¡®Recuperar tu nombre¡¯, de Juan ?lvarez: instrucciones para salvar al padre
El escritor colombiano, testigo de la muerte civil de su progenitor tras verse envuelto en un caso de corrupci¨®n, realiza un ejercicio de alto voltaje para demostrar su inocencia
Nos aterra el dolor de los hijos y nos desconcierta a¨²n m¨¢s el de los padres. Pinocho se embarc¨® en una aventura con un grillo que le hablaba al o¨ªdo para salvar al suyo del vientre de una ballena. Juan ?lvarez, escritor colombiano, ha hecho ese mismo camino hom¨¦rico y se ha sumergido en el napole¨®nico sistema judicial colombiano en busca de justicia para su padre, un funcionario del Gobierno de la ciudad de Bogot¨¢ que se vio envuelto en un caso de corrupci¨®n muy conocido.
El se?or fue enviado a prisi¨®n provisional y al salir recibi¨® el desprecio de muchos de los que antes eran sus amigos. ?lvarez fue testigo de la muerte civil de su padre, condenado y juzgado de antemano. Su terapia consisti¨® entonces en asistir a todas las audiencias del caso, leer cientos de expedientes, memorizar el c¨®digo civil y conocer todo acerca del fiscal que lo persegu¨ªa. Pas¨® noches enteras discutiendo con abogados la mejor defensa, pero las acusaciones se fundamentaban en informes equivocados y documentos estampados de los que no hab¨ªa manera de desembarazarse. Demostrar la inocencia resultaba imposible.
?lvarez llega a un restaurante de su ciudad casi de noche, cuando a trav¨¦s de los ventanales se escucha la lluvia repicar en la acera. En la oscuridad se dibuja el contorno de los cerros que contemplan la ciudad como dioses de piedra. Recuperar tu nombre (Alfaguara, 2024) se trata de su primera incursi¨®n en la no ficci¨®n. Hasta ahora hab¨ªa escrito cuatro novelas y un ensayo sobre el arte de la ofensa. La escritura personal, sin embargo, ha resultado ser un ejercicio de alto voltaje.
¡°Escribir esto ha sido volver a revivir traumas, el encierro en prisi¨®n, el dolor de entonces, y todo eso lo ha somatizado el cuerpo. Este libro me cost¨® mi matrimonio¡±
Su padre fue uno poco convencional. A veces, cuando se levantaba para ir al colegio, se lo encontraba en el sal¨®n con unos amigos bailando alrededor de un tocadiscos. Hoy en d¨ªa sigue siendo hipersocial y encantador, detr¨¢s de unas gafas que le dan aspecto de hombre meticuloso. El matrimonio se rompi¨® cuando Juan era un ni?o y los dos, padre y madre, se volvieron a casar. La madre con su t¨ªo, el hermano mayor de su padre, una extra?eza que la familia lleva con normalidad. ?lvarez se quita una de las chaquetas estampadas y coloridas que ayudan a detectarlo en cualquier evento literario y la posa sobre el espaldar de la silla: ¡°Escribir esto me ha supuesto una combinaci¨®n de dos cosas muy salvajes. Por un lado, un placer muy grande por haber descubierto que soy capaz de organizar una cantidad de informaci¨®n bestial y de hablar con tanta gente. Por otro, ha sido volver a revivir traumas, el encierro en prisi¨®n, el dolor de entonces, y todo eso lo ha somatizado el cuerpo. Este libro me cost¨® mi matrimonio¡±.
Recuperar tu nombre est¨¢ dedicado a otra escritora colombiana de la que fue pareja durante seis a?os (Catalina Navas), el tiempo exacto que pas¨® entre que su padre sali¨® de la c¨¢rcel y el libro fue enviado a la imprenta. La menciona en algunas p¨¢ginas como un apoyo fundamental en su vida y su escritura, por lo que es imposible no sentir una punzada al leer esas l¨ªneas con los ojos del presente. ?lvarez dud¨®, pero al final opt¨® por no eliminar esos pasajes. ¡°Eso pas¨®, lo viv¨ª. No ten¨ªa ning¨²n sentido censurarlo. Me da mucho dolor saber que mi relaci¨®n siempre estuvo circunscrita a esa experiencia. Me pregunto qu¨¦ hubiera pasado si el juicio hubiera fallado antes ¡ªtodav¨ªa no hay sentencia¡ª, si hubiera acabado de escribir con meses de antelaci¨®n. Me muevo en esas dos temperaturas¡±, reflexiona mientras se acomoda las gafas.
