Nick Drake, el misterio del chico m¨¢s triste y solitario sigue vivo
Una enciclop¨¦dica biograf¨ªa oficial y un doble ¨¢lbum de versiones de artistas contempor¨¢neos reavivan el inter¨¦s por el bardo ultrasensible, que muri¨® con 26 a?os. Este verano habr¨ªa cumplido los 75
Pocas necrol¨®gicas vieron la luz a finales de noviembre de 1974 en torno a la figura de Nick Drake y menos fueron a¨²n las l¨¢grimas derramadas por la tempran¨ªsima p¨¦rdida (26 a?os) del mejor retratista imaginable de la congoja, aquel muchacho fr¨¢gil y hermoso que muri¨®, en una noche de rel¨¢mpagos e insomnio, v¨ªctima de una fatal combinaci¨®n de f¨¢rmacos contra la depresi¨®n. El propio Nicholas Rodney Drake quiz¨¢ fuese hoy el primer sorprendido al comprobar la dimensi¨®n legendaria que ha ido adquiriendo con los a?os su figura, ahora sin¨®nimo de hipersensibilidad masculina, abismos del alma y, sobre todo, una personal¨ªsima inspiraci¨®n trovadoresca que el mundo desconoc¨ªa hasta entonces. De hecho, no han cesado de aflorar toda suerte de replicantes: desde su coet¨¢neo John Martyn a esa abrumadora generaci¨®n de chicos atribulados que integran Iron & Wine, Vetiver, Elliott Smith, Jeff Buckley, Bon Iver, Grizzly Bear, Sondre Lerche y hasta nuestros zaragozanos Tachenko.
Apenas tuvo tiempo de grabar tres ¨¢lbumes y su legado se limita a medio centenar de canciones
Nos encontramos ante un artista que apenas tuvo tiempo de grabar tres ¨¢lbumes en vida y cuyo legado, sumando otros t¨ªtulos dispersos ¡ªy hasta alg¨²n esbozo encontrado entre sus grabaciones caseras¡ª, no llega al medio centenar de canciones. Hablamos de un muchacho huidizo y ensimismado que sent¨ªa pavor por los escenarios y del que no queda un solo testimonio audiovisual, sonoro o fotogr¨¢fico de las escas¨ªsimas ocasiones en que se subi¨® a las tablas. Genio incomprendido o agazapado, creador muy por delante de su tiempo (y seguramente tambi¨¦n del nuestro), Drake se fue acuartelando en torno a sus propios fantasmas mientras el mundo no se daba por enterado.
De nada sirvi¨® que el mism¨ªsimo Mick Jagger se quedase obnubilado con su talento y magnetismo (¡°ven a vernos en Londres cuando quieras¡±) tras un encuentro fortuito entre Nick y los Rolling Stones en Marraquech, durante la primavera de 1967. Y tampoco fue suficiente que le abrazara como productor Joe Boyd, descubridor y representante de los ya deslumbrantes Pink Floyd. Boyd ten¨ªa la agenda a reventar, pero, tras escuchar a Drake (¨¦l s¨ª goz¨® de ese privilegio) el 21 de diciembre de 1967 en el Roundhouse londinense, decidi¨® apadrinar su carrera. En su autobiograf¨ªa, Bicicletas blancas, se desliza una frase deliciosa sobre lo que inspiraba Nick entre quienes le iban descubriendo: ¡°Todos se rascaban la cabeza tratando de averiguar de qu¨¦ planeta ven¨ªa ese chico¡±.
En el verano en que Drake habr¨ªa soplado sus 75 velas de cumplea?os confluyen en las tiendas dos homenajes hermosos y sentidos a su fugaz pero imperecedera trayectoria. Por un lado est¨¢ The Life, una biograf¨ªa oficial mastod¨®ntica (casi 600 p¨¢ginas) a cargo de Richard Morton Jack, que la ¨²nica hermana del artista, Gabrielle Drake, considera ¡°definitiva¡±. Pero para nosotros reviste a¨²n mayor enjundia la doble antolog¨ªa The Endless Coloured Ways, en la que hasta 25 artistas revisan y reinventan otras tantas composiciones aparecidas en los ¨¢lbumes Five Leaves Left (1969), Bryter Layter (1970) y Pink Moon (1972); aunque, en ese af¨¢n por exprimir el exiguo cat¨¢logo, la fant¨¢stica cantautora de Birmingham Katherine Priddy recala incluso en ¡®They¡¯re Leaving Me Behind¡¯, que solo constaba en una casete dom¨¦stica.
Nunca fue sencillo recrear la obra singular¨ªsima de Drake, tan peculiar por su voz afligida y las abundantes afinaciones no convencionales que practic¨® con la guitarra. Lo mejor de esta antolog¨ªa ¡ªde largo, la m¨¢s extensa y ambiciosa acometida hasta la fecha¡ª es que cada participante aplica su sonido e ideario propios, pero no renuncia al alambicado armaz¨®n mel¨®dico y arm¨®nico de los originales. As¨ª, los enfadicas Fontaines D.C. llevan al territorio del pospunk (cr¨¦anselo, s¨ª) la inmortal ¡®Cello Song¡¯, igual que el inquieto Mike Lindsay se sirve de la voz profunda e implorante de Guy Garvey (Elbow) para agrandar la leyenda de la bell¨ªsima ¡®Saturday Sun¡¯, esa que condens¨® el estupor y la apoplej¨ªa vital en aquellos versos conmovedores: ¡°El sol del domingo lleg¨® sin previo aviso / y nadie supo qu¨¦ hacer¡±.
Comparecen admiradores evidentes y confesos de Drake (John Grant, Philip Selway, Liz Phair), pero tambi¨¦n hay giros de guion como que Let¡¯s Eat Grandma se encarguen de acercar ¡®From the Morning¡¯ a los territorios del ?synth pop. Nos queda la duda de si la noruega Aurora no habr¨¢ desfigurado la reverenciada ¡®Pink Moon¡¯ hasta dejarla inerme. Y la fuerte intuici¨®n de que un Nick Drake a¨²n en el reino de los vivos abrazar¨ªa como heredero a David Gray, descomunal en su aproximaci¨®n a ¡®Place To Be¡¯, conmovedora pero salpimentada con un pellizco de electr¨®nica. Es un mero recurso dial¨¦ctico, cierto, pero con Nicholas Rodney se vuelve insoportable esa idea de que las muertes tempranas y repentinas nos privan para siempre de docenas de t¨ªtulos que ya nunca existir¨¢n.
¡®Nick Drake: The Life¡¯. Richard Morton Jack. John Murray Publishers Ltd, 2023 (en ingl¨¦s). 576 p¨¢ginas. 28,77 euros.
Nick Drake
Chrysalis /Popstock
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