El bum espa?ol de los libros sobre el Imperio Romano
Del circo a las bacanales, la guerra, la corrupci¨®n o lo paranormal, la divulgaci¨®n hist¨®rica sobre Roma vive un momento de esplendor editorial en Espa?a
Roma nunca ha pasado de moda, su pasado siempre ha sido pr¨®ximo. Figuras como Julio C¨¦sar o Augusto, la Roma republicana o imperial han influido en l¨ªderes de todas las ¨¦pocas. Virgilio, Tito Livio o S¨¦neca han sido un motivo recurrente de inspiraci¨®n en las bellas letras de todos los tiempos. El Coliseo, las termas de Caracalla o la Pompeya sepultada por el Vesubio siguen fascin¨¢ndonos hasta el punto de celebrar el Ferragosto bajo un sol de justicia visitando sus ruinas y subiendo una foto a Instagram. La herencia de Roma sigue muy, pero que muy presente en el siglo XXI.
Fuimos muchos, sin embargo, los que descubrimos la antigua Roma con Ast¨¦rix y Ob¨¦lix y aquellos locos romanos. De aquella infancia recuperada rememoramos la expectaci¨®n semanal para ver en TVE un nuevo cap¨ªtulo de Yo, Claudio e incluso, cuando las cajas de ahorros regalaban libros y no bater¨ªas de cocina, le¨ªmos la excelente novela de Robert Graves en un lejano D¨ªa del Libro a cambio de un simb¨®lico ingreso en nuestras cartillas. Autores como Graves y actores como Derek Jacobi nos iniciaron en la Roma de los Julio-Claudios y nos acercaron a T¨¢cito mediante el recurso de la intriga familiar y las disputas din¨¢sticas, con los romanos ocupados en conquistar el mundo, forjar un imperio y participar en org¨ªas y banquetes. Hab¨ªamos sucumbido al p¨¦plum desde ni?os, Peter Ustinov en Quo vadis era nuestra cara de Ner¨®n y educamos nuestra sensibilidad adulta con el Espartaco de Kubrick, el Satyricon de Fellini o La vida de Brian de los Monty Python. No por ello los incondicionales del cine de romanos ¡ªtambi¨¦n de malvados romanos en Semana Santa, como el Mesala de Ben-Hur¡ª renunciamos a la ¨¦pica Gladiator de Ridley Scott y perdonamos alg¨²n que otro error hist¨®rico porque ¨¦ramos fieles a Roma, con sus gladiadores, sus legiones y sus emperadores tir¨¢nicos y desatados.
Ahora, desde TikTok se nos dice que eso es t¨ªpico de los hombres, pensar a todas horas en el Imperio Romano, quiz¨¢s porque nuestra naturaleza heterob¨¢sica halle en la antigua Roma la sangre y arena para reforzar nuestra raz¨®n patriarcal amenazada, aquella Roma en la que, por cierto, las mujeres interpretaron un papel nada menor en todos los ¨¢mbitos.
No era f¨¢cil en nuestro pa¨ªs iniciarse de otra manera en el conocimiento de la Roma antigua si no eras un especialista. Las obras de divulgaci¨®n escaseaban porque no cont¨¢bamos con una tradici¨®n como la anglosajona. Alguna exist¨ªa aqu¨ª y all¨¢, pero eran ensayos fallidos de autores profanos a partes iguales en la historia y las artes literarias que violentaban lo que hab¨ªa sucedido realmente. Nuestra salvaci¨®n ven¨ªa de la novela hist¨®rica, las de Robert Harris o Colleen McCullough, e incluso nos convertimos en fans del Marco Didio Falco de las novelas de Lindsey Davis. Pronto cambi¨® esa situaci¨®n y las editoriales apostaron por publicar ensayos escritos por sabias plumas surgidas de la academia internacional que dominaban el arte de acercar a un p¨²blico curioso y culto los avatares de la antigua Roma. Los libros del erudito Pierre Grimal son paradigm¨¢ticos al respecto, la guerra en el mundo cl¨¢sico de Peter Connolly fue precoz en Espasa-Calpe y la tradici¨®n anglosajona contin¨²a con una salud de hierro con ¨¦xitos como los de Adrian Goldsworthy y Mary Beard.
