La fiesta tard¨ªa de Lee Krasner
El Guggenheim de Bilbao rinde justicia a la pintora estadounidense, que fue mucho m¨¢s que la esposa de Jackson Pollock, con una nueva exposici¨®n a partir del 18 de septiembre
Hacia 1973, cuando empec¨¦ a preguntarme sobre la ausencia de mujeres artistas en la historia del arte que me ense?aban en la universidad y me presentaban en los museos, el expresionismo abstracto no se consideraba a¨²n merecedor de tratamiento hist¨®rico. Ten¨ªa un colega que se hab¨ªa atrevido a planear varias conferencias sobre la ¡°nueva pintura estadounidense¡± de los cincuenta y yo ya era una feminista joven e impertinente, as¨ª que le dije que no pod¨ªa impartir el curso sin incluir a ninguna mujer. Se encogi¨® de hombros. Dijo que no sab¨ªa nada sobre ellas. Si tanto me importaba a m¨ª, ?que diera yo misma las charlas sobre las mujeres! Acept¨¦, pero ?yo qu¨¦ sab¨ªa? Era una estudiante de posgrado que estaba especializ¨¢ndose en historia del arte del siglo XIX. No sab¨ªa nada de un tema todav¨ªa ex¨®tico como el arte moderno, que nunca hab¨ªa estudiado.
Como consecuencia de la nueva conciencia feminista surgida en los sesenta, que lleg¨® tambi¨¦n al arte, la cr¨ªtica estadounidense Cindy Nemser public¨® en 1975 una serie de entrevistas con mujeres artistas contempor¨¢neas, desde Barbara Hepworth hasta Eva Hesse. Una de las entrevistadas fue Lee Krasner. A¨²n llena de vida, activa y creativa, su carrera se remontaba a los comienzos radicales del arte abstracto en Nueva York, en la d¨¦cada de 1930. Estudi¨® con Hans Hoffmann, que, junto con Katherine Dreier y Esphyr Slobodkina, llev¨® el cubismo y el arte abstracto de Europa a Estados Unidos. Considerada una de las mejores entre los pintores neoyorquinos, Krasner fue seleccionada por John Graham para su exposici¨®n de artistas abstractos norteamericanos en 1942; all¨ª, en plena madurez art¨ªstica, conoci¨® a su futuro marido, el principiante Jackson Pollock. Durante los cincuenta, mientras la pintura de ¨¦l se estancaba, la de ella no dej¨® de ser vanguardista, atrevida, cortando y pegando lienzos y desarrollando la creaci¨®n de su propia pintura din¨¢mica y gestual.
En los cincuenta, mientras la obra de Pollock se estancaba, la de Krasner nunca dej¨® de ser vanguardista y atrevida
Krasner sobrevivi¨® a Jackson y sigui¨® evolucionando como artista hasta su fallecimiento, en 1984, a los 75 a?os. Es posible que, para muchos, Color vivo, la exposici¨®n que le dedica el Guggenheim de Bilbao a partir del 18 de septiembre, suponga la primera vez que se encuentran con su obra. ?C¨®mo y por qu¨¦ decidieron los historiadores del arte y los conservadores de museos del siglo ignorar y excluir a tantas artistas modernas y contempor¨¢neas simplemente porque eran mujeres? ?Por qu¨¦ lo que nosotros, el p¨²blico, recibimos como ¡°arte¡± de los museos y los libros de historia del arte es tan limitado, euroc¨¦ntrico, racialmente excluyente, heteronormativo y desprovisto de mujeres? Mis investigaciones revelan que la exclusividad de g¨¦nero ¡ªun relato de la historia del arte que solo habla de hombres blancos¡ª solo se produjo en el siglo XX, en la era del arte moderno. Antes de 1900 encontramos numerosos libros sobre artistas que son mujeres; sus documentos se conservan en archivos y sus pinturas est¨¢n en colecciones.
Conocer a Krasner por primera vez en 2020 es llegar muy tarde a una fiesta que las historiadoras del arte feministas llevamos m¨¢s de medio siglo celebrando. Nadie va a redescubrir a Lee Krasner: form¨® parte indudable de la historia del arte del siglo XX y tuvo un papel muy destacado en la pintura abstracta. Su primera retrospectiva se organiz¨® en Londres en 1964, en la Whitechapel Art Gallery. En cambio, el MoMA no le dedic¨® una retrospectiva hasta despu¨¦s de su muerte, en 1985. Personalmente, no aprend¨ª a valorar la dimensi¨®n de su talento hasta una exposici¨®n celebrada en Nueva York en 2000, en la que estudi¨¦ su pintura d¨¦cada a d¨¦cada, envite a envite, innovaci¨®n a innovaci¨®n.
