Po¨¦tica del toque de queda: Diamela Eltit por Diamela Eltit
La novelista chilena repasa su juventud durante la dictadura de Pinochet, su visi¨®n de la escritura y el momento que atraviesa su pa¨ªs ante las elecciones del 19 de diciembre
Diamela Eltit habla a los j¨®venes que tiene enfrente de una dictadura que les es lejana. La escritora chilena ten¨ªa 24 a?os en 1973 cuando un golpe militar derroc¨® el Gobierno de Salvador Allende. ¡°Tuvimos que aprender a recodificarnos. La ciudad ya no nos pertenec¨ªa¡±, les explica. En aquellos a?os, cofund¨® el Colectivo de Acciones de Arte (CADA), que interven¨ªa en el espacio p¨²blico con mensajes pol¨ªticos y po¨¦ticos contra el r¨¦gimen de Augusto Pinochet; tambi¨¦n public¨® sus primeras novelas, y no dej¨® el pa¨ªs hasta 1990. Recuerda a los desaparecidos, a los asesinados, a los presos pol¨ªticos, a los exiliados: ¡°No le deseo absolutamente a nadie nunca por ning¨²n motivo que viva bajo una dictadura, ni j¨®venes, ni ni?os, ni adultos, ni viejos. Es intolerable¡±.
Decenas de adolescentes, moderados por la poeta Roc¨ªo Cer¨®n, acudieron a principios de diciembre a escucharla en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en M¨¦xico, donde este a?o recibi¨® el Premio de Literaturas Romances. All¨ª le preguntaron por su pasado de artista, por su presente de escritora y por el futuro de la democracia en Chile. Este 19 de diciembre el candidato de extrema derecha, Jos¨¦ Antonio Kast, se enfrenta al de izquierda, Gabriel Boric, en la segunda vuelta electoral. Eltit responde: ¡°Estamos con la posibilidad de que salga un representante de ultraderecha cuya obsesi¨®n son los cuerpos. Esa locura encuentra complicidades porque el cuerpo, sabemos, es de los sitios m¨¢s asediados¡±. Por m¨¢s de una hora, los lleva por las noches de toque de queda de su juventud; por la geograf¨ªa de su ciudad, Santiago de Chile, o por la b¨²squeda que hizo de su propia escritura. Cada vez que la aplauden, ella aplaude.
NO +, artista antes que escritora
En Chile tuvimos una situaci¨®n nefasta: en 1973 vivimos un golpe de Estado. Pasamos violentamente de una situaci¨®n democr¨¢tica a una dictadura. Nunca pensamos que nos ocurrir¨ªa a nosotros. Fue dram¨¢tico. No quiero hablar por m¨ª, ni por todos mis compa?eros y compa?eras que sobrevivimos a este tiempo, sino por los detenidos-desaparecidos (que era un concepto que no conoc¨ªamos), los asesinados, los miles de presos pol¨ªticos y el casi mill¨®n de personas que tuvieron que salir al exilio.
Tuvimos que aprender a recodificarnos y vivir bajo una dictadura. Por ejemplo, las universidades pasaron a ser dirigidas por militares. En ese contexto empezamos a agruparnos varios artistas en una cosa transversal donde hab¨ªa teatro, poes¨ªa, artes visuales... As¨ª formamos un grupo al que denominamos Acciones de Arte, que hizo arte p¨²blico. La ciudad ya no nos pertenec¨ªa, hab¨ªa sido privatizada por el nuevo r¨¦gimen. Ten¨ªamos que hacer algo: ¨ªbamos a la ciudad, interven¨ªamos y nos retir¨¢bamos.
