?Por qu¨¦ somos dantescos?
La pandemia ha generado escenas que parecen salidas de la imaginaci¨®n del autor italiano. Nuevas versiones de la ¡®Divina comedia¡¯ conmemoran el s¨¦ptimo centenario de su muerte
Hace poco m¨¢s de un a?o, las im¨¢genes de los ata¨²des llegando en grandes cantidades al Palacio de Hielo de Madrid hac¨ªan inevitable el recuerdo de una de las ilustraciones que Sandro Botticelli prepar¨® para su inacabado pero impresionante programa iconogr¨¢fico de la Comedia. Lo que Dante y Virgilio ven al cruzar las murallas de la capital del infierno y entrar en el c¨ªrcu?lo sexto es una gran extensi¨®n de sepulcros, y el autor la compara con las necr¨®polis de Arl¨¦s y de Pula, famosas y relativamente cercanas para sus primeros lectores.
En tiempos de incertidumbre, las fotograf¨ªas madrile?as parec¨ªan una performance posmoderna del juicio final, y eran, a su manera, una cita de Dante. Porque la Comedia es una obra medieval cargada de futuro. En los siete siglos que nos separan de la muerte de su autor se ha copiado, comentado, impreso, ilustrado y traducido innumerables veces, pero si hoy se publicase como novedad en una colecci¨®n de narrativa, bastar¨ªa con juntar dos palabras que est¨¢n ¨¤ la page para asignarle la mejor estrategia promocional: autoficci¨®n y distop¨ªa. Y no faltar¨ªa quien propusiese su adaptaci¨®n en formato de serie televisiva ni quien encontrase el mejor resumen de su argumento en el estribillo de un popular bolero, porque es la historia de un amor como no hay otro igual que nos hace comprender todo el bien y todo el mal.
Dante somos todos
Dante relata, como si fuese real, su exploraci¨®n de una semana por los tres reinos del ultramundo, pero desde el primer verso est¨¢ hablando de nosotros, porque su experiencia es tambi¨¦n la representaci¨®n de nuestro paso por la vida, una manera ejemplar de comprender nuestras servidumbres y nuestros anhelos. Avanza a paso ligero por los pecados capitales que considera m¨¢s leves (los de incontinencia: lujuria, gula y pereza), despu¨¦s abandona ese esquema y analiza diversas formas de violencia, y en los ¨²ltimos c¨ªrculos del infierno se demora en la condena del enga?o, que culmina en la traici¨®n, mostrando desde el primer canto hasta el ¨²ltimo una obsesi¨®n por la avaricia (¡°vieja loba infame¡±) como causa de los peores males. El protagonista se enfrenta a las consecuencias del pecado, variadas y vistosas formas de horror en una exposici¨®n permanente de desv¨ªos espirituales y lacras morales: el torbellino de los lujuriosos, el alba?al de los lisonjeros, la gravosa hilera de los soberbios, la lluvia pertinaz que enfanga a los airados, el bosque de los suicidas, la c¨®mica y purulenta hidropes¨ªa de los falsarios, el hielo abisal de los traidores. Pero no se trata de abstracciones intelectuales: es Francesca de Rimini la que cuenta c¨®mo se enamor¨® de su cu?ado, es el padre de Guido Cavalcanti quien yace entre los epic¨²reos y echa de menos a su hijo, es el papa Nicol¨¢s III quien confiesa su nepotismo, es Mahoma ¡ªpara Dante un cism¨¢tico, m¨¢s que un hereje¡ª quien se abre literalmente las carnes ante el espectador, es el trovador Bertran de Born quien pasea ¡°con la cabeza asida por los pelos, / como un farol¡±, es Ulises quien arenga a sus hombres y emprende una tr¨¢gica exploraci¨®n en pos del conocimiento: ¡°Pensad en vuestro origen, que no fuisteis / hechos para vivir como animales, / sino para seguir virtud y ciencia¡±.
