Nancy Holt, la artista que quiso capturar el sol
El Macba acoge la mayor retrospectiva europea de la pionera del ¡®land art¡¯, que ha ocupado un lugar marginal en la historia oficial, pese a adelantarse a muchas formas de hacer arte en la actualidad
El de Nancy Holt es uno de los casos m¨¢s flagrantes de la ¡°eliminaci¨®n activa¡± de las mujeres artistas que lleva d¨¦cadas denunciando la historiadora Griselda Pollock. No es que se le haya asignado un lugar residual en la historia oficial del land art y el arte conceptual, de los que fue una pionera en los sesenta y setenta, sino que hasta hace pocos a?os no ocupaba ninguno; el p¨²blico conoce a James Turrell y a Christo, pero en pocos casos tambi¨¦n a ella. Si Holt fue conocida fue, sobre todo, como esposa de Robert Smithson, cuyo trabajo se volvi¨® popular, en parte, gracias a los v¨ªdeos que ella rod¨® de sus intervenciones en el paisaje natural. Por ejemplo, el de su m¨ªtica Spiral Jetty, adem¨¢s de concluir su proyecto inacabado Amarillo Ramp, de publicar sus escritos te¨®ricos y de ejercer de custodia de su archivo.
En 1970, Smithson dijo esto: ¡°Ahora le toca a Nancy. Mi trabajo va a ser ayudarla¡±. No le dio tiempo: el artista muri¨® tres a?os despu¨¦s, a los 35, en un accidente de avi¨®n. Como pasa tantas veces, el reconocimiento de Holt llega a destiempo, cinco d¨¦cadas m¨¢s tarde y casi una entera desde su muerte en 2014. Cuatro a?os despu¨¦s, la Dia Art Foundation, poseedora de las grandes obras de las escuelas art¨ªsticas a las que se asoci¨® a Holt, compr¨® uno de sus earthworks, el primero firmado por una mujer que la instituci¨®n adquir¨ªa. El Smithsonian tambi¨¦n se hizo con 50.000 documentos ligados a su trabajo, que reflejan el rigor obsesivo de los estudios previos de esta artista nacida en 1938, con formaci¨®n de bi¨®loga y un primer intento (abortado) de carrera en Harper¡¯s Bazaar.
Una nueva exposici¨®n, reci¨¦n inaugurada en el Macba de Barcelona, se suma a este ciclo de reconocimiento. Es la mayor retrospectiva europea que se le dedica hasta la fecha y constituye un intento rotundo de poner fin a la invisibilidad de la que Holt fue v¨ªctima. Su obra est¨¢ centrada en conceptos como el lugar, la geograf¨ªa, el vac¨ªo y los ciclos del tiempo, que ella no entiende como una abstracci¨®n matem¨¢tica o un concepto mental, sino como una realidad f¨ªsica o, si somos pedantes, fenomenol¨®gica. Es tambi¨¦n una de las primeras obras que trata, de forma deliberada, de la huella de lo humano en el paisaje, antes de que Eugene Stoermer acu?ara el t¨¦rmino ¡°antropoceno¡±, pero ya en un contexto de deforestaci¨®n galopante y extractivismo compulsivo de combustibles f¨®siles.
Por los motivos citados, Holt re¨²ne todos los requisitos para que se la rifen los museos de arte. La parte m¨¢s destacada de esta muestra notable, de una seriedad expositiva rayana en lo ¨¢rido, est¨¢ dedicada a las obras que Holt cre¨® tras su primera visita al desierto en 1968. ¡°El espacio y el cielo y el sol me noquearon. Hab¨ªa llevado aquel paisaje dentro de m¨ª mucho tiempo. Y, de repente, estaba all¨ª, fuera de m¨ª¡±, escribi¨®. Sinti¨® una familiaridad solo comparable a la que experimentaba en el sur de Nueva Jersey, donde creci¨®. Y dio un vuelco definitivo a su obra, consistente entonces en poemas concretos y mecanografiados ¡ªvistos hoy, meras curiosidades¡ª, para crear obras ¨ªntimamente conectadas con el paisaje.
