¡®Maestras¡¯ en el Thyssen: una historia oportunista del arte hecho por mujeres
La muestra, que recoge un centenar de obras, propone recorrer y analizar la pintura firmada por las artistas a lo largo de los ¨²ltimos siglos. La iron¨ªa es que se acabe enmarcando en la visi¨®n esencialista que aspiraba a criticar
Sorprende el p¨¢nico cultural en el que viven los programadores de las industrias culturales, y sus equivalentes muse¨ªsticos, a no estar a la altura de las transformaciones sociales. Hay urgencia, al menos en Occidente, por rescatar y dar espacio a quienes nunca fueron vistos, escuchados o le¨ªdos, y m¨¢s espec¨ªficamente a los logros de la mitad m¨¢s desatendida de la poblaci¨®n mundial: las mujeres.
El hecho de que el Museo Thyssen-Bornemisza exponga a la vez Picasso, lo sagrado y lo profano y Maestras es un ejemplo m¨¢s de lo encallecido que est¨¢ el arte, resuelto como siempre a querer dar en el clavo, bien celebrando a los grandes, bien removiendo ocasionalmente el canon para insertar alguna firma femenina en las colecciones (el llamado purplewashing). Por un lado, vemos al poseedor de la pepita dorada del genio, el ¡°cham¨¢n con poderes sobrenaturales, intercesor entre pueblos y civilizaciones¡± (as¨ª anuncia el museo la muestra que conmemora los 50 a?os de la muerte de Picasso). Por otro, la historia formal de la pintura hecha por mujeres, muy cercana en contenido ¡ªno en enfoque¡ª a su progenitora Women Artists, 1550-1950, inaugurada en Los ?ngeles en 1976, que ten¨ªa como comisarias a Ann Sutherland Harris y Linda Nochlin, autora esta ¨²ltima del conocido ensayo ?Por qu¨¦ no ha habido grandes mujeres artistas?.
El t¨¦rmino maestra proviene del lat¨ªn magister, y significa ¡°el que m¨¢s sabe o destaca¡±. De ah¨ª, la ¡°obra maestra¡±, en alusi¨®n a la creaci¨®n m¨¢s sobresaliente de un artista. Es sabido que la hip¨¦rbole produce una atracci¨®n visceral en los muchos tipos de p¨²blicos asiduos al museo, que tienen que escoger entre un mont¨®n de opciones. La iron¨ªa es que Maestras propone el tipo de visi¨®n esencialista que parece criticar y a ser posible destruir. Ya en el texto del cat¨¢logo, su comisaria Roc¨ªo de la Villa ¡ªquien en 2011, en el mismo Thyssen, dirigi¨® un ciclo de conferencias vinculado a la exposici¨®n Hero¨ªnas, otra hip¨¦rbole¡ª comienza por identificar a estas artistas con una noci¨®n de feminidad que defiende ¡°una plasmaci¨®n concreta en la representaci¨®n propia de las mujeres¡±, ¡°iconograf¨ªas dispares de las de sus compa?eros¡±, unas ¡°ideas en femenino protagonizadas por dos o m¨¢s mujeres c¨®mplices¡±. La afirmaci¨®n es de una manifiesta arrogancia cultural. Desde el punto de vista feminista, estas obras deber¨ªan entenderse no como una sublimaci¨®n femenina, sino como la ejecuci¨®n de nuevas realidades, promesas o posibilidades de pensamiento que a¨²n quedan por decir.
El concepto sororidad inspira esta muestra, en oposici¨®n a ¡°la representaci¨®n de la figura aislada femenina, que es la m¨¢s generalizada en la historia del arte y la autor¨ªa masculina¡±. Esta es una de las razones por la que esta hermandad femenina se nos hace tan repelentemente familiar, con sus falsas polaridades y tan alejada de las categor¨ªas que Nochlin ya cuestionaba en su ensayo de 1971, como la existencia de una esencia, sutileza y mirada propias del g¨¦nero femenino como verdadera o natural. Argumentaba que la falta de grandes mujeres artistas ten¨ªa que ver con factores socioculturales del hecho art¨ªstico. Por ejemplo, la imposibilidad de acceder al estudio de modelos desnudos, masculinos o femeninos, o al sistema patriarcal de educaci¨®n y mecenazgo de las artes.
