?Temblad, tiranos y p¨¦rfidos!
Tras la Revoluci¨®n Francesa se desarrollaron los apasionantes actos de un drama que termin¨® alumbrando el mundo moderno, del que nuestra contemporaneidad es el ¨²ltimo avatar
1. Revoluciones
Escojo como t¨ªtulo un vibrante verso traducido de La Marsellesa (1792), himno oficial de Francia desde 1795 (aunque prohibido durante el primer Imperio, la Restauraci¨®n borb¨®nica y durante la Guerra Mundial, tanto en la Francia ocupada como en el r¨¦gimen de Vichy), porque, para bien o para mal, y al menos en lo que llaman Occidente, todos somos hijos de la Revoluci¨®n Francesa, incluyendo a quienes la ven como origen de todos los males. Durante 15 a?os, desde la toma de la Bastilla hasta la (auto) coronaci¨®n de Napole¨®n, se desarrollaron los apasionantes actos de un drama que termin¨® alumbrando el mundo moderno, del que nuestra contemporaneidad es el ¨²ltimo (y si no conseguimos evitarlo, terminal) avatar. La historiograf¨ªa y la literatura que aquella sucesi¨®n de acontecimientos ha engendrado es casi inabarcable, en cambio resulta parad¨®jica la falta de un gran museo de la R¨¦volution Fran?aise. El del castillo de Vizille, cerca de Grenoble, no est¨¢ a la altura, a pesar de que en ¨¦l se encuentra una excelente biblioteca tem¨¢tica en la que se guardan (entre otros muchos) los legados documentales y bibliogr¨¢ficos de dos grandes estudiosos que interpretaron la revoluci¨®n de muy distinta manera: Albert Soboul (1914-1982), el historiador marxista, mandar¨ªn intransigente de la escuela jacobina de estudios revolucionarios, que analiz¨® los acontecimientos bajo el prisma de la lucha de clases, y para quien los sans-culottes encarnaron el embri¨®n del proletariado urbano (y el Terror constituy¨® un instrumento inevitable para defender las conquistas revolucionarias); el otro historiador es Fran?ois Furet (1927-1997), que muy pronto se alz¨® contra ¡°el catecismo revolucionario¡± de Soboul, criticando acerbamente la ¡°ilusi¨®n retrospectiva de ver en los actores de la historia simples eslabones de un engranaje hist¨®rico escrito de antemano¡±, y repensando, por ejemplo, el Terror de 1793 a la luz del implantado por los bolcheviques desde 1917. Sobre la Revoluci¨®n Francesa me resultan m¨¢s eficaces y concentradas, aunque limitadas a Par¨ªs, las salas que le dedica el estupendo Mus¨¦e Carnavalet, en las que se exhiben objetos, documentos, maquetas, emblemas, armas y toda clase de objetos de la ¨¦poca, adem¨¢s de una interesante colecci¨®n de pintura de la que destaco, por el entusiasmo que revela, El juramento del Jeu de Paume, atribuido a Jacques-Louis David. El ¨²ltimo intento de interpretaci¨®n de la Revoluci¨®n Francesa es el que lleva a cabo el historiador estadounidense Jeremy D. Popkin en el recientemente publicado (Galaxia Gutenberg) El nacimiento de un mundo nuevo, en el que, adem¨¢s de ocuparse m¨¢s extensamente de grupos anteriormente descuidados por historiadores europeos (mujeres, negros: excelente cap¨ªtulo sobre la revoluci¨®n en Hait¨ª), el autor se interesa por los debates de los revolucionarios en presencia, y se?ala, desde su punto de vista conservador, las diferencias esenciales entre las revoluciones francesa y rusa. En todo caso, y para una visi¨®n m¨¢s panor¨¢mica y narrativa de los acontecimientos revolucionarios, mi libro favorito sigue siendo Ciudadanos, una cr¨®nica de la Revoluci¨®n Francesa, de Simon Schama, publicado por Debate en 2019.
2. Biograf¨ªas
Nada me alegra m¨¢s que comprobar c¨®mo se va cubriendo el anterior (y enorme) vac¨ªo de las biograf¨ªas literarias en nuestro mercado libresco. Entre las ¨²ltimas que se han publicado destaco dos: Rub¨¦n Dar¨ªo, la vida errante, de los profesores Roc¨ªo Oviedo P¨¦rez de Tudela y Julio V¨¦lez-Sainz, es una nueva biograf¨ªa acad¨¦mica pero bien contada (un binomio no siempre presente en los textos de historiadores universitarios) del m¨¢s influyente poeta hisp¨¢nico de finales del XIX y primer cuarto del XX. El libro est¨¢ publicado por C¨¢tedra dentro de su meritoria colecci¨®n de biograf¨ªas literarias; la ¨²nica pega que puede pon¨¦rsele es la ausencia de ¨ªndices onom¨¢sticos y tem¨¢ticos, algo que, con los medios inform¨¢ticos, no resultar¨ªa dif¨ªcil implementar. Lem. Una vida que no es de este mundo (Impedimenta, traducci¨®n de B¨¢rbara Gil), de Wojciech Orlinski, es la primera biograf¨ªa publicada en espa?ol del inclasificable pol¨ªgrafo polaco Stanislaw Lem (1921-2006), cuyas obras (especialmente las clasificadas como ciencia ficci¨®n) han sido traducidas por varias editoriales espa?olas. Desde hace unos a?os, Impedimenta tiene en su cat¨¢logo buena parte de la obra del autor polaco, incluyendo, por supuesto, la profundamente filos¨®fica (y freudiana) Solaris (1961), llevada al cine, entre otros, por Andr¨¦i Tarkovsky (1972) y Steven Soderbergh (2002). M¨¢s modesta, pero igualmente meritoria es la colecci¨®n de biograf¨ªas breves Vidas T¨¦rmicas de la editorial malague?a Zut, un sello fundado por el novelista Juan Bonilla y el abogado y editor Carlos Font que descubr¨ª hace unos a?os gracias a la publicaci¨®n de Morgue (1912, traducci¨®n de Jes¨²s Mun¨¢rriz), el tremendo libro de Gottfried Benn (1886-1956), del que todav¨ªa recuerdo la impresi¨®n que me produjo el poema Sala de parturientas. En la colecci¨®n Vidas T¨¦rmicas (en torno a 100 p¨¢ginas cada una) se han publicado, entre otras, las biograf¨ªas de Pynchon, Ajm¨¢tova o Mohamed Chukri.
3. En el autob¨²s
Cada vez que me subo a uno, me viene a la cabeza, aunque no venga a cuento, una frase genial del Viaje en autob¨²s (1942) de Josep Pla (edici¨®n de Xavier Pla en C¨¢tedra): ¡°?Qu¨¦ bien estamos todos en el autob¨²s (¡) arropados en el humo de las labores variadas y finolis!¡±. Ya s¨¦ que el maestro catal¨¢n del castellano se refer¨ªa a su viaje en un autocar de l¨ªnea, pero da igual. Estos d¨ªas he le¨ªdo a trozos y con mucho gusto el original¨ªsimo libro 101 autobuses de Madrid (Abada), de Carlos Alberdi, una estupenda gu¨ªa de viajes de Madrid (y de sus transformaciones) a partir de la descripci¨®n minuciosa (paisajes, gentes, lugares) de cada l¨ªnea de autob¨²s que lo recorre. Si aman y odian y aman otra vez a esta ciudad con y sin Ayuso no deber¨ªan perd¨¦rselo.
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