Aurobindo Ghose: la aspiraci¨®n supramental
Como los m¨ªsticos de todas las ¨¦pocas, el pensador m¨ªstico hind¨² habla de lo que no se puede hablar llevado por ese impulso tan humano, tan filos¨®fico, de explicar lo inexplicable
Para la ciencia oficial, la conciencia carece de relevancia en el entramado del espacio-tiempo. Se considera un mero epifen¨®meno del cerebro, prescindible e insustancial. Para la tradici¨®n india, la conciencia es una realidad omnipresente, aquello que no cambia y hace posible los cambios. Acoge en su seno todo lo que aparece, todas las mentes y todos los cuerpos. El mundo entero es conciencia ininterrumpida. Mientras la ciencia moderna tiende a negar realidad a la conciencia, el ved¨¡nta advaita hace lo propio con la materia, que entiende como mera ilusi¨®n, juego o espejismo. Entre estas dos posiciones cabe una v¨ªa media. La unidad indiferenciada de la conciencia es la otra cara de la diversidad de los cuerpos y formas de vida.
Aurobindo Ghose recorri¨® ese camino que integra vida y esp¨ªritu. Un conocimiento que no huye del mundo, sino que otorga valor y realidad al mundo. Que concibe todas las formas de existencia a la luz del esp¨ªritu, desde la flor a la bayoneta:¡°Nuestro ideal no es retirarse del mundo, sino conquistar la vida por el poder del esp¨ªritu¡±.
Junto a su compa?era espiritual Mirra Alfassa, crea el llamado yoga integral y supramental. Hay yogas centrados en el cuerpo, el coraz¨®n y la mente. El yoga integral los re¨²ne a todos. Combina la sabidur¨ªa intuitiva del coraz¨®n con la serena expectaci¨®n y la aceptaci¨®n paciente. Pero la gran innovaci¨®n de la propuesta es su dimensi¨®n planetaria, cuya evoluci¨®n depende de la participaci¨®n activa del individuo. La transformaci¨®n personal no s¨®lo revierte en el destino del planeta, sino que puede suscitar un salto evolutivo en la especie.
Se trata de hacer justicia a todas las facetas de la realidad. El Ser no puede ser lo opuesto del devenir. El cambio y lo inmutable, el silencio y la palabra, son aspectos de una misma realidad no dual. El devenir es el devenir del ser. Conciencia y energ¨ªa van de la mano en la danza c¨®smica. Una propuesta que no trata de anular la mente, de desactivarla o sumergirla en el S¨ª mismo, sino de expandirla y transmutarla en una entidad supramental.
Lo divino no es un creador est¨¢tico fuera del mundo, sino la dimensi¨®n creativa del proceso evolutivo. Resuenan aqu¨ª Bergson y Gebser, incluso Hegel. Una metaf¨ªsica emanatista y evolucionista, que incorpora elementos del idealismo, el yoga y las upani?ad. Se subraya la unidad de br¨¢hman, una unidad que se derrama en multiplicidad y que tiene las tres marcas: existencia, conciencia-energ¨ªa y beatitud. En contraposici¨®n con el kevala-ved¨¡nta, la conciencia no puede entenderse sin su ?akti, que es la energ¨ªa que mueve el mundo. Lo real es emanaci¨®n y diversificaci¨®n de la Unidad original, fuente inagotable de formas en constante evoluci¨®n. El ser humano es un momento decisivo en todo ese proceso y el yoga integral pretende su integraci¨®n en la vida divina, mediante la transfiguraci¨®n del cuerpo y de la mente.
Una biograf¨ªa fascinante
La vida de Aurobindo Ghose (1872 - 1950) merece un film. Se educa en Inglaterra, desde los siete a?os y estudiar¨¢ en Cambridge, donde participa intensamente de la vida universitaria. Se une a las actividades de los Indian Majlis (asociaci¨®n de estudiantes indios de Cambridge), que, bajo la apariencia de un club social, despierta la conciencia pol¨ªtica de sus miembros. Con la modernidad llega tambi¨¦n la cr¨ªtica del colonialismo. All¨ª escuchar¨¢ por primera vez hablar del sue?o de la independencia.
