De liana en liana hasta el charco
¡®Tarz¨¢n de los monos¡¯ forma parte de la educaci¨®n sentimental de varias generaciones masculinas (as¨ª hemos salido)
1. Yo, Tarz¨¢n; t¨², Jane
N¨®rdica, la editorial de Diego Moreno, publicar¨¢ en noviembre Tarz¨¢n de los monos (1912-1914), de Edgar Rice Burroughs, un libro que ocupa un lugar de honor en el disputado canon de la novela popular. Burroughs, un tipo atrabiliario que intent¨® muchos oficios hasta encontrar su acomodo millonario en la literatura, se inspir¨® en el Mowgli de El libro de la selva (Kipling, 1894-1895) para componer el personaje del ni?o salvaje perdido en la jungla que, protegido por la tribu de los monos gigantes Mangani, alcanza la mayor¨ªa de edad saltando de un ¨¢rbol a otro, con su novia, Jane, su chimpanc¨¦, Chita, y dem¨¢s amigos primates. El ¨¦xito propici¨® 22 secuelas firmadas por Burroughs y alguna que no escribi¨® ¨¦l, como en una especie de franquicia. Tarz¨¢n fue uno de mis primeros ¨ªdolos literarios, aunque, para ser sincero, lo conoc¨ª primero en el cine, con Johnny Weissm¨¹ller y Maureen O¡¯Sullivan, cuyo cort¨ªsimo traje selv¨¢tico me encrestoriaba, me extrayuxtaba y paramov¨ªa, por decirlo en el g¨ªglico cortaziano (Rayuela, cap¨ªtulo 68). El primer libro de Tarz¨¢n lo encontr¨¦ en la biblioteca de mi padre: era un ejemplar de 1935 publicado por Gustavo Gili con traducci¨®n de Emilio Mart¨ªnez Amador. Le¨ªdo ahora, hay que reconocer que es abominablemente supremacista, racista, machista y el resto de la retah¨ªla. Pero, qu¨¦ quieren que les diga, forma parte de la educaci¨®n sentimental de varias generaciones masculinas (as¨ª hemos salido) del siglo XX. L¨¢stima que la edici¨®n de N¨®rdica, cuya traducci¨®n se debe a Enrique Maldonado, no haya incluido un CD con el alarido selv¨¢tico del h¨¦roe, un elaborado bramido compuesto por 12 sonidos diferentes y que es marca registrada de la compa?¨ªa Edgar Rice Burroughs, Inc. Ser¨ªa estupendo que el pr¨®ximo oto?o, que viene calentito, la presidenta del Congreso hiciera sonar el fr¨¦mito al inicio de cada sesi¨®n.
2. Marx g¨®tico
Hace unos d¨ªas, un improbable, soliviantado sin duda por los agobios caniculares, me pregunt¨® en tono de reproche c¨®mo pod¨ªa compatibilizar mi gusto por lo g¨®tico con mi convicci¨®n de que el materialismo hist¨®rico es un instrumento fundamental para comprender la evoluci¨®n de las sociedades. Como casi siempre me sucede, la interpelaci¨®n me cogi¨® desprevenido, oblig¨¢ndome a contestar con vaguedades. Solo mucho m¨¢s tarde, en la soledad de mi estudio, y mientras escuchaba Freddie Freeloader, un viejo tema de Miles Davis que siempre me ha parecido inspirador, hall¨¦ la respuesta que buscaba recurriendo a las fuentes. Atentos a lo que dice Marx en el cap¨ªtulo XXIV (¡°la acumulaci¨®n originaria¡±) del Libro I de El capital: ¡°Si el dinero viene al mundo con una mancha de sangre de nacimiento en cada mejilla, el capital lo hace chorreando sangre y suciedad de la cabeza al dedo gordo del pie¡±. Ni Bram Stoker fue nunca tan gore. Una cosa lleva a la otra, y record¨¦ que a Marx le encantaba emplear la met¨¢fora del vampiro para describir la insaciabilidad de los capitalistas: el vampiro nunca se va ¡ªviene a decir¡ª hasta que no ha chupado la ¨²ltima gota de sangre de la clase obrera. En el mismo cap¨ªtulo pone los pelos de punta el relato de la represi¨®n de los obreros agr¨ªcolas, forzados a convertirse en vagabundos y ¡°azotados, marcados, torturados¡, obligados a aceptar la disciplina del sistema salarial¡±. Sin llegar a los extremos de Francis Wheen (en La historia de ¡®El capital¡¯; Debate, 2007), que considera que la obra mayor de Marx puede leerse poco menos que como un relato ¨¦pico cuyos h¨¦roes (las clases trabajadoras) est¨¢n esclavizados por el monstruo (el capitalismo) que ellos mismos han creado, no cabe duda de que Marx se alimentaba no s¨®lo de los cl¨¢sicos que cita profusamente (Esquilo, Shakespeare), sino de la literatura de su tiempo (las Bront?, Dickens), incluyendo el g¨®tico popular. Por lo dem¨¢s, debo confesar que mi inquisidor me reproch¨® tambi¨¦n mi querencia por las novelas gr¨¢ficas; desgraciadamente, para eso no he podido encontrar justificaci¨®n te¨®rica en Marx. Tendr¨¦ que seguir buscando.
3. Gr¨¢ficas
Seg¨²n el avance de los datos de comercio interior de la Federaci¨®n de Gremios de Editores, en 2021 se publicaron, dentro del apartado ¡°c¨®mics, tebeos y novelas gr¨¢ficas¡±, 1.737 t¨ªtulos, con una respetable tirada media de 7.035 ejemplares. No cabe duda de que el c¨®mic, en sus m¨¢s variadas presentaciones, y a pesar de los prejuicios de buena parte del lectorado adulto, va ganando adictos en nuestro pa¨ªs. Lo que tambi¨¦n se refleja en la programaci¨®n de la rentr¨¦e de no pocas editoriales. Me he dejado llevar por mis preferencias personales para consignar algunas recomendaciones: en septiembre, Reservoir Books, un sello de Penguin Random House, publicar¨¢ Esqueletos, de Zerocalcare (Michele Reich), una historia ambientada en el lado oscuro de Roma, con drogadictos y desmadrados tipos de extrema derecha; por su parte, Salamandra Graphic (tambi¨¦n de PRH) publicar¨¢ Clase de actuaci¨®n, de Nick Drnaso, y Kokoro (2019), de Igort (Igor Tuveri), otra pulqu¨¦rrima historia de cultura japonesa. Otros t¨ªtulos rese?ables que se publicar¨¢n en oto?o son Paracuellos 9 (Reservoir), con el que se cierra la novela-r¨ªo gr¨¢fica de Carlos Gim¨¦nez sobre la posguerra espa?ola; y, en el mismo sello, Street Cop, una s¨¢tira dist¨®pica en la que el grand¨ªsimo Art Spiegelman ha contado con la colaboraci¨®n del novelista Robert Coover. Pero para mi gusto, el premio gordo de la novela gr¨¢fica se lo llevar¨¢ el cl¨¢sico de los cl¨¢sicos: la edici¨®n de Little Nemo, de Winsor McCay (1869-1934), publicada por Taschen (triling¨¹e; 704 p¨¢ginas, 4,23 kilos, 60 euros), que llegar¨¢ a las librer¨ªas el 31 de agosto, y en la que se recogen las escapadas del personaje por el mundo de los sue?os. Si me permiten el entusiasmo, Little Nemo es a la historia del c¨®mic algo semejante a lo que el Quijote a la de la novela. Y ah¨ª lo dejo.
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