El m¨¦rito del libro consiste en alunizar con ¨¦xito en un planeta tan extra?o como el del derecho colombiano. Por m¨¢s contraintuitivo que parezca, este es un pa¨ªs de leyes. En los a?os noventa, Pablo Escobar, el narcotraficante, inici¨® una guerra con bombas y lanzacohetes contra el Estado por la interpretaci¨®n de un ar?t¨ªculo de la Constituci¨®n. La discusi¨®n jur¨ªdica es el principal hobby de la gente, por delante del ciclismo. Hay m¨¢s abogados que taxistas. ?lvarez puso sus ojos sobre N¨¦stor Humberto Mart¨ªnez, al que nombra NHMN, como un virus. El fiscal general de esa ¨¦poca ide¨® un programa que se llamaba Bolsillos de cristal, con el que pretend¨ªa perseguir la corrupci¨®n en la Administraci¨®n p¨²blica. En esa ofensiva con toga se detuvo a decenas de servidores p¨²blicos sospechosos. Muchos con evidencias claras de que hab¨ªan cometido un delito, pero otros tantos con pruebas vagas. Daba igual, lo importante era el n¨²mero. Unos y otros fueron a parar a planillas de excels y se convirtieron en estad¨ªsticas de las que presum¨ªa el fiscal en p¨²blico. Se vend¨ªa como un hombre de hierro, un personaje de Gotham. NHMN no aplic¨® el mismo celo con Odebrecht, el mayor caso de corrupci¨®n de la historia de Am¨¦rica Latina, en el que estaban involucradas algunas de las fortunas m¨¢s grandes del pa¨ªs. Con este fiscal, Colombia se convirti¨® en el lugar que menos pol¨ªticos y empresarios hab¨ªa procesado por este asunto. ¡°Toda esa Fiscal¨ªa fue un ejercicio de encubrimiento. Eso no se entiende de un momento a otro, se madura. Te despiertas un d¨ªa y de repente lo ves todo muy claro¡±, dice.
¡°A los funcionarios los vemos con los ojos del desprecio. Es parad¨®jico, porque tenemos mucha esperanza en lo que el Estado pueda hacer por nosotros y, sin embargo, a estos operarios los maltratamos¡±
Juan ?lvarez, llegado el momento, le echa un pulso a uno de los grandes de la literatura de la regi¨®n, Jorge Ibarg¨¹engoitia. El mexicano escribi¨® en su d¨ªa un c¨¦lebre art¨ªculo contra la inutilidad y la desidia de los funcionarios, seres vagos y sin alma escondidos detr¨¢s de una ventanilla. Juan Fernando ?lvarez, el padre del autor, fue un cargo medio, entre lo t¨¦cnico y lo pol¨ªtico, que a lo largo de su vida se movi¨® entre la empresa privada y el servicio p¨²blico. Perteneci¨® a varios gobiernos y presidencias y en su ¨²ltimo encargo fue gerente de Transmilenio, el servicio de metrob¨²s de Bogot¨¢. El autor, un gerente cultural al que las instituciones tambi¨¦n han tentado en alguna ocasi¨®n, prefiere ofrecer una mirada distinta:
¡ªLos vemos con los ojos del desprecio. Es parad¨®jico, porque tenemos mucha esperanza en lo que el Estado pueda hacer por nosotros y, sin embargo, a estos operarios los maltratamos.
?lvarez se llega a disculpar en el libro con su padre, del que desconf¨ªa tres veces, como un presagio b¨ªblico. ?Y si en realidad es culpable? ?No firmar¨ªa alg¨²n papel de manera equivocada? Escucha en una de las vistas judiciales que su padre es ¡°el cabecilla de una trama¡±. Sentado en una banca en primera fila le cuesta procesar lo que ocurre.
Ah¨ª empieza un ejercicio de honestidad intelectual. Observa de cerca y juzga a gran distancia. Una y otra vez choca contra el absurdo del sistema, que alcanza a pocos por la gran impunidad que existe, pero al que agarra lo hunde con un mazo. A su padre lo encarcelaron de manera preventiva por posible destrucci¨®n de pruebas, lo que no ten¨ªa ning¨²n sentido: los documentos, testigos mudos, estaban consignados en un juzgado. Despu¨¦s lo dejaron en libertad con una pulsera electr¨®nica que el pap¨¢ se ocultaba con un pantal¨®n ancho. En El Nogal, el club m¨¢s elitista de todo el pa¨ªs, algunos lo reconoc¨ªan y lo censuraban. Con el tiempo, ha llegado el resarcimiento y la creencia general de que se trata de un hombre inocente. Personajes de prestigio, como el exrector y candidato presidencial Alejandro Gaviria, le han dado su apoyo en p¨²blico. El caso, sin embargo, todav¨ªa no ha sido juzgado. Al recordarlo, el rostro de ?lvarez se ensombrece: ¡°No s¨¦ si mi viejo pudiera aguantar un fallo en contra¡±.
Recuperar tu nombre
Alfaguara, 2024
392 p¨¢ginas. 10,44 euros (e-book)
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