A los 21 a?os, ya en India, escribe virulentos art¨ªculos en Indu Prakash que conmocionan los c¨ªrculos pol¨ªticos. Entra en contacto con los principales l¨ªderes independentistas: Tilak, Deshpande, Madhavrao. Algunas de sus propuestas para combatir a los brit¨¢nicos anticipan a las de Gandhi. Se habla de resistencia pasiva, de no cooperar con la administraci¨®n brit¨¢nica, pero tambi¨¦n de lucha armada. El a?o 1906 marca el inicio de la causa por la independencia. Bengala es el lugar donde prende la mecha.
Se intensifican las colaboraciones de Aurobindo en Bande Mataram (Te alabo, Madre), una revista de aliento revolucionario donde demanda ¡°strong action¡± contra los ingleses. Introduce un concepto que se convertir¨¢ en grito de guerra: svaraj (autogobierno). No buscan concesiones por parte de los brit¨¢nicos, la ¨²nica soluci¨®n es que abandonen el pa¨ªs. India debe ser libre. La revista es el principal altavoz del movimiento por la liberaci¨®n. La partici¨®n de Bengala ha encendido los ¨¢nimos.
Los j¨®venes se convierten en masa a la religi¨®n del patriotismo. Mother India se ha revelado. Aurobindo asiste como observador a la reuni¨®n anual del Indian National Congress en Benar¨¦s y queda profundamente decepcionado. Los congresistas no parecen sensibles al fervor popular. Se suceden los movimientos y las protestas, se boicotean los productos brit¨¢nicos y se llevan a cabo algunos atentados. Aurobindo est¨¢ en el ojo del hurac¨¢n insurgente. Es arrestado el d¨ªa antes de cumplir 35 a?os. Se le acusa de ser el editor de Bande Mataram, cargo que niega. Dos semanas despu¨¦s lo liberan. La revista es condenada por publicar art¨ªculos sediciosos. Sus compa?eros le reclaman un paso adelante y que se erija en l¨ªder nacional. Siente algo divino en la empresa revolucionaria.
Confinamiento y juicio por terrorismo
Aurobindo es detenido y permanecer¨¢ confinado un a?o en la prisi¨®n de Alipore a la espera de juicio. Se le acusa de liderar un comando terrorista y de perpetrar un atentado con bomba contra un militar ingl¨¦s. Ese a?o en prisi¨®n supone un cambio radical en su vida. La c¨¢rcel acaba por convertirse en ermita o ashram. ¡°El ¨²nico efecto de la c¨®lera brit¨¢nica fue que encontr¨¦ a Dios¡±.
Tras una primera etapa de estricto confinamiento, se le permite dar peque?os paseos y recibir libros del exterior. Su t¨ªo le env¨ªa una edici¨®n de las upani?ad y la Bhagavadg¨©t¨¡. El joven revolucionario educado en Inglaterra, lee estos textos con voracidad. Empieza a sospechar que tiene una misi¨®n y que esa misi¨®n no se ci?e a la libertad pol¨ªtica.
El confinamiento desata un segundo despertar espiritual. No siente animadversi¨®n hacia sus carceleros, siente una profunda paz. Los barrotes y muros de la c¨¢rcel han dejado de ser un impedimento para la libertad, son la expresi¨®n misma de la libertad: Vasudeva. M¨¢s tarde, durante el juicio, tambi¨¦n reconoce en el juez que lo juzga a Vasudeva, como lo son el fiscal y los testigos de la acusaci¨®n. Vasudeva reside en todos los seres, es el fundamento y el fin de todo lo que hay, el origen y el presente. De los 39 detenidos, acusados de ¡°organizar un comando y una guerrilla contra el gobierno ingl¨¦s¡± tres perder¨¢n la vida. Aurobindo milagrosamente es absuelto.
