¡®Natacha¡¯, de Luisa Carn¨¦s: No hay para¨ªso para la mujer obrera
La versi¨®n esc¨¦nica escrita y dirigida por Laila Ripoll rompe el delicado equilibrio entre el realismo social y el follet¨ªn establecido por la autora en su vigorosa novela

En los albores de la II Rep¨²blica hab¨ªa un mill¨®n de mujeres asalariadas. Nacida en una familia de clase media venida a menos, Luisa Carn¨¦s, autora de Natacha, hubo de entrar de aprendiz de sombrerera con 11 a?os de edad, como Natalia Valle, protagonista de su novela. Por su labor cobraba una peseta, lo mismo que costaba una edici¨®n barata del g¨¦nero narrativo. Leyendo, se convirti¨® en escritora autodidacta. Comulgaba con la literatura rusa, ¡°con ese alma eslava compleja, creyente y esc¨¦ptica, buceadora en s¨ª misma, que me hace creer y dudar de todo a la vez¡±.
Natalia Valle, la ni?a obrera cuyo hipocor¨ªstico titula esta segunda novela de Carn¨¦s, se subordina a un var¨®n por necesidades econ¨®micas, como Natacha Filippovna, hero¨ªna de El idiota, de Dostoievski, pero acaba reaccionando ante un sino adverso con la misma radicalidad que Natasha Rostova, la enamorada del pr¨ªncipe Andr¨¦i en Guerra y paz. En la primera parte de Natacha, ejemplo espl¨¦ndido del realismo social de preguerra, Carn¨¦s muestra c¨®mo la protagonista va forjando su car¨¢cter en el roce con su familia, desde la ni?ez hasta la juventud, pero tambi¨¦n en el encuentro con figuras masculinas fantasmales y con sendos coros formados por sus vecinitas y sus compa?eras de f¨¢brica.
La segunda parte es un follet¨ªn, un melodrama sacudido por mil vaivenes emocionales, narrados con un efectismo cinematogr¨¢fico
En la segunda parte (Carn¨¦s prefiere llamarla: ¡°Jornada segunda¡±, como en el teatro), las peripecias, los sentimientos y el punto de vista de Natacha se convierten en el eje de la novela, cuya versi¨®n esc¨¦nica acaba de estrenarse en Madrid, escrita y dirigida por Laila Ripoll. Esta jornada postrera es un follet¨ªn, un melodrama sacudido por mil vaivenes emocionales, narrados con un efectismo cinematogr¨¢fico. La versi¨®n teatral, producida por el Teatro Espa?ol, pasa por alto o muy por encima cuanto se refiere a la infancia y a la adolescencia de su protagonista, a pesar de la importancia que tales episodios tienen para entender el porqu¨¦ de su conducta arisca y su actitud distante.
Con una prosa precisa, punzante, la autora va trenzando una serie de aguafuertes sobre la vida dura de la clase trabajadora, que en este montaje de peque?o formato se nos hurtan, para poner de relieve exclusivamente lo relativo a los sentimientos ¨ªntimos de la joven sombrerera. Tambi¨¦n echamos en falta escenas clave como la del regreso de Natacha al despacho de Don C¨¦sar, para devolverle su dinero; y el episodio del viaje en coche, en el que un gesto determinar¨¢ que la moza acepte lo que minutos antes le parec¨ªa inadmisible. Al pasar por alto tales acontecimientos, el proceder posterior de Natacha no se comprende cabalmente.
Natalia Huarte hace una composici¨®n fant¨¢stica de su personaje hom¨®nimo: le dota de una sensualidad asc¨¦tica, de una angustia palpitante
En esta adaptaci¨®n centrada en los amores de Natacha con Gabriel Vergara, se rompe el delicado equilibrio que la novela guarda entre el realismo social y el follet¨ªn, g¨¦nero este que se acaba imponiendo con claridad. Por su complexi¨®n corpulenta, Fernando Soto no parece ese ¡°anciano apopl¨¦tico¡± que es Don C¨¦sar, en palabras de Carn¨¦s. Adem¨¢s, entre ¨¦l y Natalia Huarte debiera haber m¨¢s de 30 a?os de diferencia, para crear entre ellos esa distancia abismal que traza la autora en su plan dram¨¢tico.
Huarte hace una composici¨®n fant¨¢stica de su personaje hom¨®nimo: le dota de una sensualidad asc¨¦tica, de una angustia palpitante. Su actitud y su escucha son formidables. Pepa Pedroche interpreta a la aviesa t¨ªa de Natacha con una impronta melodram¨¢tica exacta: da pavor escucharla en su escena final. Jon Olivares compone la figura de Vergara, ya casado, seductor y elegante, con una convicci¨®n y un empaque mucho mayores que la figura del estudiante jovencito del principio. Entre ¨¦l y Natacha hay magnetismo. Isabel Ay¨²car le saca partido al papel de Salud, y Andrea Real cumple con su papel de esposa enfermiza.
Natacha
Texto. Luisa Carnés. Adaptación y dirección: Laila Ripoll
Reparto: Natalia Huarte, Jon Olivares, Pepa Pedroche, Fernando Soto, Isabel Ayúcar y Andrea Real
Teatro Español. Sala Margarita Xirgu. Hasta el 30 de marzo.
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