Dentro de eso, quiero recordar el NO +. Justo a 10 a?os del golpe de Estado, que dur¨® 17 (25 si sumamos que durante la transici¨®n el dictador qued¨® como senador), nosotros sal¨ªamos en la noche y ray¨¢bamos en las paredes ¡°NO +¡±, con el signo porque era m¨¢s r¨¢pido. Apostamos a que la ciudadan¨ªa iba a completar eso y lo complet¨®: ¡°No m¨¢s dictadura¡±, ¡°no m¨¢s muertes¡±, ¡°no m¨¢s padres¡±¡ Depend¨ªa de qui¨¦n se hac¨ªa cargo de ese NO +. Hoy es un lema vigente que se sigue usando en todas las manifestaciones. Ya no nos pertenece. La pol¨ªtica trag¨® el signo de arte.
Juventud robada. Vivir bajo el toque de queda
Nosotros tambi¨¦n nos divert¨ªamos. Pero el problema que ten¨ªamos era que las fiestas eran de toque de queda a toque de queda. Es decir, no te pod¨ªas ir a tu casa a las tres o cuatro de la ma?ana porque no se pod¨ªa salir a la calle. Si ibas a una fiesta, la palabra sue?o se ten¨ªa que borrar porque ten¨ªas que irte cuando se levantaba el toque de queda al otro d¨ªa. Dentro de eso, por supuesto, hay fiestas memorables. Nos ten¨ªamos que quedar en el mismo sitio y eso gener¨® comunidades y, por supuesto, tambi¨¦n hostilidades en gente que se conoci¨® m¨¢s tiempo del que se necesitaba conocer.
Chile hoy, el futuro de la democracia
Los sistemas democr¨¢ticos se dejan caer muy fuertemente sobre sus habitantes y b¨¢sicamente sobre los j¨®venes. Hay una cierta presi¨®n y opresi¨®n sobre ellos m¨¢s all¨¢ del sistema en el que habiten. Desde luego, todas las democracias son imperfectas, pero es hasta el momento la mejor forma de Gobierno.
En Chile estamos en un momento crucial. Estamos con elecciones y con la posibilidad de que salga un representante de ultraderecha cuya obsesi¨®n son los cuerpos. Ese es su gran tema. La econom¨ªa, lo m¨¢s favorable al mundo empresarial; el resto, la vigilancia sobre los cuerpos. [El candidato] quiere cosas bastantes locas: en su discurso, la gente tiene que ser heterosexual, casada¡ Esa locura encuentra complicidades porque el cuerpo, sabemos, es uno de los sitios m¨¢s asediados. Incluso la democracia tiene zonas restrictivas. Por ejemplo, el sistema jur¨ªdico se apropia sobre el ¨²tero de las mujeres. Un ¨®rgano pasa a ser potestad estatal: se puede abortar, no se puede abortar.
Cuerpos que caducan
El cuerpo es un enigma. En general uno nunca lo experimenta de una manera completa. Siempre lo va habitando por pedazos. Por otra parte, ha estado siempre construido por las instituciones. Y dentro de la construcci¨®n institucional el cuerpo m¨¢s asediado es el femenino, que va cambiando: no es el mismo cuerpo el del Renacimiento que el del siglo XX. El cuerpo de Marilyn Monroe hoy es un cuerpo que no corresponde porque tenemos que tener otro. El discurso sobre el cuerpo nunca calza con el cuerpo real de cada una.
El cuerpo de los hombres est¨¢ dise?ado por los gimnasios. El de las mujeres, por las industrias qu¨ªmicas o m¨¦dicas. Por supuesto, todos tenemos zonas irremediablemente fallidas. ?Fallidas frente a qui¨¦n? Frente a los discursos del cuerpo. Cuando a la feminista marroqu¨ª F¨¢tima Mernissi le preguntaron por el burka que llevan algunas mujeres musulmanas dijo que s¨ª, que era complejo, terrible. Pero a?adi¨®: ¡°La talla 38 es el burka de las mujeres occidentales¡±.
