¨¢ torcido porque se apoya en la basa equivocada: Ortega y Gasset. Otros libros recientes como los de Juan Pablo Fusi (Pensar Espa?a) o Ian Gibson (Hacia la Rep¨²blica Federal Ib¨¦rica) ¡ªm¨¢s dispersos e irregulares¡ª tambi¨¦n se ocupan del autor de Espa?a invertebrada, pero Rep¨²blica encantada contiene una demolici¨®n en toda regla de sus argumentos. Con pie de imprenta de 1921 pero publicado en mayo del a?o siguiente, hasta ahora incluso las lecturas m¨¢s cr¨ªticas con las met¨¢foras biol¨®gicas usadas por Ortega en ese libro, sus tics racistas y su deriva esencialista terminaban salvando su ¡°primorosa escritura¡±. Es el caso de Jos¨¦ ?lvarez Junco y Gregorio de la Fuente Monge en El relato nacional (Taurus, 2017). ?Visiones de entrada m¨¢s complacientes llegaban a matizar retrospectivamente sus argumentos contra los ¡°particularismos¡± en virtud del ¡°alto grado de integraci¨®n en el proyecto colectivo que ha supuesto el apoyo por los partidos nacionalistas a la gobernabilidad del Estado en las dos ¨²ltimas legislaturas¡±. Lo escribi¨® Federico Trillo en su pr¨®logo de 2002 para la edici¨®n de Austral. Otros tiempos.
Tras se?alar que el fil¨®sofo no hace m¨¢s que establecer ¡°un diagn¨®stico cl¨ªnico de las mitolog¨ªas nacionalistas mediante im¨¢genes literarias [es decir, ni verdaderas ni falsas, sino huecas] importadas desde la ciencia m¨¦dica¡±, Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao critica su anacr¨®nico ¡°antropomorfismo¡± historiogr¨¢fico ¡ªque plantea analog¨ªas entre los rasgos humanos y los de las naciones¡ª, sus ideas sobre la ¡°excepcionalidad¡± de Espa?a y sus teor¨ªas de las ¨¦lites para concluir: ¡°Que Ortega no sea un autor seducido por las corrientes totalitarias no lo convierte en un autor liberal, como parece darse por sentado. Y, en la medida en que ese es el lugar que se le reserva, incluso a su pesar, la consecuencia m¨¢s duradera de su obra y, sobre todo, de la recepci¨®n que se tributa a su obra es estorbar la identificaci¨®n de la genealog¨ªa del liberalismo en Espa?a¡±.
Dice Santiago Alba Rico que ¡°las naciones necesitan mitos compartidos¡± y que Espa?a solo tiene dos: la guerra de la Independencia y el gol de Iniesta. Sobre el primero, ni siquiera hay acuerdo. Ridao propone dedicar el esfuerzo a pensar el Estado en lugar de la naci¨®n porque, subraya, los ¡°¨²nicos t¨ªtulos de legitimidad¡± pol¨ªtica son las razones y los votos. Como siglos de propaganda y sentimentalismo no se borran de la noche a la ma?ana, convendr¨ªa, para estar alerta, sumar a la bibliograf¨ªa sobre el renacido nacionalismo espa?ol lo mucho y bueno escrito sobre otros nacionalismos. El vasco, por ejemplo. Y, si arrecia el griter¨ªo, recordar las teor¨ªas de Conor Cruise O¡¯Brien rele¨ªdas con brillantez por Jon Juaristi, que en Sacra n¨¦mesis (1999) invita a no perder de vista ¡°la mort¨ªfera presencia de las voces ancestrales en la historia contempor¨¢nea¡±, las peligrosas ¡°deudas de sangre¡± con el pasado, el ¡°juego sacrificial de doble sentido¡± entre nacionalismo y religi¨®n. Si es que uno y otra no son la misma cosa cuando salen del ¨¢mbito privado para tomar la calle.
Lecturas espa?olas
Contra la Espa?a vac¨ªa?
Sergio del Molino??
Alfaguara, 2021
280 p¨¢ginas. 17,95 euros
Se publica el 3 de junio
Espa?a?
Santiago Alba Rico??
Lengua de Trapo, 2020
315 p¨¢ginas. 19,50 euros
Rep¨²blica encantada. Tradici¨®n, tolerancia y liberalismo
en Espa?a?
Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao??
Tusquets, 2021
336 p¨¢ginas. 20 euros
Pensar Espa?a. En torno al pensamiento espa?ol del
siglo XX?
Juan Pablo Fusi??
Arzalia, 2021
280 p¨¢ginas. 19,95 euros
Hacia la Rep¨²blica Federal Ib¨¦rica. Reflexi¨®n y sue?o de un hispanista irredento?
Ian Gibson??
Espasa, 2021
334 p¨¢ginas. 19,90 euros
Historia de la tolerancia en Espa?a?
Ricardo Garc¨ªa C¨¢rcel y Eliseo Serrano (editores)??
C¨¢tedra, 2021
424 p¨¢ginas. 22 euros
?Qu¨¦ se debe a Espa?a??
Francisco Uzcanga??
Libros del K.O., 2021
326 p¨¢ginas. 18,90 euros
Secesionismo y democracia?
F¨¦lix Ovejero??
P¨¢gina Ind¨®mita, 2021
144 p¨¢ginas. 16 euros
Un haz de naciones. El Estado y la plurinacionalidad en Espa?a.
1830-2017?
Xavier Dom¨¨nech
Pen¨ªnsula, 2020
384 p¨¢ginas. 18,90 euros
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