Bichos, ret¨ªculas y tejeduras: atrapados en las redes de Gego
La exposici¨®n dedicada a la escultora viaja desde Nueva York al Guggenheim de Bilbao, en versi¨®n reducida y lastrada por la arquitectura con esteroides de Gehry
En 1938, Gertrud Goldschmidt sali¨® huyendo de Alemania con 26 a?os y lo puesto, rumbo a Caracas. Ven¨ªa de una familia jud¨ªa acomodada y culta, secular y asimilada, que no esper¨® tanto y ya se hab¨ªa refugiado en Londres. Pese a las Leyes de Nuremberg, ella se hab¨ªa quedado para intentar terminar sus estudios de arquitectura e ingenier¨ªa, hasta que un profesor avisado le urgi¨® a no perder un minuto m¨¢s. El ¨²nico visado que pudo conseguir a las prisas fue para Venezuela, un pa¨ªs del que no sab¨ªa nada y cuyo idioma no hablaba. ¡°Dej¨¦ el sof¨¢ y otros muebles a la beneficencia¡±, recordar¨ªa a?os despu¨¦s, ¡°cerr¨¦ la casa y, en un gesto pat¨¦tico que s¨®lo yo pude ver, tir¨¦ la llave al r¨ªo Alster¡±.
Nunca volvi¨® a vivir en Europa, y pas¨® ya el resto de su vida en Venezuela: no hace falta decir que el gesto no era pat¨¦tico, sino muy valiente. Y aparte de simb¨®lico result¨® ser premonitorio: visto en la distancia y con los ojos de la imaginaci¨®n, el arco a¨¦reo y el tintineo met¨¢lico de aquellas llaves lanzadas al agua tienen la determinaci¨®n certera de la carrera profesional que con el nombre de Gego la convirti¨® en una de las grandes artistas modernas de Am¨¦rica Latina. Y recuerda tambi¨¦n el car¨¢cter tenue, pero riguroso y firme, de una obra que transforma la escultura tradicional en dibujo en el aire: lo de Gego es un juego de vac¨ªos, de trayectorias, de huecos y sustracciones de materia hasta crear sutil¨ªsimos espacios negativos y sugerencias de infinitos ordenados, arm¨®nicos y conmensurables.
La exposici¨®n viaja desde el Guggenheim de Nueva York y llega a Bilbao reducida en un cuarto de sus 200 obras. Las que traen son buenas y bastantes, y solvente el comisariado de Geaninne Guti¨¦rrez-Guimar?es (con la solidez a?adida, en Nueva York, de Pablo Le¨®n de la Barra). Por desgracia, la levedad y la carga po¨¦tica de su obra sufre much¨ªsimo con la mudanza: por lo que todo el mundo dijo y lo que puede verse en fotos y v¨ªdeos, la arquitectura a¨¦rea y el despliegue sucesivo de espacios y recovecos de la espiral de la Quinta Avenida era el h¨¢bitat perfecto para la obra de Gego: su modernidad reticente y disidente encontraba el amplificador y la vara de medir perfecta en la arquitectura de Frank Lloyd Wright, que potenciaba su car¨¢cter elusivo, contundente y a la vez inaprehensible. En el hangar desangelado de la sala 105 del edificio de Bilbao, bajo una luz inclemente y sin posibilidades de jugar con un espacio tan di¨¢fano como banal, la sutileza y los delicados juegos de vol¨²menes y vac¨ªos de sus esculturas-dibujo se desactivan y no llegan a desplegar sus infinitas sugerencias. Y a un nivel simb¨®lico, la concepci¨®n del espacio y los vol¨²menes modernos de Gego se da de tortas con el vest¨ªbulo (tan noventero) de Gehry y su arquitectura ciclada con esteroides.
Gego se tom¨® su tiempo en Venezuela: trabaj¨® para varios estudios de arquitectura, dise?¨® mobiliario, adquiri¨® la nacionalidad, form¨® una familia, se divorci¨® y emparej¨® de nuevo con el que ya ser¨ªa su compa?ero de por vida, el dise?ador Gerd Leufert. No empez¨® a dedicarse al arte a tiempo completo hasta los a?os cincuenta, y tuvo su primera individual a los 43 a?os. Les sacaba una d¨¦cada a las estrellas emergentes del arte cin¨¦tico, Soto, Cruz-D¨ªez u Otero, y la dictadura militar de Venezuela, por entonces, se comportaba como el franquismo con el informalismo abstracto: hab¨ªa visto en esa nueva generaci¨®n un arte homologable internacionalmente y ¡°exportable¡±, capaz de dar al r¨¦gimen un rostro moderno de puertas para fuera, y llov¨ªan los encargos y proyectos p¨²blicos.
A partir de los setenta, su trabajo toma una direcci¨®n distinta de la abstracci¨®n geom¨¦trica de sus coterr¨¢neos. Los dibujos y las obras en tres dimensiones se vuelven cada vez m¨¢s ligeros y a¨¦reos, a base de finas l¨ªneas de alambre entrecruzado, como ret¨ªculas o micelios que cuelgan del techo y oscilan levemente en el espacio: los ejemplos de Chorros, Troncos Esferas y Columnas que vemos aqu¨ª aluden, junto a fotograf¨ªas y documentaci¨®n, al proyecto que mejor sintetiz¨® y formaliz¨® con mayor fuerza sus ideas y su est¨¦tica espacial: la Reticul¨¢rea. Abundaba en la idea de la instalaci¨®n penetrable, tan presente en la segunda mitad del siglo XX en Am¨¦rica Latina (de Oiticica a Lygia Clarke, Mira Schendel o el propio Soto en Venezuela) y constru¨ªa ef¨ªmeras redes de alambre, tejidas manualmente como telara?as, que cubr¨ªan estancias enteras y convert¨ªan a los espectadores en exploradores, casi, de nuevas formas de entender el espacio o el tiempo: por algo las geometr¨ªas de Gego recuerdan a los esquemas enrevesados y trayectorias vaporosas de la mec¨¢nica cu¨¢ntica y sus danzas de part¨ªculas subat¨®micas. Diferentes avatares de la Reticul¨¢rea se mostraron en vida de Gego en Caracas, Nueva York o Alemania, pero eran fr¨¢giles y ef¨ªmeras por naturaleza y debemos recurrir a la imaginaci¨®n para evocarlas, a falta de poder caminar entre las esculturas similares de la ¨¦poca que, en Bilbao, a diferencia de Nueva York, s¨®lo pueden contemplarse a distancia.
La carrera de Gego, at¨ªpica en todo, lo fue tambi¨¦n al reservar para su ¨¦poca tard¨ªa, a partir de los ochenta, las obras m¨¢s intrigantes e innovadoras: son los Dibujos sin papel, los Bichos y los Bichitos, las Tejeduras. El desgaste f¨ªsico de los a?os le hac¨ªa m¨¢s dif¨ªcil consagrarse al trabajo en grandes formatos, pero estas obras s¨®lo tienen de peque?o su tama?o: al trabajar con textiles, al crear peque?as esculturas de mesa con materiales encontrados, con redes de fruta, cables pelados, tiras de cartulina o acetato, Gego lleva hasta las ¨²ltimas consecuencias un trabajo visionario y radical que resuena en la obra de los m¨¢s j¨®venes: su humor esquivo, sus sugerencias narrativas y su disidencia radical frente a la ortodoxia no desentonar¨ªan en cualquier colectiva de arte latinoamericano actual.
¡®Gego. Midiendo el infinito¡¯. Guggenheim Bilbao. Hasta el 4 de febrero de 2024.
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