M¨¨re: un encuentro esperado
Tras ser liberado, Aurobindo busca refugio de las autoridades inglesas en la India francesa. Una voz le sugiere el destino: Pondicherry. Un asentamiento colonial franc¨¦s, con villas de estilo europeo rodeadas de ¨¢rboles, junto a un paseo mar¨ªtimo que se abre al oc¨¦ano.
Cuatro a?os despu¨¦s de su llegada a Pondicherry conoce a la que ser¨¢ su compa?era espiritual. Mirra Alfassa, a quien los devotos llaman ¡°Madre¡±, ha nacido en Par¨ªs en 1878 en el seno de una familia jud¨ªa acomodada. Tiene sangre oriental. Es hija de una mujer egipcia y un banquero turco. Ambos pertenecen a familias sefard¨ªes de abolengo. Le gustan los deportes y el arte. Juega al tenis y se forma en las mejores escuelas de pintura de Par¨ªs. Desde muy pronto tiene intensas experiencias m¨ªsticas y ocultistas que alimentan la idea de que tiene una misi¨®n que cumplir. Las primeras se centran en la unidad de todas las cosas, las segundas en el contacto con diferentes planos del mundo sutil. Carece de miedos. A los doce a?os sale de su cuerpo y realiza sus primeros sue?os-viajes por los mundos sutiles. Una proyecci¨®n extracorp¨®rea que le permite establecer relaciones con seres de ¡°otros planos¡± de la realidad. Entre ellos destaca uno al que llama Krishna, aunque en esa ¨¦poca desconoce la tradici¨®n espiritual de la India. A los 15 a?os comienza a tener recuerdos de otras vidas. Pese a ello, hasta los 20 a?os, como recordar¨¢ m¨¢s tarde, es ¡°atea hasta la m¨¦dula¡±. As¨ª la han educado sus padres.
Tras un primer matrimonio fallido con un disc¨ªpulo del pintor Gustave Moreau, funda un c¨ªrculo de buscadores espirituales llamado Idea (al que pertenece la tibet¨®loga Alexandra David-Neel) y cuya principal preocupaci¨®n es el futuro de la humanidad. No cree en los dioses convencionales de las religiones, pero cree firmemente que el Dios de las alturas es de hecho un Dios interior.
En 1906 entra en contacto con el ocultista polaco Max The¨®n y su esposa Alma, cuyos poderes ps¨ªquicos la impresionan. La pareja se traslada a vivir a Tlemcen, en las estribaciones del Sahara. La joven Mirra realizar¨¢ varias estancias en el desierto entre 1905 y 1906. All¨ª se suceden toda una serie de experiencias ps¨ªquicas y el contacto con seres y fuerzas ocultas susceptibles de ser controladas o canalizadas.
De regreso a Par¨ªs, en 1910 se casa con Paul Richard, intelectual y diplom¨¢tico interesado en la espiritualidad oriental. Richard ha conocido a Aurobindo en Pondicherry. Dos a?os despu¨¦s se incorpora a un grupo de 12 buscadores llamado Cosmique, que se re¨²nen semanalmente. Registra sus experiencias en un diario. Aspiran a la unidad de la humanidad, a despertar la divinidad interior y fortalecer los v¨ªnculos entre la tierra y las fuerzas c¨®smicas, haciendo florecer una nueva raza: ¡°los hijos de Dios¡±. Todos ellos ideales que asumir¨¢ Aurobindo.