¡®Lump¨¦rica¡¯, la novela de la ciudad sitiada
Yo quer¨ªa un tipo de literatura que me cost¨® much¨ªsimo encontrar. Busqu¨¦, busqu¨¦ y busqu¨¦. Ensay¨¦ varias escrituras, pero sent¨ªa que ninguna me pertenec¨ªa hasta que di con una plaza. Ten¨ªa para moverme narrativamente el espacio de una plaza, nada m¨¢s. Y sobre eso tej¨ª una ficci¨®n que podr¨ªa ser perform¨¢tica. Hice todo lo que pude y trabaj¨¦ todo tipo de lenguas: desde fragmentos de lenguas originarias hasta lenguaje de la alta costura o del Barroco. En esos a?os de dictadura me pareci¨® interesante romper el tema del espacio privado, que generalmente era conectado con la mujer ¨Csu espacio, su reproducci¨®n, su familia, el espacio burgu¨¦s¨C y trabajar el espacio p¨²blico.
Una imagen surgi¨® cuando volv¨ªa r¨¢pido a la casa. Pasaba por la plaza y estaban las luces encendidas, pero nadie pod¨ªa a las plazas porque hab¨ªa toque de queda. Para m¨ª, se convirtieron en espacios para una representaci¨®n. Eso fue la matriz de la novela. Siempre he trabajado territorios muy acotados. Me obligan a ampliar el espacio tan peque?o con pensamiento, met¨¢foras, memorias. Me demor¨¦ siete a?os en escribir Lump¨¦rica. La escrib¨ª lentamente, con mucha incerteza. Incerteza que me acompa?a con cada libro. Me sent¨ª bien por haberla terminado, pero tambi¨¦n insegura, por supuesto, y asustada.
Escritura y libertad
Siempre he considerado la escritura como un espacio de libertad. Pong¨¢moslo de otra manera: en mi caso, ha sido un espacio de libertad. He estado muy filiada a la producci¨®n de textos m¨¢s que a la parte social de esos textos. He salido del mundo del trabajo y del mundo familiar ¨Cun mundo que quiero mucho, pero del que uno necesita salir un ratito¨C para entrar en el mundo de la escritura. Ha sido trabajoso, pero tambi¨¦n hay un factor de goce. Ha sido un privilegio escribir.
Ense?ar a escribir
He dado clases de escritura durante a?os y el punto importante es lo que yo he aprendido de los j¨®venes. Ha sido una cuesti¨®n de verdad interesante y no ret¨®rica. Pienso la relaci¨®n acad¨¦mica porque me interesan mucho las comunidades, aunque sean breves. No digo comunidades homog¨¦neas, de ninguna manera. Hay un valor en lo heterog¨¦neo. En ese sentido, no quiero dar consejos sino apuntar que la escritura es una b¨²squeda, nunca est¨¢ dada. Todos sabemos escribir, pero a escribir se aprende, nadie naci¨® escribiendo. Escribir literatura tambi¨¦n se aprende. El sentido de esa literatura tiene que ver con la est¨¦tica que logres articular. Esa es la gran tarea: establecer una po¨¦tica personal. No es posible pensar en una pol¨ªtica sin po¨¦tica. Ni una amistad sin po¨¦tica. Ni una relaci¨®n afectiva. Es cuesti¨®n de ponerse, trabajar y encontrar la po¨¦tica. De eso se trata todo.
Lo divertido de mi proceso creativo es que uno piensa en los escritores como algo privado y, en cierto modo, solemne. Pero a m¨ª nadie me respet¨® nunca: si yo estaba escribiendo me tocaban la puerta y entraban. Yo puedo escribir en cualquier parte, a la hora que sea, siempre que tenga algo que escribir. Si no, no es necesario y me voy a ver mi serie favorita.
Consejos a mi yo joven
Yo tengo un deseo ut¨®pico que me acompa?a: me gustar¨ªa hablar con la ni?a que fui. Con la ni?a de 12 a?os, de 14 a?os, o de 15. Me gustar¨ªa conversar con ella. Seguramente tendr¨ªamos desacuerdos, pero en otro punto tendr¨ªamos un acuerdo total. Yo le dir¨ªa a ella ¡°escribe¡±. Y ella me dir¨ªa a m¨ª ¡°lo har¨¦¡±.
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