Maneras de servidumbre
Salvo notables excepciones, dos tipos de tiranos someten a sus s¨²bditos: los que reinan por elecci¨®n del pueblo y los que lo hacen por la fuerza de las armas
1. J¨®venes y viejos
Escucho en bucle la Obertura de los esclavos felices, compuesta a los 19 a?os por el genial bilba¨ªno Juan Cris¨®stomo de Arriaga (1806-1826), como si fuera el soundtrack o banda sonora de una lectura apresurada del Discurso de la servidumbre voluntaria, el brev¨ªsimo y sustancioso tratado de filosof¨ªa pol¨ªtica de t¨ªtulo oxim¨®rico compuesto por ?tienne de La Bo¨¦tie (1530-1563; la mejor edici¨®n es la de Trotta, aunque tambi¨¦n se encuentra en Akal o Tecnos). Me alucina que una reflexi¨®n tan oportuna para entender nuestro comportamiento social (¡°nuestro¡± incluye a toda la humanidad), y que tanto ha dado de rumiar a pensadores posteriores (desde su ¨ªntimo amigo y editor Michel de Montaigne hasta, m¨¢s cerca, Foucault o Guattari), fuera compuesta en el siglo XVI por un joven indignado (y con raz¨®n) que todav¨ªa no hab¨ªa cumplido 18 a?os. Mucha sustancia se encierra en la vitri¨®lica veintena de p¨¢ginas acerca de la obediencia pol¨ªtica que tanto ha inspirado a libertarios y rebeldes, pero, limit¨¢ndome a lo que ahora me interesa, me quedo con su tipolog¨ªa de las tres clases de tiranos: los que reinan por elecci¨®n del pueblo, los que lo hacen por la fuerza de las armas y, por ¨²ltimo, los que lo hacen por herencia de raza. Dejando aparte el ¨²ltimo, convengamos en que, hoy por hoy, y salvo notables excepciones, los s¨²bditos sometidos a tiranos lo hacen por alguna de las dos primeras (e incluso por las dos: ah¨ª tienen a Putin, nuestra ¨²ltima n¨¦mesis, defendido directa o indirectamente por populistas fascistoides, y reelegido por los que tienen miedo a una democracia que nunca han llegado a conocer). Los dem¨¢s nos sometemos al poder (que no siempre o completamente adquiere liturgias tir¨¢nicas) por procedimientos ¡°blandos¡±, las nuevas armas de persuasi¨®n; uno, el m¨¢s eficaz, es el de la ideolog¨ªa dominante que impregna las industrias de ¡°contenidos¡± y las redes sociales (con su censura, expl¨ªcita o interiorizada).
Como es normal, la exacerbaci¨®n de la servidumbre voluntaria se produce con mayor o menor intensidad e influencia en los fascismos (pol¨ªticos, sexuales, de g¨¦nero) desde principios del siglo XX (incluso antes de adquirir ese marbete). Fascismos iberoamericanos (Alianza) es un reader, coordinado por Gabriela de Lima Grecco y Leandro Pereira Gon?alves, en el que un notable plantel de especialistas explica las adaptaciones que tal ideolog¨ªa ha experimentado en Am¨¦rica Latina: su diferencia con los modelos europeos (incluyendo el salazarismo, el falangismo y el franquismo), tanto adoptando sus formas externas (Per¨®n, Get¨²lio Vargas) como en la creaci¨®n y desarrollo de movimientos fascistas de masas. Este importante trabajo sobre el fascismo en Latinoam¨¦rica puede ser perfectamente contextualizado con Delirio americano (Taurus), de Carlos Gran¨¦s, un brillante historiador cultural (recuerden su El pu?o invisible, tambi¨¦n en Taurus) que en esta ocasi¨®n analiza con erudici¨®n y amenidad la influencia del pensamiento, la literatura y el arte en los diferentes reg¨ªmenes continentales del siglo XX y en los muy prolijos intentos nacionales de perfilar una posible identidad latinoamericana.
2. Dos grandes
Perm¨ªtanme que me refiera a dos libros excepcionales que constituyen sendos ejemplos literarios de las implicaciones entre memoria y ficci¨®n. Umbilical (Alfaguara), de Andr¨¦s Neuman, puede ser le¨ªdo como un largo poema en prosa dedicado al hijo que se espera, y que finalmente llega para poner patas arriba el universo y la identidad del narrador. Un relato ¨ªntimo, hecho de devociones mutuas y de (?auto)?descubrimientos sorprendentes, repleto de amor, de delicadeza y de la sabidur¨ªa casi inefable que proporciona la contemplaci¨®n enamorada. Umbilical es uno de los mejores homenajes a la paternidad que he le¨ªdo, y en el que cada gesto, cada mirada, cada descubrimiento reviste la cualidad de una identidad por fin asumida. Por su lado, en La voz de entonces (Lumen), la cada vez m¨¢s imprescindible y extraterritorial Berta Vias Mahou vuelve a utilizar su estrategia de mezclar historia, biograf¨ªa e invenci¨®n para construir este magn¨ªfico relato de su familia paterna a lo largo de varias generaciones. Con un castellano de una exactitud y claridad nada frecuente en la narrativa actual, y en el que la belleza y el ritmo de la prosa no dejan adivinar el minucioso trabajo (de investigaci¨®n y de edici¨®n) que lo sostiene, BVM elige distintos momentos significativos de una novela familiar que se inicia en el Puerto Rico a¨²n esclavista y contin¨²a en la Espa?a del siglo XX. S¨ª: este es su mejor libro. Y, si empiezan a leerlo, no desear¨¢n que se acabe.
3. ETA
Sobre ETA no sabemos todo (y quiz¨¢ nunca lleguemos a saberlo), pero s¨ª ya bastante. Incluso suficiente como para que algunos no lleguemos a entender muy bien qu¨¦ hace un gobierno pretendidamente progresista mercadeando los votos y el apoyo de los antiguos patrocinadores de una estrategia de terror que lleg¨® a su siniestro acm¨¦ de sangre y dolor cuando la endeble democracia espa?ola ya estaba en marcha; como si la derecha posfranquista y la extrema derecha fascistoide fueran las ¨²nicas amenazas contra el Estado democr¨¢tico, y la historia no nos hubiera ense?ado nada. Se ha escrito mucha narrativa sobre o en torno a ETA: a bote pronto me vienen a la cabeza t¨ªtulos de Aramburu, Edurne Portela, Iban Zaldua, Saizarbitoria, Juan Bas, Garc¨ªa Ortega, Kirmen Uribe, Atxaga, Agirre¡, pero el tema y sus motivos siguen interesando a novelistas m¨¢s j¨®venes. Por un t¨²nel de silencio (Pepitas de Calabaza), de Arturo Mu?oz (Granada, 1986), retoma la tem¨¢tica convencional para contar, con buen pulso narrativo y no poca investigaci¨®n de campo, una nueva historia sobre ETA y la Guardia Civil en la que el protagonismo recae en personas an¨®nimas, sin relieve p¨²blico: una vez m¨¢s, ficci¨®n y experiencia (la de su generaci¨®n, la de sus padres) se hermanan en un ambicioso relato que esquiva la tentaci¨®n maniquea.
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