En 1914, Paul Richard decide presentarse como candidato al parlamento franc¨¦s en Pondicherry. Un barco japon¨¦s los lleva hasta Colombo. El 29 de marzo, a las 15.30, tiene lugar el primer encuentro entre Aurobindo y Mirra. Ella reconoce en ¨¦l a Krishna, la figura que se le aparec¨ªa en las visiones de mocedad. Al d¨ªa siguiente anota: ¡°Poco importa que haya miles de seres sumidos en la m¨¢s densa ignorancia. Aquel a quien vimos ayer est¨¢ en la Tierra, su presencia basta para asegurar que llegue el d¨ªa en que las tinieblas se transformen en luz, y Su reino sea establecido sobre la Tierra.¡± Cuando Barin pregunt¨® a Aurobindo qu¨¦ sinti¨® al ver por primera vez a Mirra, tras una pausa, respondi¨®. ¡°Fue la primera vez que supe que la rendici¨®n perfecta hasta la ¨²ltima c¨¦lula f¨ªsica era humanamente posible. Cuando la Madre vino y se inclin¨®, vi en su acci¨®n la entrega perfecta.¡±
Un tiempo despu¨¦s reconocer¨¢ que ¡°todas mis realizaciones, nirvana y otras, hubieran quedado en teor¨¦ticas en lo que se refiere al mundo exterior. Fue la Madre la que mostr¨® el camino a una v¨ªa pr¨¢ctica. Sin ella, ninguna manifestaci¨®n organizada hubiera sido posible¡±. Una idea que complementa las palabras de ella: ¡°Sin ¨¦l, no existo. Sin m¨ª, ¨¦l hubiera permanecido inmanifiesto¡±.
La literatura y la guerra
Tradicionalmente, los grandes maestros no escriben. Aurobindo es un yogui que ha escrito miles de p¨¢ginas, pero lo ha hecho, desde una mente silenciada. Su escritura no es resultado de la actividad mental. Al menos eso sostiene Madre, que describe su m¨¦todo en estos t¨¦rminos: ¡°Se sienta ante la m¨¢quina de escribir y silencia su mente. Y todo lo que escribe viene de arriba, de los planos superiores, y s¨®lo tiene que mover sus dedos para trascribir aquello que le llega. Es este estado de silencio mental el que permite que el conocimiento y la expresi¨®n pase de lo alto a las 64 p¨¢ginas mensuales de Arya, que de otra forma hubiera sido imposible escribir¡±. La prosa de Aurobindo es barroca. No ata la frase, la deja correr, como hac¨ªan Proust o Carpentier, pero no es un escritor latino. Escribe y piensa en ingl¨¦s, aunque utiliza conceptos de la tradici¨®n hind¨².
Cuando escribe poes¨ªa, impone un ¡°ritmo m¨¢ntrico¡± a su l¨ªrica. Una cadencia impregna su gran poema ¨¦pico Savitri, que corregir¨¢ concienzudamente a lo largo de los a?os. Para leerlo hay que sintonizar con la vibraci¨®n que se filtra a trav¨¦s de sus palabras y que permite entrar en contacto con la conciencia-energ¨ªa que habita con mayor o menor intensidad a lo largo del espacio c¨®smico (de ah¨ª la existencia de lugares sagrados como Benar¨¦s, Arunachala o Marine Street).
Aurobindo ha tra¨ªdo la luz supramental al mundo mental y ella decide trabajar para consolidar ese descenso. El 26 de noviembre de 1926, Aurobindo comunica a sus 24 disc¨ªpulos que se retira para dedicarse por completo a su sadhana. A partir de ese momento, M¨¨re se hace cargo de todos ellos y de la organizaci¨®n del ashram. Solo ver¨¢n al maestro tres o cuatro veces al a?o, en las fechas de darshan, desfilando silenciosamente ante la mirada del maestro. No todos aceptan esta trasmisi¨®n de poderes (M¨¨re es mujer y occidental). En 1934, Aurobindo advierte que ¡°la fuerza supramental est¨¢ descendiendo, pero todav¨ªa no ha tomado posesi¨®n del cuerpo y de la materia; hay todav¨ªa mucha resistencia¡±. Vicente Merlo comenta: ¡°no sabemos hasta d¨®nde lleg¨® Aurobindo en ese empe?o, pero sabemos que la Madre sigui¨® en el intento¡±. No sin antes ser asaltada por las dudas. ¡°Una voz que conozco bien me dice: ?ves c¨®mo est¨¢s equivocada? Te autoenga?as, vives en un espejismo. Quince a?os sin que pase un d¨ªa sin estos ataques, ni una noche sin ellos¡±.