Hace unas d¨¦cadas, en nuestro pa¨ªs era dif¨ªcil iniciarse en el conocimiento de Roma
?Era tambi¨¦n en ello Espa?a diferente? Aqu¨ª la divulgaci¨®n no acababa de seducir a los especialistas, que confund¨ªan divulgar con vulgarizar. Cre¨ªan que si el gran p¨²blico quer¨ªa acercarse a Roma ya contaba con traducciones de Gibbon o Mommsen ¡ªsu Historia de Roma fue premio Nobel de Literatura¡ª, obras maestras traducidas hac¨ªa tiempo al castellano que si bien daban un aire culto a nuestras estanter¨ªas de sal¨®n eran solo le¨ªdas por especialistas o por forofos ilustrados de la historia de Roma con m¨¢s tiempo que un lector de Proust y una voracidad lectora que facilitara no desfallecer en el intento. Es verdad que pronto surgieron tambi¨¦n colecciones de quiosco en las que acad¨¦micos acercaban al gran p¨²blico la historia antigua, y ser¨ªa injusto no reconocer que en nuestro pa¨ªs hemos tenido excelentes divulgadores del mundo cl¨¢sico, por poner alg¨²n ejemplo, Carlos Garc¨ªa Gual, el acad¨¦mico que m¨¢s ha hecho por acercar Grecia y Roma a los lectores, o Fernando Quesada y Francisco Gracia, que nos han ense?ado tantas cosas sobre la arqueolog¨ªa de la guerra en la antig¨¹edad. Cabe aqu¨ª recordar la labor encomiable de la editorial Desperta Ferro, que ha logrado grandes ¨¦xitos con su serie sobre las legiones romanas.
Esa precariedad ha cambiado radicalmente y son ahora muchos los nombres de autores que nos teletransportan a la antigua Roma, profesores universitarios o sencillamente licenciados en Historia, Arqueolog¨ªa o Filolog¨ªa Cl¨¢sica que han asumido el compromiso con la divulgaci¨®n y han entendido que la transferencia del conocimiento es m¨¢s necesaria que nunca, por no decir un deber con una ciudadan¨ªa que financia nuestra investigaci¨®n. El ¨¦xito de dichas obras es proporcional a su calidad y son la mejor prueba de c¨®mo una joven y no tan joven generaci¨®n de autores ha sabido despertar en la sociedad la curiosidad por la historia antigua, incluso haciendo de ella de nuevo una magistra vitae, saltando de las tarimas de las aulas universitarias a la calle, en papel y en digital, a trav¨¦s de m¨²ltiples sellos editoriales o de la red, pero satisfaciendo sin duda la necesidad de que la historia cumpla con su finalidad de ofrecernos herramientas para pensar y repensar nuestro proyecto social. El lector acostumbra a premiar siempre la calidad y vuelve una y otra vez sobre la Roma antigua sin importarle demasiado que su historia se aborde desde la pol¨ªtica, la guerra o la sexualidad, los asuntos m¨¢s recurrentes.
Si el lector fue seducido por los romanos con el Julio C¨¦sar de Ast¨¦rix y su frase favorita, ¡°?A los leones!¡±, con los cuatro caballos ¨¢rabes de Ben-Hur o con M¨¢ximo D¨¦cimo Meridio en Gladiator combatiendo contra tigres de Bengala, podr¨¢ encontrar una buena inmersi¨®n en la sociedad romana a trav¨¦s del circo o el anfiteatro en los libros de David ?lvarez Jim¨¦nez Panem et circenses. Una historia de Roma a trav¨¦s del circo (Alianza Editorial) y de Mar¨ªa Engracia Mu?oz-Santos, Animales in Harena. Los animales ex¨®ticos en los espect¨¢culos romanos (Confluencias) o Gladiadores, fieras, carros y otros espect¨¢culos en la antigua Roma (S¨ªntesis). Ambos autores nos han brindado excelentes trabajos que seducen tanto al p¨²blico de a pie como al historiador profesional. La receta es sencilla, pero no por ello f¨¢cil de materializar con ¨¦xito, a saber, han espigado lo que dijeron Marcial, Plinio, Plutarco o Dion Casio aqu¨ª y all¨¢ sobre los espect¨¢culos con bestias y han sabido acercar al lector la espectacular iconograf¨ªa de mosaicos, relieves y pinturas como las de Pompeya o la villa romana del Casale en Piazza Armerina, en Sicilia.
