Cuando la pintura huele a sudor
El CA2M de M¨®stoles redescubre la travesura contracultural y homoer¨®tica de Martin Wong, v¨ªctima del VIH en los noventa, en su primera gran exposici¨®n fuera de su pa¨ªs
Me encanta c¨®mo huelen los bomberos despu¨¦s del trabajo. Es una mezcla de nueces, caucho ahumado y olor corporal. Cuando se ha duchado y echado colonia, deja de interesarme. ?l cree que me pone por su uniforme, pero lo que me pone es su olor¡±. As¨ª de claro lo dice Martin Wong (1946-1999) en uno de sus cuadros. Las letras ocupan todo el lienzo y flotan sobre la silueta de un bombero de uniforme, y desde luego destilan esa ¡°travesura maliciosa¡± que da nombre a otro cuadro suyo, esta vez con polic¨ªa bigotudo y procaz como protagonista. Tambi¨¦n es el t¨ªtulo de la gran retrospectiva que arranca ahora en el CA2M de M¨®stoles una brillante itinerancia que pasar¨¢ por Berl¨ªn, ?msterdam y Londres. Ser¨¢ la primera en Europa de un artista cuya fama en Estados Unidos crece y crece tras su muerte.
Agust¨ªn P¨¦rez Rubio y Krist Gruijthuijsen, los comisarios, han acertado desde luego con ese ep¨ªgrafe, porque Wong vio el mundo y lo pint¨® siempre con la mezcla de pasi¨®n, descaro, incorrecci¨®n, sensualidad y concienzudo fetichismo de su frase sobre los bomberos olorosos.
El artista da un car¨¢cter ¨¦pico a las fachadas de ladrillo visto y los solares inh¨®spitos de Loisaida
Naci¨® y se crio en la California hippy de los a?os sesenta, hijo de una madre china y un padrastro chino-mexicano (m¨¢s adelante reclamar¨ªa su pertenencia doble a ambas culturas y fantasear¨ªa con llamarse Chino Latino y Chino Malo). En la Costa Oeste fue compa?ero de viaje del grupo de teatro independiente Angels of Light, para el que dise?aba decorados y vestuario, y vivi¨® a fondo la contracultura californiana de comunas, amor libre y tripis. A finales de los setenta se mud¨® a Nueva York y encontr¨® un arreglo ideal: trabajaba como portero de noche en un hotel decadente del Downtown y dorm¨ªa y pintaba en una de sus habitaciones durante el d¨ªa. La vemos aqu¨ª en el cuadro Mi mundo secreto 1978-81, que es tambi¨¦n un autorretrato en clave y un compendio de sus leitmotivs: los libros sobre temas improbables, de la astrolog¨ªa a los ovnis; el inventario obsesivo de objetos aparentemente banales; los cuadros de manos ¡°escritos¡± con lenguaje de signos para sordos; los barrotes y rejas que reaparecer¨ªan en sus pinturas carcelarias; los ladrillos meticulosamente pintados uno a uno y que luego desplegar¨ªa en sus grandiosos paisajes urbanos del Lower East Side anterior a la gentrificaci¨®n, entonces conocido como Loisaida por la pronunciaci¨®n imperfecta de sus vecinos puertorrique?os.
Vivi¨® ya pr¨¢cticamente el resto de su vida en ese vecindario: muchos otros artistas se mudaban all¨ª en busca de alquileres baratos o expon¨ªan en sus espacios autogestionados y galer¨ªas ef¨ªmeras. All¨ª conoci¨® a Julie Ault, a Keith Haring o al poeta y dramaturgo nuyorique?o Miguel Pi?ero, que ya hab¨ªa ganado el Pulitzer por Ojos cortos, su obra teatral basada en su paso por Sing Sing. Wong comparti¨® casa con ¨¦l, se enamor¨® hasta las trancas y aprendi¨® a ver el barrio a trav¨¦s de sus ojos. Loisaida fue su territorio cotidiano y mitol¨®gico, como el Yoknapatawpha de Faulkner o el Cookham de Stanley Spencer, otro pintor visionario con el don de transfigurar e infundir ardiente poes¨ªa a lo que para otros s¨®lo ser¨ªan barriadas listas para el derribo.
La identificaci¨®n de Wong con heroin¨®manos y marginales conmueve: ¨¦l mismo se sabe un ¡®outsider¡¯
Wong da un car¨¢cter ¨¦pico y casi epif¨¢nico a las fachadas de ladrillo visto, las ventanas condenadas, las tiendas en liquidaci¨®n y los solares inh¨®spitos de Loisaida, iluminados por diagramas astron¨®micos de constelaciones en cielos negros donde los resplandores rojizos parecen presagios de incendios devastadores. Es el mismo color de las caras y los cuerpos desafiantemente racializados de amigos y vecinos: los grafiteros, los camellos y trapicheros que retrat¨® a partir del momento en que empez¨® a trabajar en una tienda de materiales de pintura y pigmentos donde compraban los artistas callejeros del barrio. Y el mismo que us¨® para autorretratarse, en un ejercicio de fetichismo homoer¨®tico que con los a?os fue haci¨¦ndose m¨¢s expreso y orgulloso.
Pero la mirada de Wong no es nunca la del voyeur a salvo, ni la del que inyecta dudoso romanticismo en las vidas dif¨ªciles de un barrio chungo en el duro Nueva York de los ochenta. Su identificaci¨®n con heroin¨®manos, presidiarios y artistas-delincuentes conmueve porque ¨¦l mismo se sabe un eterno outsider. Parec¨ªa fr¨¢gil y friki, pero fue muy valiente al colocarse siempre aposta en la disidencia de la disidencia. Y eso desde el principio: en la postal de despedida que envi¨® a los Angels of Light, ya en los setenta, dejaba clara su postura l¨²cida y pol¨ªtica: ¡°Os quiero pero nunca ser¨¦ parte de vosotros. Un destello fugaz es todo lo que pido. No me lo negu¨¦is¡±.
Su arte y su vida fueron a la vez incandescentes y escindidos: se sinti¨® al mismo tiempo chino y americano; le pon¨ªan los hombres, pero mantuvo los lazos con una familia tradicional que no mencionaba su homosexualidad y a la que regres¨® cuando le diagnosticaron el contagio de VIH. Abraz¨® la cultura latina en lugar de abanderarse en su ascendencia asi¨¢tica y evit¨® que lo etiquetaran en ninguna; pint¨® obstinadamente justo cuando se llevaba proclamar la muerte de la pintura, y mantuvo su lenguaje de c¨®digos personal¨ªsimos contra los vientos y mareas de las modas del acelerado mercado estadounidense en los ochenta.
A la vez que pintaba tantos muros, rejas y barrotes, los hac¨ªa saltar por los aires. No extra?a que guste tanto a los artistas j¨®venes de un Estados Unidos y de un mundo que sigue sin resolver los temas que le obsesionaron. En una exposici¨®n de 1984 en la galer¨ªa Semaphore garabate¨® un breve manifiesto sobre un cart¨®n en la entrada: ¡°Al bajar a la calle, quer¨ªa mostrar algunas de las infinitas capas de conflicto que nos unen¡, siempre encerrados dentro, siempre prisioneros fuera, ganadores y perdedores todos¡¡±.
¡®Martin Wong: Travesuras maliciosas¡¯. CA2M. M¨®stoles (Madrid). Hasta el 29 de enero de 2023.
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