El camino hacia la supermente
?Qu¨¦ es lo supramental? Lo primero que hay que decir es que lo supramental est¨¢ m¨¢s all¨¢ de la mente. Y dado que el lenguaje es un asunto mental, lo supramental se encuentra m¨¢s all¨¢ del lenguaje. Es inefable, no se puede hablar de ello. Resulta incomprensible para la mente. Pero, como los m¨ªsticos de todas las ¨¦pocas, Aurobindo habla de lo que no se puede hablar llevado por ese impulso tan humano, tan filos¨®fico, de explicar lo inexplicable. Y lo describe fenomenol¨®gicamente: ¡°La palabra supramental se manifiesta internamente como una luz, un poder, un ritmo de pensamiento y un ritmo de sonido interior que la convierten en el cuerpo natural y viviente del pensamiento y la visi¨®n supramental, y vuelca en el lenguaje una significaci¨®n distinta¡±. As¨ª es como puede darse una imaginaci¨®n supramental, como tambi¨¦n un juicio supramental.
La transformaci¨®n an¨ªmica, el cultivo de la paz, la luz, el poder y la dicha, el yoga integral en definitiva, pretende el descenso de lo supramental. Para ello es indispensable la apertura a los niveles supramentales, ¨¢mbitos no limitados por nuestra propia inteligencia y voluntad. La supermente es la sabidur¨ªa divina, con los atributos tradicionales de la teolog¨ªa (omnipresencia, omnisciencia, omnipotencia). Pero la supermente es la c¨²spide, sino una realidad intermedia entre la mente y la Unidad primordial. Las formas tradicionales fueron ¡°ascendentes¡± y se dedicaron a contemplar los planos superiores, mientras que ahora hay una intenci¨®n y un esfuerzo de hacer descender esa conciencia pura o poder supramental al plano f¨ªsico.
Si se pregunta qu¨¦ tipo de conocimiento destila lo supramental, se responde que se trata de un conocimiento por identidad y unidad. Un conocimiento directo (como el intuitivo), que conoce del modo m¨¢s ¨ªntimo imaginable. ¡°El esp¨ªritu supramental conoce todas las cosas en ¨¦l mismo y como ¨¦l mismo¡±. Mientras que el conocimiento mental siempre es parcial y fragmentario (y exige distancia), el conocimiento supramental es total e integral. Pues hace efectiva la unidad esencial entre sujeto y objeto, entre el conocedor, lo conocido y el conocimiento mismo. El que conoce aqu¨ª no es el ego mental (con toda su carga de limitaciones, heridas, deudas y compromisos) sino el Yo supremo, en cuya conciencia acaece todo fen¨®meno.
El ser supramental (tambi¨¦n llamado gn¨®stico) armoniza el ser individual con el c¨®smico, con su voluntad y misi¨®n. Actuar en el mundo en este modo no significa renunciar a la individualidad ni a la unidad. Se integran ambas y se goza en la diversidad del Uno. La materia y el cuerpo se revelan como manifestaci¨®n del esp¨ªritu. Surge una vasta calma y una dicha profunda. La personalidad y la impersonalidad dejan de ser opuestos. Tambi¨¦n el orgullo y la humildad, la libertad y el destino. Hay un completo acuerdo entre la libre expresi¨®n el individuo y su sometimiento a la ley eterna. Los automatismos mentales desaparecen y son sustituidos por la identidad con lo divino y la conciencia integral del S¨ª mismo. Esa es la ¡°vida divina¡±, la culminaci¨®n del camino trazado por Aurobindo. Una vida m¨¢s plena, que no ha perdido su encanto natural, sino que ha profundizado en ¨¦l. La Supermente no s¨®lo conoce. Tambi¨¦n act¨²a y crea. Y va acompa?ada de puro gozo, de la beatitud inherente a la realidad suprema. El fondo del universo (como suele ocurrir en gran parte de las tradiciones indias) es dichoso. El universo puede multiplicar las calamidades y las desdichas, pero su fondo es dicha y conciencia. S¨®lo hay que aprender a verlo.