Las filas de ata¨²des durante la pandemia recordaban a la ¡®Comedia¡¯ ilustrada por Botticelli
En la poderosa imaginaci¨®n de Dante, que prolifera en la nuestra, esos personajes siguen ah¨ª por los siglos de los siglos, y tal vez nos esperan. Somos peregrinos como el autor, pero tambi¨¦n cabe una posibilidad m¨¢s inconfesable: que nos reconozcamos en los condenados del Infierno o en los penitentes del Purgatorio. ?Qui¨¦n no conoce a un pol¨ªtico corrupto, a un glot¨®n simp¨¢tico, a un trepador sin escr¨²pulos, a un artista vanidoso, a un colega mezquino, a un mentiroso compulsivo, a un poeta afecto al poliamor? Todos tienen su espacio en los versos de Dante por haber sido como somos nosotros; est¨¢n donde tienen que estar, pero su caso los singulariza y exige la atenci¨®n del poeta, sensible a infinitos matices y a delicadas ambig¨¹edades, como cuando se encuentra entre los sodomitas a su maestro Brunetto Latini y prefiere recordar con afecto su gran lecci¨®n: ¡°La eternidad que el hombre alcanzar puede¡±.
Los libros que nos salvan de las rutinas del d¨ªa ¡ªaunque sea cont¨¢ndonos las rutinas o las ruinas de sus personajes¡ª forman parte de un territorio sin g¨¦nero en el que la verdad y la mentira no se mezclan, ni se confunden, ni se compensan, ni se alternan, ni se desaf¨ªan, porque son sencillamente la misma cosa. El Purgatorio, con sus estratos incomunicados (salvo para quien, como el narrador, va progresando en su camino de perfecci¨®n), puede ser la met¨¢fora de este segundo a?o pand¨¦mico: los pecadores tienen que purgar sus errores durante un espacio de tiempo variable, en funci¨®n de sus culpas y de la ayuda externa que puedan recibir en forma de oraciones o de relatos de casos ejemplares, y su penitencia se parece bastante a la nuestra, de duraci¨®n y final imprevisibles, basada en un sacrificio personal y colectivo, pero orientada hacia la esperanza de un futuro mejor.
El Purgatorio es la met¨¢fora perfecta de este segundo a?o de coronavirus
Tampoco podemos descartar identificarnos con alguno de los personajes del Para¨ªso, que en realidad es una especie de abstracci¨®n, un lugar sin espacio y un tiempo sin tiempo, una sostenida hip¨¦rbole de miles de versos en la que culmina la aventura del protagonista y que podr¨ªa resumirse con las palabras que, seg¨²n se dice, pronunci¨® Goethe en su lecho de muerte: ¡°?Luz, m¨¢s luz!¡±. En el mediod¨ªa perfecto del emp¨ªreo, Dante va conociendo ejemplos de santidad, ¡°chispas fugac¨ªsimas / que ante mis ojos se desvanec¨ªan¡±. El amor de Beatriz lo ayuda a resistir esa luz cada vez m¨¢s intensa y a comprender los designios de Dios y los misterios de su creaci¨®n, encerrada en un punto de claridad absoluta y figurada como un libro: ¡°En su profundidad vi que se encierra, / cosida con amor en un volumen, / todo lo que despliega el universo¡±. En nuestro tiempo de realidades virtuales, en las que la ficci¨®n de Dante se mueve como pez en el agua, sigue siendo reconfortante la idea de que todo pueda encerrarse en un objeto sencillo y hermoso de menos de 1.000 p¨¢ginas que nos acompa?ar¨¢ toda la vida.
