Danzad, danzad, benditos
En su primera obra esc¨¦nica, el artista Isidoro Valc¨¢rcel Medina se aproxima al baile desde las matem¨¢ticas. Se estrena este mi¨¦rcoles, en una ¨²nica funci¨®n, en el Centro Conde Duque de Madrid
Sobre el escenario, un gran pared blanca y una mesa. Encima de ella hay papeles llenos de n¨²meros que empiezan a mover cuatro bailarines que salen escalonadamente a escena. El primero coge un papel con un 66 y lo coloca en la pared. Le sigue un 71 y un 35. El 112 es el primero que se queda en el suelo. Son Ana Catarina Rom¨¢n, Mar Aguil¨®, Aimar Odriozola y Rolando Salame, elenco a los que el artista Isidoro Valc¨¢rcel Medina (Murcia, 1937) llama danzarines. ?l sale cuando ellos desaparecen. Lo hace para deshacer los pasos antes dados, como en un segundo acto de desbaile. Con un atril colocado ahora en la mesa, se dispone a recoger ordenadamente los n¨²meros esparcidos por las paredes y el suelo. Empieza por el mayor, 123, y va buscando los anteriores hasta llegar a los tres n¨²meros que dan t¨ªtulo a En funci¨®n de 1, 2, 3..., que se estrena este mi¨¦rcoles en el Centro Conde Duque de Madrid en una ¨²nica sesi¨®n. Es su primera obra esc¨¦nica en la que se aproxima al mundo de la danza, un campo desconocido para ¨¦l y en el que nunca se hab¨ªa sumergido antes. Es adem¨¢s, la primera pieza de la compa?¨ªa ELAMOR dentro de su serie Nuevos core¨®grafos, en la que creadores ajenos al mundo de danza en sus pr¨¢cticas art¨ªsticas experimentan por primera vez con este medio.
Lo que propone Isidoro Valc¨¢rcel Medina, uno de los artistas espa?oles m¨¢s aplaudidos, Premio Nacional de Artes Pl¨¢sticas en 2007 y Premio Vel¨¢zquez en 2015, no es un espect¨¢culo de danza en sentido estricto. Los 70 minutos de funci¨®n ponen en di¨¢logo lo met¨®dica que es toda coreograf¨ªa con lo previsibles que son los n¨²meros para indagar en una idea de desplazamiento y cuerpo sin apenas distancias. Parece obvio, y lo es. El artista juega a menudo con lo evidente pero, al hacerlo, consigue una peque?a transformaci¨®n de la idea, de la mirada. Siempre cuestiona las reglas de las cosas, pero de una forma tan correcta que nadie podr¨ªa decirle a ¨¦l nada. Aqu¨ª indaga en qu¨¦ es el baile y c¨®mo las pautas de comportamiento diarias componen una danza llena de patrones aprendidos. Incluso cuando paramos, pensamos y dudamos.
Valc¨¢rcel Medina utiliza la palabra ¡°funci¨®n¡± con doble sentido. Por un lado, alude a la relaci¨®n matem¨¢tica y, por otro, al acontecimiento esc¨¦nico. Partiendo de la idea de que todos somos bailarines, ya que todos nos movemos de un lado a otro (una idea que tiene miga tras el confinamiento), el artista explora la relaci¨®n de los n¨²meros y el cuerpo poniendo en jaque esa idea de especializaci¨®n que tanto le molesta siempre. Adem¨¢s, se acoge al sentido de ¡®sustituto¡¯, de bailar¨ªn en funciones. Es la artima?a que se ha fabricado para justificarse a s¨ª mismo como danzar¨ªn. La estrategia para lanzar esta inoportuna formulaci¨®n de la danza contempor¨¢nea.
Salirse de madre
Valc¨¢rcel Medina siempre ha hecho suya esa estrategia de sacudir al espectador para intrigarlo. De ind¨®mita personalidad, su ¨¢cido temperamento hace del ¡°mordiente¡± la raz¨®n de su vida. A d¨ªa de hoy, la ve pasar con un halo de optimismo del que no estar dispuesto a despegarse, pese a lo complicado de las circunstancias. Durante el confinamiento, se limit¨® a pintar paisajes desde su balc¨®n. Cuando pudo poner un pie en la calle, se volc¨® en hacer un desguace del Barrio de las Letras, en Madrid, donde vive. En el MUSAC de Le¨®n todav¨ªa pueden visitarse sus Arquitecturas prematuras, dise?os de edificios cuya funci¨®n alude a tab¨²es sociales, que Caniche Editorial recoge en un bonito volumen.
De hecho, con la rehabilitaci¨®n de edificios se ha ganado siempre la vida este hombre al que los manuales consideran un referente del arte conceptual en Espa?a. Aunque, en realidad, es un maestro del escapismo. Desde los sesenta ha procurado escaquearse de todo cuanto ha podido hacerle caer en las redes del sistema del arte. Su m¨¢xima es una arte para ser vivido y no contemplado. Siempre ha tratado de crear lugares donde la gente pudiera estar volcada en la idea de que la vida bien vivida ya es un arte en s¨ª misma y que el arte bien hecho forma parte de la vida. Que son lo mismo, siempre que ambos sean aut¨¦nticos. No es la primera vez que trabaja con n¨²meros. En 1973, llam¨® a 80 n¨²meros de tel¨¦fono de la gu¨ªa telef¨®nica para ofrecerles el suyo propio. Cuando la gente, sorprendida, preguntaba para qu¨¦ lo quer¨ªa, ¨¦l contestaba: ¡°Hombre, usted sabr¨¢ si le puede interesar¡±. O, en 1976, cuando recorri¨® con sus vecinos 136 manzanas de Asunci¨®n. Dice que es un hombre normal, pero no habitual. Que ser radical es m¨¢s c¨®modo que ser convencional. Que salirse de madre no es perder autonom¨ªa, sino ganarla.
¡®En funci¨®n de 1, 2, 3¡¡¯. Centro Conde Duque. Madrid. 8 de septiembre, a las 20h.
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