Mi Dios contra tu creencia
Paula Iwasaki reina en un espect¨¢culo ambicioso y did¨¢ctico, pero sin aliento dram¨¢tico, sobre la fil¨®sofa y matem¨¢tica Hipatia de Alejandr¨ªa
En el ecuador del Festival de M¨¦rida, sobresale un melodrama ambicioso y did¨¢ctico sobre una m¨¢rtir laica, sostenido con vehemencia, fuerza y emoci¨®n genuina por su protagonista, Paula Iwasaki. En Hipatia de Alejandr¨ªa, que se representa en el Teatro Romano de M¨¦rida hasta el 25 de julio, Miguel Murillo, su autor, plantea un debate esquem¨¢tico entre raz¨®n y creencia, entre ciencia y religi¨®n. El asesinato de la matem¨¢tica y fil¨®sofa neoplat¨®nica por una turba de monjes cristianos fan¨¢ticos puso colof¨®n a cuatro siglos de enfrentamientos religiosos entre paganos, jud¨ªos y seguidores de Cristo, divididos a su vez en sectas que pugnaban entre s¨ª.
Murillo, que estudi¨® Magisterio, compone los personajes y distribuye las escenas con criterio pedag¨®gico. El debate entre el fil¨®sofo Te¨®n e Hipatia, su hija, est¨¢ escrito desde una perspectiva actual: pone en juego las ideas que hoy tenemos sobre aquella ¨¦poca. Parece inspirado en alguno de los di¨¢logos que Galileo mantiene con sus antagonistas en la obra, tambi¨¦n did¨¢ctica, de Bertolt Brecht sobre el astr¨®nomo italiano, que no se caracterizan por su verosimilitud. El argumento de Hipatia condensa lo que se sabe sobre su protagonista, que ejerci¨® una influencia considerable en el mundo de las ideas, tuvo numerosos disc¨ªpulos y fue consejera de los principales magistrados de Alejandr¨ªa: hacia el siglo V, los fil¨®sofos desempe?aban una funci¨®n asesora equivalente a la que compete hoy a los geoestrategas.
Respecto a lo que cuenta en t¨¦rminos hist¨®ricos, Hipatia de Alejandr¨ªa merece un cr¨¦dito razonable, que zozobra cuando la obra se adentra en aguas genuinamente melodram¨¢ticas: la escena, fantasiosa, del asesinato de Te¨®n, subrayada por una m¨²sica rom¨¢ntica, resulta folletinesca tal y como est¨¢ escenificada, por mucho que sus int¨¦rpretes junten talento con coraz¨®n. Tampoco el martirio del bueno de Olimpio, sacerdote del dios Serapis, resulta digestible, expuesto de manera tan evidente como se muestra aqu¨ª. Pedro Antonio Penco, su director, contornea con pericia los perfiles de esta notable producci¨®n, que re¨²ne a 15 int¨¦rpretes y 11 figurantes, pero no da en la diana en las escenas medulares, que en el teatro n¨ o en el kabuki se hubieran resuelto con un golpe de poes¨ªa.
La obra merece un cr¨¦dito razonable en t¨¦rminos hist¨®ricos, que zozobra cuando se adentra en aguas melodram¨¢ticas
La peripecia de la matem¨¢tica y astr¨®noma es interrumpida de modo recurrente por un quinteto de planetas solares o de deidades gir¨®vagas, pues su identidad queda entre dos aguas, que le imprimen ocasionalmente a Hipatia un temple tr¨¢gico. La core¨®grafa Cristina Silveira insufla a las intervenciones de este grupo un h¨¢lito vital que se echa en falta en las entradas de los figurantes, hier¨¢ticas y solemnes. Con su discurso determinista, este coro, de inspiraci¨®n griega, contradice el discurso racional del autor y de los personajes positivos de su obra. No hay confrontaci¨®n entre coro y protagonistas, pues sus rumbos avanzan en paralelo y se pierden en el horizonte sin llegar a confluir.
Tampoco el martirio fatal de Hipatia, que debiera ser escena clim¨¢tica, est¨¢ resuelto con ambici¨®n po¨¦tica. No obstante, Paula Iwasaki mantiene tenso el arco de su actuaci¨®n, que encuentra est¨ªmulo y empuje en las r¨¦plicas de Daniel Holgu¨ªn (Orestes). La actriz Gema Gonz¨¢lez, coproductora del espect¨¢culo junto a M¨¦rida, lo da todo en el emocionado mon¨®logo de una mujer obligada a abandonar su ciudad natal al decretarse la expulsi¨®n de los jud¨ªos.
Existe un v¨ªnculo ¨ªntimo entre el fanatismo de Cirilo, Patriarca de Alejandr¨ªa, inductor del asesinato de Hipatia, y otros fanatismos actuales o en ciernes, religiosos o no. Cirilo (todo ¨¦l doblez en la interpretaci¨®n de Rafa N¨²?ez) demoniz¨® a la fil¨®sofa para que otros le hicieran el favor de deshacerse de ella, pues le estorbaba en su pugna por el poder pol¨ªtico. Tienen vigor tambi¨¦n las actuaciones de Guillermo Serrano (Sinesio de Cirene, obispo y ex alumno de Hipatia), Francis Lucas (el Loco de Cirene, gracioso que acaba desvinculado de la acci¨®n), Alberto Iglesias (Te¨®n) y Pepa Pedroche (Zaira). El p¨²blico del estreno expres¨® su agrado con verdadero entusiasmo.
Hipatia de Alejandr¨ªa. Autor: Miguel Murillo. Director: Pedro A. Penco. Teatro Romano. M¨¦rida. Hasta el 25 de julio.
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