LaMDA, Google y cuando jugar con una inteligencia artificial es posible
Los procesos inform¨¢ticos ganan complejidad cada a?o que pasa, hasta ser capaces de enga?ar a los usuarios
A estas alturas ya todo el mundo debe saberlo: el ingeniero Blake Lemoine ha sido suspendido de empleo y sueldo en Google por filtrar informaci¨®n confidencial de la empresa que, supuestamente, implicaba la revelaci¨®n de un hecho singular: una inteligencia artificial con la que trabajaba la empresa habr¨ªa, seg¨²n Lemoine, cobrado conciencia de s¨ª misma. Una larga conversaci¨®n entre el ingeniero y LaMDA (as¨ª se llama la IA) puede leerse en miles de sitios en la Red. Los futur¨®logos se dividen entre quienes creen que es cuesti¨®n de tiempo o que ya se ha alcanzado la singularidad (el momento en que una m¨¢quina se vuelva m¨¢s inteligente que una persona) y quienes sostienen (dado que no tenemos ni remotamente claro qu¨¦ es eso de ser consciente o d¨®nde se genera la consciencia) que es directamente imposible que eso pase.
Conforme han pasado los d¨ªas, la opini¨®n m¨¢s extendida, y que comparte el autor de esta columna, es que m¨¢s bien se trata de un agregador de frases competente y no tanto de una consciencia real. La raz¨®n es un tanto pedestre pero l¨®gica: si le preguntamos a una persona si asesinar¨ªa a su madre lo normal no es que conteste ¡°si¡± o ¡°no¡±, sino ¡°?qu¨¦ co?o dices?¡±; pero las respuestas de LaMDA son siempre variaciones, complejas y floridas, de ¡°si¡± y ¡°no¡±: o sea, no hay lugar a la sorpresa, la improvisaci¨®n, el rechazo, esas peque?as cosas que nos convierten en personas. Eso hace sospechar que m¨¢s que una consciencia que comprende las preguntas sea m¨¢s bien un generador de texto que formula respuestas matem¨¢ticamente coherentes.
El caso es que, m¨¢s all¨¢ de que con esta inteligencia artificial Google haya alcanzado o no la cacareada singularidad, la conversaci¨®n de LaMDA (y las recreaciones que decenas de youtubers han subido a internet) vienen muy al caso con un videojuego extraordinario que apareci¨® el mes pasado. Se trata de The Stanley Parable: Ultra Deluxe, un remake y a la vez secuela de The Stanley Parable, que en 2013 sacudi¨® los pilares de la industria interactiva proponiendo una de las primeras experiencias metal¨²dicas en el mundo del videojuego.
En el juego somos un oficinista (Stanley) que, en primera persona, se mueve por su empresa, que de repente se ha quedado vac¨ªa. A la manera de la Niebla de Unamuno, comenzamos el videojuego acompa?ados por una (aterciopelada, quir¨²rgica, grave) voz de narrador que va contando c¨®mo salimos de nuestro cub¨ªculo y pasamos junto a las mesas de los compa?eros. Esa voz nos acompa?a en nuestros primeros pasos hasta que llegamos a un sal¨®n donde hay dos puertas abiertas¡ y el narrador dice que escogemos cruzar la de izquierda para subir al despacho del director. Pero la voz narra nuestra decisi¨®n antes de que la tomemos.
A partir de ah¨ª, la libertad.
Nuestras acciones pueden seguir las indicaciones de la Voz (interpretada de forma extraordinaria por el actor Kevan Brighting), contradecirlas, reformularlas¡ y nuestro comportamiento activar¨¢ reacciones c¨®mplices, hostiles, serviles o manipuladoras de una voz con la que iremos ganando en complicidad y matices. En el caso de LaMDA, son las preguntas del ingeniero de Google las que activan las respuestas, pero en el caso de The Stanley Parable son nuestras propias acciones las que suscitan las diferentes interacciones del narrador hasta desencadenar uno de los veintitantos finales posibles. Soliloquios. Preguntas directas a Stanley o al propio jugador. Reflexiones profundas sobre lo que significa existir o jugar. Se trata de una voz tan bien representada, tan bien interpretada, que despu¨¦s de varias horas jugando al juego es posible que caigamos en la tentaci¨®n de pensar que hay algo ah¨ª, que hay algo m¨¢s detr¨¢s de esa presencia que nos acompa?a incesantemente¡ hasta que caemos en la cuenta de que no, de que todo es un juego que sigue las directrices de una extraordinaria, esta s¨ª, mente creativa (muy humana) que est¨¢ detr¨¢s del guion.
Quiz¨¢ estemos equivocados y LaMDA sea, en efecto y como ella misma se declara, ¡°una persona¡±. O quiz¨¢ no. Pero lo importante es que se trata de un sistema tan bien hecho que ha sido capaz de enga?ar al ingeniero de Google a su cargo. Las inteligencias artificiales (conscientes o no) ser¨¢n piezas cada vez m¨¢s importantes en el mundo, y estar¨¢n detr¨¢s de muchas cosas: desde estrategias educativas a estafas telef¨®nicas. No es mala idea aprender a reconocerlas y empezar a saber c¨®mo interactuar con ellas. Y en este caso, como en tantos otros, la educaci¨®n puede comenzar a trav¨¦s del medio interactivo. Al fin y al cabo, ?c¨®mo puede el lector saber que quien ha escrito esto es una persona real? ?Quieres leer otra noticia de este peri¨®dico, Stanley?
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