Ahora, desde Tiktok se nos dice que pensar a todas horas en el imperio es t¨ªpico de los hombres
C¨®mo no adentrarnos en la Roma antigua banqueteando con Trimalci¨®n en El Satiric¨®n o participando en org¨ªas con Mesalina. Freud nos ense?¨® que la literatura er¨®tica, la pornograf¨ªa o el falocentrismo de los frescos romanos son productos culturales que han servido a todas las ¨¦pocas para sublimar la represi¨®n dominante desde la moral comunitaria. Uno no puede dejar de pensar en Roma y rememorar sus bacanales, a las que Pedro ?ngel Fern¨¢ndez Vega ha dedicado un complet¨ªsimo ensayo (Bacanales. El mito, el sexo y la caza de brujas, Siglo XXI) y una novela hist¨®rica (Bacanalia, Espasa), ese campo abonado para la divulgaci¨®n y g¨¦nero con el que seducir al gran p¨²blico. Si alguien puede decir Roma soy yo es Santiago Posteguillo, que ha intuido como nadie el poder de la antig¨¹edad novelada con ventas millonarias de su Trilog¨ªa de Trajano y hasta un Premio Planeta con su Yo, Julia (Ediciones B y Planeta). La estela de su serie televisiva, El coraz¨®n del imperio, la sigue Miguel D¨ªaz Espada para ofrecernos una galer¨ªa de retratos de matronas romanas que quisieron, con Ovidio, iniciarse en el arte de amar como Venus furtivas y en el arte de mandar como C¨¦sares vistiendo stola. En esa misma serie particip¨® Patricia Gonz¨¢lez Guti¨¦rrez, que en Cunnus. Sexo y poder en Roma (Desperta Ferro) ha demostrado cu¨¢nta raz¨®n ten¨ªa Foucault cuando en su Historia de la sexualidad nos ense?¨® que todo lo sexual es pol¨ªtico y que cuando decimos sexo lo que realmente queremos decir es poder. Ya antes nos hab¨ªa ofrecido una fascinante inmersi¨®n en el mundo de las mujeres romanas con su Soror. Mujeres en Roma (Desperta Ferro), jugando con el arte de la provocaci¨®n para ilustrar y escandalizar al lector a partes iguales, sin traicionar nunca el rigor cient¨ªfico aunque prefiera usar el vulgus sermo para acercarnos did¨¢cticamente las costumbres de unos romanos que invocaban a todas horas las moralizantes costumbres de los antepasados, el mos maiorum, pero que sucumb¨ªan a las coacciones del deseo y las tentaciones de la vida refinada y muelle.
La pol¨ªtica y la guerra son siempre una inversi¨®n segura. Alberto Monterroso, profesor de Lat¨ªn y Griego, lo mismo nos ha servido una solvente biograf¨ªa de S¨¦neca para transportarnos a la Roma de Ner¨®n (S¨¦neca. La sabidur¨ªa del imperio, Almuzara) que un ensayo sobre los emperadores hispanos (Emperadores de Hispania, La Esfera de los Libros), decisivos en la historia del Imperio Romano y para algunos, anacr¨®nicamente, un motivo trasnochado de orgullo patrio. Quien crea que la corrupci¨®n de los pol¨ªticos es un mal de nuestros d¨ªas deber¨ªa saber leer de nuevo a Pedro ?ngel Fern¨¢ndez Vega (Corrupta Roma, La Esfera de los Libros), quien nos descubre, con Plauto, que la corrupci¨®n ha estado siempre santificada por la costumbre y liberada de toda ley. Los romanos culparon de ese ambiente de corrupci¨®n moral generalizada a la adopci¨®n de las costumbres perniciosas de los griegos, algo de lo que se lamentaba con severidad Marco Porcio Cat¨®n hace m¨¢s de 2.000 a?os cuando censuraba que los que roban al Estado pasan la vida entre oro y p¨²rpura, aunque tampoco ignoraba que la virtus romana del manrique?o Camilo y su amor a la tierra y a la patria (es con el hierro, no con el oro, como se libera a la patria) era perfectamente compatible con la codicia del publicano o el general que se alimenta de botines de guerra y abusivas exacciones de impuestos.
