¡®La Conejera¡¯: la m¨ªstica de los desvalidos
La novela de Tess Gunty, ganadora del National Book Award de 2022, plantea una fren¨¦tica s¨¢tira social con un estilo h¨ªbrido a caballo entre el ensayo y la ficci¨®n
¡°Todo el mundo influyendo, todo el mundo influido, todo el mundo embobado ante su propio perfil. [¡] Y luego los algoritmos depredadores del capitalismo tard¨ªo se abalanzan sobre ti¡±, dice Tiffany ¡®Blandine¡¯ Watkins, la joven y contestataria protagonista de esta fren¨¦tica s¨¢tira social con la que la no menos joven Tess Gunty ha ganado el National Book Award, convirti¨¦ndose en un talento prometedor de la narrativa norteamericana y desde luego en su nueva enfant terrible. Tess le ha cedido a Blandine su sentido cr¨ªtico y su sentido del humor, y Blandine se ha apresurado a orquestar una enmienda a la totalidad de nuestra sociedad desquiciada sirvi¨¦ndose del relato coral que brota de la comunidad de vecinos de La Conejera, un inmueble ¡°cuyas paredes son tan finas que se oye el d¨ªa a d¨ªa de los dem¨¢s como si fuesen radionovelas¡± y que sobrevive como puede a la decrepitud general de Vacca Vale, una agonizante ciudad postindustrial del Medio Oeste que en su d¨ªa fue centro automovil¨ªstico como Detroit y a la que quieren unos ahora reconvertir en ¡°una mala imitaci¨®n de Silicon Valley¡±, con las especulaciones de rigor.
La fauna que habita La Conejera es estrafalaria hasta el paroxismo, como lo es la que habita el mundo, y el lector la observa durante tres calurosos d¨ªas de verano en esa jaula de metacrilato que le procura su condici¨®n ficcional. Es el zoo de cristal donde anida el cuco y en el que cada loco con su tema va tejiendo una visi¨®n sombr¨ªa, grotesca, pero sumamente atractiva de este adulterado mundo consumista y alienante con su publicidad agresiva (¡°un cartel mostraba un feto en un pan de hamburguesa. Obama burger¡±), sus opresivas redes sociales, ¡°que se parecen a la Iglesia de la Cienciolog¨ªa¡±, las f¨¢bricas como Foxconn, en la que ¡°antes de cada turno los empleados deben prometer que no van a suicidarse¡±, sus solares deprimentes convertidos en vertederos en los que encontrar ¡°un cond¨®n lleno de corteza y barro, como si dos ¨¢rboles hubiesen copulado la noche anterior¡±, la angustia del cambio clim¨¢tico, esa vacuidad de los grafitis que delatan decadencia y de los moteles inmundos, su machismo end¨¦mico (¡°la historia de la humanidad es la historia de las vejaciones por parte del hombre con respecto a la mujer¡±), el catolicismo bajo sospecha y los asideros que les proporciona la rutina (o el New Age) a los pobres diablos solitarios que habitan La Conejera y cuyas vidas componen esta extravagante novela caleidosc¨®pica escrita en varias texturas y cuyo talante tragic¨®mico y cr¨ªtico la emparenta con muchas p¨¢ginas de Zadie Smith.
Procede Gunty conforme a la paradoja de Adam Thirlwell en La novela m¨²ltiple, ¡°una obra nueva s¨®lo tiene sentido si forma parte de una tradici¨®n, pero s¨®lo tiene valor en esa tradici¨®n si ofrece algo nuevo. [...] ?Qu¨¦ otra cosa es la imaginaci¨®n sino una forma de pastiche?¡±, o a la invitaci¨®n de Jonathan Lethem, en The Ecstasy of Influence, a un ¨¢vido desguace del arte anterior para crear un arte nuevo. Con envidiable desenfado, escoge t¨¦cnicas y recursos del pr¨®digo supermercado del eclecticismo de esa posmodernidad que quisiera poder definir mientras se depila las piernas, y en su nueva pulp fiction con denuncia social se sirve del estilo h¨ªbrido y del discurso mordaz de La broma infinita de Foster Wallace, siempre a medio camino entre el ensayo y la ficci¨®n. Tambi¨¦n Gunty quiere hablar de langostas, y de conductas sociales, psicolog¨ªa colectiva, sexo y violencia, desvalimiento y deshumanizaci¨®n tecnol¨®gica, y del misticismo por el que Blandine est¨¢ obsesionada desde que ley¨® una antolog¨ªa de la abadesa benedictina Hildegarda de Bingen, ¡°su ¨²nica amiga de verdad¡±, cuyas sabias frases hacen aqu¨ª las veces de consejos de autoayuda. No est¨¢ re?ida su procacidad de adolescente con la madurez temprana que la conduce a leer La tierra bald¨ªa de Eliot (y de la desolaci¨®n del naufragio industrial) y el Libro de la vida de Santa Teresa, a asumir el nombre de una m¨¢rtir cristiana y a pensar su educaci¨®n sentimental m¨¢s all¨¢ de la vida diaria que ahoga a sus convecinos. Sus inquietudes filos¨®ficas en aras de trascender lo cotidiano, y las citas de textos espirituales, hacen pensar en la Franny de Franny y Zooey de Salinger.
Autobiograf¨ªa de rojo, la novela en verso de su admirada Anne Carson, con la que comparte desaf¨ªos formales, parece estar detr¨¢s del atestado que el vertiginoso cap¨ªtulo ¡°Los hechos¡± trata de parodiar. Y el experimentalismo l¨²dico, que marca a fuego la novela con sus listas de citas, cartas y ejercicios de polifon¨ªa y dialogismo, transcripciones fon¨¦ticas y registros coloquiales, adem¨¢s de los dibujos inspirados en las figuras ic¨®nicas de Banksy y el pop art y que traen a la memoria los de Kurt Vonnegut, entronca con la obra de algunos exploradores de la forma de la novela como Mark Danielewski en La casa de hojas. Imposible, en fin, no evocar La vida instrucciones de uso de Perec y sus juegos oulipianos cuando se trata de narrar las vidas cruzadas de los vecinos de un inmueble.
Llamar americana a una novela en este mundo nuestro global no parece una buena idea, pero lo cierto es que La Conejera, opera prima intensa y traducida con verdadera maestr¨ªa, lo es por lo menos en la naturalidad con la que la autora se pone el mundo por montera y escribe sin prejuicios disfrutando de su desaf¨ªo. Gunty encarece con su inteligencia narrativa las argucias aprendidas en cursos de escritura creativa, y despu¨¦s de esta conquista solo cabe aguardar a ver qu¨¦ derrotero toma su talento.
La Conejera
Sexto Piso, 2023
425 p¨¢ginas, 24,90 euros
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