Cuando muri¨® Pollock, al estrellarse contra un ¨¢rbol mientras conduc¨ªa ebrio el 11 de agosto de 1956, en Krasner recay¨® de pronto la responsabilidad de cuidar de su legado, a la vez que se ocupaba de un cuadro que ella acababa de pintar justo antes de morir su marido. Prophecy (1956), que figura en la exposici¨®n, es una monstruosa figura carnosa, con un solo ojo y patas de animal, en la que se atisba una batalla entre el aterrador Las se?oritas de Avi?¨®n, de Picasso, y Woman I, de Willem de Kooning, para quedarse con su alma de pintora. Los dos artistas hab¨ªan modernizado la fantas¨ªa f¨¢lica de la mujer como monstruo, el otro, el animal, la deidad. Entre 1956 y 1957, Krasner pele¨® con los hombres y simb¨®licamente los ¡°mat¨®¡± con su creaci¨®n de una imagen de vida gozosa. Por desgracia, no se ha podido conseguir el pr¨¦stamo de Sun Woman I y II para la muestra, aunque Prophecy y sus amenazadores acompa?antes s¨ª est¨¢n presentes con sus malos presagios. La exposici¨®n pasa de ah¨ª a los ¨²ltimos cincuenta, a la vasta serie abstracta y monocrom¨¢tica de Insomnia. Ello nos impide comprender el proceso por el que Krasner descubri¨® su nueva libertad al dedicarse a la pintura corporal, como mujer al mando de un espacio infinito a trav¨¦s de los gestos y los ritmos, que danzaba hasta las profundidades de su pena y las cumbres de su incomparable placer con el color.
En los ochenta, la pintora regres¨® a su trayectoria inicial como extraordinaria artista de la figura. Sus primeros dibujos muestran sus aptitudes cl¨¢sicas y su audaz descomposici¨®n cubista de la forma humana. Esas primeras obras son las que en 1980 recort¨® para recomponerlas formando collages en unos grandes lienzos que titul¨® con todos los tiempos del verbo ver, en una serie llamada Once formas de usar las palabras para ver. Son obras evocadoras, habitadas por figuras fantasmales, que recorren su historia, desde los comienzos cubistas hasta las reconfiguraciones y deconstrucciones posmodernas de su pasado, reformuladas para un presente prometedoramente feminista. Esa serie es una r¨¦plica a quienes vieron pero no reconocieron su obra, como el cr¨ªtico Clement Greenberg, que en una entrevista en 1964 dijo que los collages pintados que Krasner hizo en 1955 eran la novedad m¨¢s estimulante de la pintura del momento. Pero Greenberg no lo dej¨® por escrito en aquel entonces y su silencio la borr¨® en vida.
Por eso es importante que no redescubramos a las mujeres artistas como si hubieran estado ausentes cuando pasaron las cosas y ahora tuvi¨¦ramos que alegar razones especiales para presentarlas. Krasner cre¨® su arte en conversaci¨®n con Jackson Pollock, Willem de Kooning, Elaine de Kooning, Helen Frankenthaler, Grace Hartigan y muchos otros hombres y mujeres. Mi tesis es que los hombres y las mujeres fueron cocreadores del arte moderno. El modernism es lo que los artistas, hombres y mujeres, blancos y negros, homosexuales y heterosexuales, cocrearon de diversas formas, al tiempo que aportaban su experiencia particular de raza, clase, g¨¦nero, preferencia sexual, pol¨ªtica y visi¨®n del mundo a los m¨²ltiples hilos que forman el tejido del arte del siglo XX. La historia del arte y los museos nos ofrecen una tela ra¨ªda sin color ni complejidad. En vez de esa visi¨®n estrecha, debemos exigir unas historias del arte enriquecidas, feministas, poscoloniales y queer, para aprender a ver el arte y vernos a nosotros mismos con esa complejidad y esa diversidad.
Lee Krasner es una de las grandes figuras del arte moderno. A trav¨¦s de la pintura abstracta ella, como sus colegas, lidi¨® con la modernidad, el Holocausto, la guerra nuclear, la p¨¦rdida y la alegr¨ªa en un intenso compromiso de llevar la pintura y el hecho de ser mujer m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite. Que no se supiera antes todo esto es una tragedia colectiva. Mi tragedia personal es que, si la historia del arte me hubiera ense?ado a mirar antes a esas mujeres, quiz¨¢ la habr¨ªa conocido en persona.
Griselda Pollock es historiadora del arte, referente en el estudio feminista de la creaci¨®n art¨ªstica, y profesora en la Universidad de Leeds. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Lee Krasner. Color vivo. Museo Guggenheim. Bilbao. Del 18 de septiembre al 10 de enero.
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