¡®Realidad¡¯ abre una puerta a la dimensi¨®n del saber presocr¨¢tico

Una lectura atenta y desnuda de los fragmentos presocr¨¢ticos desvela, sin que quepan muchas dudas, que nos hallamos en un universo de sectas inici¨¢ticas, donde cada maestro tiene su manera de gestionar la verdad. Como lo que acabo de decir es una evidencia, hubo una larga ¨¦poca en la que tanto el helenismo como la historia antigua prestaron m¨¢s atenci¨®n al pensamiento filos¨®fico de los presocr¨¢ticos (a su urdimbre l¨®gica, ling¨¹¨ªstica y metaf¨ªsica) que a las circunstancias que lo determinaron, vindicando en ellos la irrupci¨®n de un logos de las profundidades, que se iba desarrollando al margen de la religi¨®n oficial, y que pod¨ªa ya entenderse como sabidur¨ªa laica, pues era un razonar que evitaba la mediaci¨®n directa de los mitos, aunque recurriera a disciplinas salut¨ªferas, a ciertos ritos, y por descontado a la palabra del maestro.

Pero desde hace alg¨²n tiempo se trata de decir lo contrario: que el mundo de los presocr¨¢ticos era un ¨¢mbito de verdades reveladas y de pensamiento m¨¢gico, donde a trav¨¦s de operaciones filos¨®ficas y herm¨¦ticas, el amante del saber intentaba llegar a la revelaci¨®n de su propio ser y del ser del universo: a la epifan¨ªa de lo que subyace, sustenta y penetra, a la iluminaci¨®n de la esencia, de lo m¨¢s existente, que ser¨ªa tambi¨¦n el desvelamiento de lo m¨¢s real. En su ensayo Realidad, Kingsley nos abre las puertas de una dimensi¨®n normalmente evitada por los racionalistas y, ahora, es uno de los representantes de la tendencia de convertir el ensayo en un artefacto literario m¨¢s que filos¨®fico. Nos cuentan la novela del saber, m¨¢s que el saber mismo. Kingsley trata al lector de t¨², con una familiaridad que quiere ser entra?able, y los presocr¨¢ticos son designados como ¡°los padres fundadores¡±. Kingsley sabe adentrarnos con ¡°astucia¡± narrativa y meticulosa l¨ªrica en los aspectos m¨¢s sumergidos de la cultura presocr¨¢tica, acerc¨¢ndonos de manera casi existencial a las vidas de sus protagonistas. El libro es pr¨®digo en iluminaciones sobre un mundo donde a¨²n quedaban huellas cham¨¢nicas en el ejercicio del saber, pero malogra en parte su aventura con el recurso a expresiones que averg¨¹enzan como ¡°¨¢rbol c¨®smico¡±, ¡°unidad c¨®smica¡±, ¡°ra¨ªces c¨®smicas¡±, que ya no pueden ser utilizadas por lo mucho que han sido desgastadas por la subcultura orientalista. Kingsley quiere establecer con el lector una dial¨¦ctica presocr¨¢tica, pero cuando su escritura se desliza hacia ¡°la filosof¨ªa sideral¡± solo consigue parecer un gur¨² que abusa del tono enternecedor y pedag¨®gico. La obra quiere ser el desvelamiento de los presocr¨¢ticos y la reparaci¨®n de un olvido. Hab¨¦is olvidado qui¨¦nes eran de verdad aquellos sabios, y ahora yo os lo recuerdo, viene a decir Kingsley, por eso asombra que apenas mencione a Heidegger, que fue el primer pensador de nuestro tiempo que supo denunciar de forma exhaustiva el olvido de la cuesti¨®n del ser tal como la hab¨ªan planteado los presocr¨¢ticos.

Los reparos no evitan que Kingsley narre con intensidad y aliento los fen¨®menos que rodearon el nacimiento del pensamiento occidental, si bien no explora lo suficiente el sistema de vasos comunicantes en el que entraron las culturas de la Antig¨¹edad a trav¨¦s de rutas comerciales mucho m¨¢s lejanas que las que se?ala. Su libro ilumina Grecia, pero en ning¨²n momento alcanza a ver qu¨¦ luces ajenas a la H¨¦lade hicieron posible el sue?o griego y el pensamiento de los presocr¨¢ticos. Qued¨¦monos con sus aciertos, numerosos, y con su deslumbrante empe?o de convertir a los presocr¨¢ticos en los mejores maestros para nuestros desventurados d¨ªas. Igual est¨¢ en lo cierto. Antes que ¨¦l, ya lo intent¨® hacer Garc¨ªa Calvo con menos embeleso, m¨¢s iron¨ªa y menos ¨¦xito.

Realidad?

Autor: Peter Kingsley.

Traducci¨®n: Paula Kuffer.

Editorial: Atalanta, 2021.

Formato: tapa blanda (634 p¨¢ginas, 36 euros).

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