El legado: Auroville
Auroville nace con el ideal de crear una ciudad m¨¢s all¨¢ de las naciones y las religiones. Actualmente viven en Auroville m¨¢s de tres mil personas, la mayor¨ªa indios, aunque hay aproximadamente 52 pa¨ªses representados (Francia, Alemania, Rusia, Chile o Espa?a, entre otros). La ciudad fue fundada por Mirra Alfassa en 1968 y dise?ada por el arquitecto Roger Anger, cuyo plan urban¨ªstico sigue el modelo de una galaxia en espiral. En su centro se erige el Templo a la Madre. El Matrimandir es una imponente esfera geod¨¦sica de 36 metros de di¨¢metro revestida de discos dorados y sostenida por cuatro pilares (que representan los diversos aspectos de la Madre). La esfera est¨¢ rodeada de doce ¡°p¨¦talos¡±, cada uno de los cuales alberga una sala de meditaci¨®n. El edificio se levanta en medio del llamado ¡°espacio de paz¡±, una amplia explanada ajardinada con fuentes, extensos prados y grandes ¨¢rboles.
¡°Auroville quiere ser una ciudad universal donde hombres y mujeres de todos los pa¨ªses puedan vivir en paz y armon¨ªa progresiva, por encima de todos los credos, todas las ideolog¨ªas y todas las nacionalidades. El objetivo de Auroville es realizar la Unidad Humana¡±, estas fueron las palabas de Mirra Alfassa en el momento de la fundaci¨®n de la ciudad, a la que atendieron delegados de 124 pa¨ªses.
Auroville no pertenece a nadie en particular, se nos dice a los visitantes, sino a la humanidad en su conjunto. Para vivir en Auroville s¨®lo es necesario un prop¨®sito: servir a la conciencia divina. De hecho, se considera que es un lugar propicio para el descenso de lo supramental y donde se han edificado diversos espacios para la meditaci¨®n. El m¨¢s espectacular de ellos es la ¡°c¨¢mara interior¡± situada en el coraz¨®n del Matrimandir.
Tuve la fortuna de conocer este espacio singular gracias a la amabilidad de John Harpur (director del complejo) que me mostr¨® los aspectos simb¨®licos del edificio. Cuando se entra en la esfera uno tiene la sensaci¨®n de ingresar en una nave espacial. Una vez dentro, se asciende por una rampa en espiral medio de un silencio imponente, hasta alcanzar la entrada de la c¨¢mara interior. El espacio fue dise?ado a partir de una visi¨®n de M¨¨re. Una amplia sala de doce columnas, con las paredes revestidas de m¨¢rmol blanco. En el centro, el mayor globo de vidrio ¨®pticamente perfecto del mundo (70 cm de di¨¢metro), sobre el que descienden los rayos solares gracias a un juego de espejos instalado en una apertura del techo. Concebido como lugar de meditaci¨®n, esta c¨¢mara no contiene im¨¢genes, flores, incienso o m¨²sica, como la mayor¨ªa de los templos hind¨²es. No se tiene la sensaci¨®n de estar en un templo, sino en una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n. La esfera de vidrio es sostenida por una estructura met¨¢lica con la forma de la estrella de David, s¨ªmbolo del ascenso y descenso de lo supramental.
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