¡°El cielo y el sol me noquearon. Hab¨ªa llevado aquel paisaje dentro de m¨ª mucho tiempo. Y, de repente, estaba all¨ª, fuera de m¨ª¡±, escribi¨® despu¨¦s de su primer viaje al desierto en 1968
En Trail Markers (1969), fotografi¨® los puntos naranjas pintados en las rocas para indagar en el movimiento humano en el entorno natural (una obra de arte informal o incluso ¡°un ready-made¡±, dec¨ªa ella). En California Sun ?Signs (1972), detect¨® la poes¨ªa accidental que conten¨ªan los carteles de la Costa Oeste con nombres emparentados con el astro rey ¡ªsunny, sunrise, sunshine, sundaes¡ª, como hab¨ªa hecho a?os antes al retratar los charcos de Miami: la jungla de asfalto se expresaba, pese a todo, como un ¨®rgano vivo.
Cabr¨ªa definir la obra de Holt con el adjetivo de hol¨ªstico, ese palabro infame que en este caso tiene cierto sentido: hay una dimensi¨®n c¨®smica y casi esot¨¦rica en su trabajo. Cuerpos, ¨¢rboles, animales, astros y paisajes formar¨ªamos parte de un todo indivisible, una idea que Holt no enuncia como una baratija new age, sino con la mayor seriedad te¨®rica, anunciando una ¡°ecolog¨ªa de la interconectividad¡± que tambi¨¦n prosperar¨¢ un poco m¨¢s tarde. Holt no habla solo de naturaleza, sino tambi¨¦n de ingenier¨ªa humana (si es que la propia naturaleza no forma parte de ella). A partir de los ochenta, cre¨® instalaciones con materiales de construcci¨®n. Ventilation System (1985-1992) da car¨¢cter escult¨®rico a uno de esos dispositivos de ventilaci¨®n que siempre quedan ocultos en las tripas de un edificio. Son los intestinos de la arquitectura, con los que logra destapar los sistemas que nos rigen y descentrar nuestra mirada. Al final del recorrido, dudamos durante una fracci¨®n de segundo sobre si el plano que indica las salidas de emergencia forma parte de la muestra o no.
A Holt no le hubiera disgustado. Lo recuerda la comisaria Teresa Grandas en el cat¨¢logo, donde compara su mirada con la del Molloy de Beckett: un desplazamiento del eje narrativo que nos permite ver cosas distintas. Los locators de Holt eran tubos de acero, mitad escultura y mitad telescopio, que serv¨ªan para observar detalles invisibles en las calles de Nueva York: la grieta en un edificio, una salida de ventilaci¨®n. ¡°Mis obras provocan una desorientaci¨®n perceptiva, lo que suele llevar a cuestionar la propia percepci¨®n¡±, dec¨ªa Holt, lo que emparenta su obra con ep¨ªgonos contempor¨¢neos del land art, como Olafur Eliasson, otro partidario de la distorsi¨®n sensorial para abrir nuevos caminos a nuestra comprensi¨®n del mundo. Ella lleg¨® mucho antes.
Su obra maestra, su catedral particular, podr¨ªan ser sus Sun Tunnels (1973-1975), cuatro cilindros de hormig¨®n de varias toneladas que instal¨® en un terreno de 16 hect¨¢reas que compr¨® en el desierto de Utah. ¡°Ni siquiera los mormones supieron qu¨¦ hacer con ¨¦l¡±, escribi¨® Wallace Stegner. Holt s¨ª sab¨ªa: esa tierra bald¨ªa ¡ªo, mejor, ¡°gastada¡±, como reza la traducci¨®n catalana de Joan Ferrat¨¦ del original de T. S. Eliot¡ª fue el escenario donde aline¨® esas estructuras prefabricadas con la aurora y la puesta de sol en los solsticios de verano e invierno, a una escala monumental y con una voluntad cient¨ªfica que contradec¨ªan todos los esencialismos respecto al arte hecho por mujeres. Tambi¨¦n en eso se adelant¨®.
¡®Nancy Holt. Dentro fuera¡¯. Macba. Barcelona. Hasta el 7 de enero de 2024.
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