Dante para rato
En el Purgatorio, el poeta latino Estacio intenta un abrazo imposible con su admirado Virgilio, que le recuerda que ambos son esp¨ªritus: ¡°No, hermano, que eres sombra y sombra ves¡±. Entre los centenares de personajes de la trama, Dante es el ¨²nico ser vivo, el ¨²nico que a su paso mueve las piedras o proyecta sombra, y con ello provoca la ira de los demonios, el desconcierto de los pecadores, la incomodidad de los penitentes y la curiosidad de los beatos, y en su periplo, tras las dudas iniciales, asume con responsabilidad y un punto de orgullo su condici¨®n de testimonio elegido de unos hechos extraordinarios. Es nuestro enviado al m¨¢s all¨¢ y nos cuenta lo que ha visto. El prop¨®sito de Dante no fue componer la figura para la eventual contemplaci¨®n de la posteridad, como en la vanidad de los retratos, sino alzar una obra memorable, suma del esfuerzo humano y del misterio, sobrehumano a su modo, de la inspiraci¨®n.
Las grandes obras de lo que llamamos literatura universal son incomparables, pero casi todas pertenecen a un cierto linaje, porque perfeccionan una tradici¨®n o inician una moda. En Dante van de la mano, como en otros autores antiguos, la cultura cl¨¢sica y la nueva poes¨ªa en romance que naci¨® con los trovadores, pero la lista de sus obras en lat¨ªn y en italiano est¨¢ formada por una sucesi¨®n de creaciones asombrosas que son, casi sin excepci¨®n, espec¨ªmenes ¨²nicos, libros singulares sin linaje (la Vida nueva, el De vulgari eloquentia, el Convivio, la Monarqu¨ªa).
Los grandes de la literatura perfeccionan una tradici¨®n o inician una moda. Dante hace ambas cosas
Confrontada con otras grandes obras, la Comedia resulta todav¨ªa m¨¢s asombrosa: por la ambici¨®n de la empresa, por las circunstancias de su redacci¨®n, por la m¨²sica de sus 15.000 endecas¨ªlabos, por la desaz¨®n moral de sus personajes, por la prodigiosa invenci¨®n de una forma y de una estructura que crean la ilusi¨®n de la perfecci¨®n, por la evocadora exactitud de sus innumerables tesoros verbales y por otras muchas razones que nos ayudan a entender la incansable dedicaci¨®n de los fil¨®logos y, lo que es m¨¢s importante, su gran poder de sugesti¨®n sobre los mejores creadores de cualquier disciplina.
Y eso, que es una evidencia hist¨®rica v¨¢lida para cualquier letra del alfabeto (Barcel¨®, Blake, Boccaccio¡), tambi¨¦n es cosa de nuestro presente. Mientras escribo estas l¨ªneas, el joven pintor Jordi D¨ªaz Alam¨¤ trabaja en un ambicioso programa pict¨®rico del Infierno; hace unos meses, el bailaor Andr¨¦s Mar¨ªn proyectaba un gran espect¨¢culo basado en la Comedia e interrumpido por la pandemia, y el pasado 10 de mayo el compositor Mauricio Sotelo estren¨® en el auditorio del Museo Reina Sof¨ªa una intensa pieza de ¡°flamenco espectral¡± en la que algunos versos de mi traducci¨®n sonaron en la voz prodigiosa de Arc¨¢ngel.
Son formas asequibles y modernas de sentirse en el para¨ªso, y siempre nos quedar¨¢ la m¨¢s elemental: leer a Dante, porque la Comedia es una novela en verso, un poema que nos habla del saber y del vivir, de la vida mortal y de la vida eterna, a trav¨¦s de una ficci¨®n autobiogr¨¢fica que pretend¨ªa alcanzar ¡ªy lo ha acabado consiguiendo¡ª dimensi¨®n ecum¨¦nica. Es la f¨¢bula ideal para dar un sentido grandioso a nuestras peque?as vidas, una cartograf¨ªa del m¨¢s all¨¢ tan imaginaria como eficaz, porque traza el mejor mapa antiguo de un territorio invariable: la condici¨®n humana.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mic¨® es poeta y m¨²sico y ha traducido la ¡®Comedia¡¯ de Dante para Acantilado (2018).
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