Nochlin decide adem¨¢s que ¡°estas obras no comparten ninguna caracter¨ªstica visual especial debido a su autor¨ªa femenina¡±, por mucho que sus autoras, adem¨¢s de ser blancas, gozaran de ¨¦xito art¨ªstico, y econ¨®mico, fueran cosmopolitas, ense?aran, se influyeran mutuamente y recibieran el apoyo de otras mecenas. ¡°El arte no es una actividad libre y aut¨®noma de un individuo superdotado, as¨ª que la categor¨ªa genio carece de todo rigor art¨ªstico ¡ªopina Nochlin sobre los artistas dotados de la ¡°pepita de oro¡±¡ª. La historia del arte es en s¨ª misma un modo genial de analizar el arte¡±.
Contrariamente, Maestras, que abarca desde el siglo XVII a los a?os treinta del siglo XX, plantea que existe un tipo de grandeza diferente a la de los hombres, una historia de las ideas o ¡°estilo femenino¡±, y esta es la tesis que la comisaria ir¨¢ pespuntando en cada cap¨ªtulo sobre un total de un centenar de pinturas y esculturas de 80 artistas rastreadas entre decenas de museos europeos y de Estados Unidos. No se ha incluido la danza, el dise?o o la fotograf¨ªa, pese a que hubiera grand¨ªsimas fot¨®grafas durante las primeras d¨¦cadas del XX.
Contrariamente a las tesis de Linda Nochlin, la muestra plantea que existe un tipo de grandeza diferente a la de los hombres, una historia de las ideas o ¡°estilo femenino¡±
Para ahorrarnos disgustos, conviene disfrutar de Maestras sin m¨¢s revoltijos te¨®ricos, dejarnos atraer por el poder pl¨¢stico de muchas de las obras, ya desde las primeras salas dedicadas a Lavinia Fontana, Artemisia Gentileschi (con dos versiones de Susana y los viejos, de 1610 y 1637) o Elisabetta Sirani. La secci¨®n Bot¨¢nicas re¨²ne bodegones ¡°llenos de sensualidad¡± (Clara Peeters, Fede Galizia) con algunas peque?as criaturas vivas ¡ªesto es, insectos¡ª que ¡°refuerzan la uni¨®n y comunicaci¨®n de las mujeres con la naturaleza¡±. En el cap¨ªtulo dedicado a la Ilustraci¨®n, las viajeras Angelica Kauffmann y Louise-?lisabeth Vig¨¦e-Le Brun pintan fascinadas por la belleza de Lady Hamilton y sus performances en las que daba vida a estatuas cl¨¢sicas e im¨¢genes mitol¨®gicas. En Orientalismo, las viajeras Rosa Bonheur, Mary Cassatt retratan con dignidad al Otro o tratan el tema lejos del habitual erotismo ostentoso del har¨¦n, aunque no faltan las que exhiben prejuicios euroc¨¦ntricos (Louise Mouillon, Elisabeth Murray).
Los ¡°elegantes y delicados¡± retratos de campesinos (Henriette Browne), la dignidad del trabajo femenino (Anna Elisabeth Klumpkle, Marie Petiet), las diferentes maternidades (Anna Ancher, Suzanne Valadon), las complicidades entre mujeres (Berthe Morisot, Maruja Mallo) que expresan modelos con vestidos simult¨¢neos (Sonia Delaunay) o enfrascadas en juegos l¨¦sbicos (Marie Laurencin), o varias odaliscas (Jacqueline Marval) y ba?istas (Zina?ada Serebriakova) nos intentan contagiar la euforia de haber recapitulado la historia de los grandes logros de las artistas y darles un aire ejemplar. El sublime femenino.
¡®Maestras¡¯. Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid. Hasta el 4 de febrero de 2024.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.