No es f¨¢cil explicar este periodo sin caer en los clich¨¦s que se repiten de una generaci¨®n a otra
La escuela historiogr¨¢fica francesa de los Annales nos descubri¨® lo fascinante que puede resultar la historia de la vida privada, de lo cotidiano. Tambi¨¦n aqu¨ª hemos sido seducidos por los romanos, por sus costumbres, por sus goces y por sus temores, y tanto nos atrapa una antolog¨ªa de textos m¨¢gicos o sobre fen¨®menos paranormales, como el exhaustivo trabajo de Gonzalo Fontana Elboj Sub luce maligna. Antolog¨ªa de textos de la antigua Roma sobre criaturas y hechos sobrenaturales (Contrase?a), como el fen¨®meno superventas de N¨¦stor F. Marqu¨¦s (Un a?o en la antigua Roma. La vida cotidiana de los romanos a trav¨¦s de su calendario; Fake news de la antigua Roma. Enga?os, propaganda y mentiras de hace 2000 a?os; ?Que los dioses nos ayuden! Religiones, ritos y supersticiones de la antigua Roma, o Momentos de la antigua Roma que cambiaron el mundo, todos en Espasa), que con sus libros, su participaci¨®n en el programa televisivo El condensador de fluzo (TVE) o sus miles de followers en X (antes Twitter) demuestra c¨®mo gracias a la divulgaci¨®n de calidad se puede a la vez ense?ar y deleitar.
La divulgaci¨®n de la Historia de Roma en nuestro pa¨ªs ha alcanzado sin complejos la mayor¨ªa de edad, la de la autonom¨ªa de la voluntad que no solo es original creando, sin resignarse al que inventen ellos, sino que adem¨¢s poco a poco fideliza a un p¨²blico curioso y empieza a ser traducida a lenguas de otras latitudes como el italiano o el polaco. Es cierto que no es tarea f¨¢cil explicar otra de romanos sin caer en los clich¨¦s que se reproducen de generaci¨®n en generaci¨®n. Si bien no siempre es oro todo lo que reluce, podemos afirmar sin tapujos que no hay tema de la historia romana que la divulgaci¨®n espa?ola no haya acercado al p¨²blico bendecida por la Fortuna y por el simple hecho de que Roma es siempre un pasado presente.
Panem et circenses. Una historia de Roma a trav¨¦s del circo?
Alianza, 2018
512 p¨¢ginas, 26,95 euros
Gladiadores, fieras, carros y otros espect¨¢culos en la antigua Roma?
S¨ªntesis, 2022
248 p¨¢ginas, 25 euros
Bacanales. El mito, el sexo y la caza de brujas?
Siglo XXI, 2018
408 p¨¢ginas, 22 euros
Cunnus. Sexo y poder en Roma?
Desperta Ferro, 2023?
272 p¨¢ginas
24,95 euros
Emperadores de Hispania?
La Esfera de los Libros, 2022
500 p¨¢ginas, 24,90 euros
Sub luce maligna. Antolog¨ªa de textos de la antigua Roma sobre criaturas y hechos sobrenaturales?
Contrase?a, 2021
368 p¨¢ginas, 22 euros
Momentos de la antigua Roma que cambiaron el mundo?
Espasa, 2023
264 p¨¢ginas, 19,90 euros
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