La matriarca de los mundos
Marcela de Juan fue la principal ant¨®loga y traductora de la poes¨ªa china en Espa?a, adem¨¢s de asidua colaboradora de la ¡®Revista de Occidente¡¯. La l¨ªnea del horizonte publica sus memorias.
Marcela de Juan fue, ella sola, un puente m¨¢s largo que la ruta de la seda entre Espa?a y China. Gracias a ella el lector espa?ol pudo acceder a la poes¨ªa china en traducciones menos precisas que las actuales, pero tambi¨¦n m¨¢s l¨ªricas y musicalizadas. Le invito al lector a pasar por encima de esa y otras peculiaridades, y si le gusta la poes¨ªa china, abordar toda clase de traducciones, d¨¢ndole un lugar privilegiado a Marcela de Juan, una mujer absolutamente ¨²nica por sus or¨ªgenes. De padre chino y madre belga, naci¨® en La Habana, pero se cri¨® en Madrid, cuando su padre, que proced¨ªa del mandarinato, cumpl¨ªa funciones diplom¨¢ticas. Su padre conoci¨® a P¨ªo Baroja, que cuidaba mucho sus amistades ex¨®ticas, y a Palacio Vald¨¦s, que le dedic¨® un cap¨ªtulo de una de sus novelas. Para los que se han acercado a la literatura de la ¨¦poca de Marcela, ver¨¢n en ella paralelismos con Lin Yutang, tanto en sus visiones de Pek¨ªn y Shangh¨¢i como en el uso del humor sin vinagre. Nos hallamos pues ante una mujer que renuncia a la amargura en beneficio de la iron¨ªa pura, que suele ser de naturaleza alegre y burlona.
En La China que viv¨ª y entrev¨ª, Marcela de Juan aborda sus memorias en un estilo cordial, sencillo y familiar, en las ant¨ªpodas de toda forma de pedanter¨ªa, ya que nunca pretende oscurecer las aguas para que parezcan m¨¢s profundas. Por ser de madre cat¨®lica, a Marcela le toc¨® conjugar en su persona dos universos religiosos muy diferentes, pero sali¨® airosa de la prueba. Su padre era abierto y a la vez devoto de las tradiciones, y Marcela estuvo a punto de que le vendasen los pies. Afortunadamente, su madre se opuso a tan detestable pr¨¢ctica y Marcela pudo crecer a la par que sus pies. Tambi¨¦n la comprometieron, en matrimonio concertado, a los seis a?os, pero el novio muri¨®, de modo que se qued¨® en plena infancia ¡°compuesta y sin novio¡±, como dice ella. Le quedaba tiempo para encontrar otro compa?ero. A trav¨¦s de su libro, vemos desplegarse el Pek¨ªn anterior a la devastaci¨®n industrial, con un urbanismo uterino donde la ciudad y el campo pod¨ªan conjugarse, gracias a los distritos rectangulares y amurallados: los famosos hutongs, que sol¨ªan incluir jardines en los que se desplegaba a diario la vida con todos sus matices. La descripci¨®n de Pek¨ªn desde el registro sonoro, desde sus voces m¨²ltiples, sus m¨²sicas y sus ruidos, es todo un logro narrativo, que me desconcert¨® y me estimul¨®, y que me condujo a algunos momentos de la obra de Proust. Sorprende que su visi¨®n de la China mao¨ªsta no sea ¨¢rida, y no lo es porque entiende el alma china, sus turbulencias y su sentido de la contradicci¨®n, bien presente en el Tao. Y as¨ª, de la China prerrevolucionaria de los primeros cap¨ªtulos, pasamos a la China posterior a la Revoluci¨®n Cultural, completando un mosaico circular que abre y cierra una vida tan singular como la de Edith Warton. Nos hallamos ante un libro fundamental de la gran matriarca de muestra sinolog¨ªa. Que esa mujer fuese a la vez belga, china y espa?ola no deja de ser una desconcertante y feliz fatalidad, como ella misma explica en este libro imprescindible y lleno de humanidad.
La China que viv¨ª y entrev¨ª
La l¨ªnea del horizonte, 2021.
288 p¨¢ginas. 22 euros
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