¡®Paso a paso¡¯, de Jeremy DeSilva: de las dos patas al intelecto colaborativo

Hace unos a?os, en la Fundaci¨® Mona, un centro de recuperaci¨®n de primates en Riudellots de la Selva, un chimpanc¨¦ trotaba sobre los nudillos de las manos a escasos metros de un periodista cient¨ªfico que visitaba las instalaciones. Sin ninguna raz¨®n aparente, el simio se detuvo y se levant¨®. Dio un vistazo a su alrededor y empez¨® a andar completamente erguido. Se detuvo de nuevo y, no por azar sino por curiosidad, clav¨® durante largos instantes una inquisitiva mirada en los ojos del visitante, que record¨® la frase del fot¨®grafo Steve Bloom, seg¨²n el cual si miras un gorila a los ojos, cambiar¨¢s para siempre. Mientras trotaba, ese chimpanc¨¦ era un animal m¨¢s. Al caminar, sin embargo, se transform¨®. Adquiri¨® de repente un porte m¨¢s sereno, incluso reflexivo, una aparente y nueva conciencia tanto de si mismo como de un entorno en el cual acechaba ese extravagante humano.

Algo parecido ocurri¨® a lo largo de millones de a?os en la sabana africana. En palabras del explorador Erling Kagge, ¡°Homo sapiens no invent¨® la bipedaci¨®n, fue justo al rev¨¦s¡±. Es decir, caminar nos hizo humanos. Y no se trata de una observaci¨®n de periodistas y exploradores, sino que lo cuenta el antrop¨®logo estadounidense Jeremy DeSilva en el libro Paso a paso. C¨®mo caminar erguidos nos hizo humanos, un ensayo detectivesco, entretenido y profundo que fluye a trav¨¦s de las vicisitudes vividas en excavaciones, referencias a investigaciones cient¨ªficas recientes y una argumentaci¨®n impecable.

Caminar de pie no solo nos hizo vulnerables sino que nos complic¨® muchos aspectos f¨ªsicos de la vida. Comparados con los cuadr¨²pedos, somos pat¨¦ticamente lentos, inestables (las ca¨ªdas causan m¨¢s de medio mill¨®n de muertes cada a?o), sufrimos hernias e innumerables lesiones en pies y rodillas, y la misma estrechez de la pelvis que posibilita la bipedaci¨®n entra?a riesgos para los beb¨¦s y las madres durante el parto. Sin embargo, aqu¨ª estamos.

Durante muchos a?os se ha interpretado que, al liberar las extremidades superiores de la mundana tarea de desplazarse, la marcha erguida facilit¨® la manipulaci¨®n de objetos como herramientas, entre las cuales armas, que supl¨ªan la incapacidad de huir o defenderse. El extremo violento de esta interpretaci¨®n qued¨® fijado en el imaginario colectivo gracias a la primera escena de la pel¨ªcula 2001: Una odisea del espacio, en la que un simio empu?a de manera seminal una tibia de tapir en calidad de arma destructiva.

Sin embargo, tal como explica DeSilva, la bipedaci¨®n promovi¨® otros comportamientos igualmente decisivos, como transportar comida o beb¨¦s. En la sabana africana de hace tres millones de a?os, nuestros ancestros australopitecos se encaramaban a los ¨¢rboles para estar a salvo. Ahora bien, ?c¨®mo se trepa a un ¨¢rbol con un beb¨¦ en brazos? La soluci¨®n obvia es pas¨¢rselo a alguien, un acto simple y familiar pero que requiere formar parte de un grupo basado en la confianza, la cooperaci¨®n y la reciprocidad, tal vez los valores que m¨¢s han contribuido al ¨¦xito evolutivo de nuestra especie.

DeSilva ofrece en este libro una mirada nueva y esclarecedora sobre algunos aspectos de nuestra evoluci¨®n, mediante la cual no duda en criticar los argumentos de algunas vacas sagradas del campo (lo cual siempre es de agradecer) como el mism¨ªsimo Richard Dawkins. Tampoco faltan intrigas de f¨®siles desaparecidos, reyertas entre paleoantrop¨®logos o escalofr¨ªos ante el hallazgo de unas huellas australopitecinas en Tanzania. Y mucho m¨¢s. Pero todo contado, eso s¨ª, paso a paso.

Paso a paso. C¨®mo caminar erguidos nos hizo humanos

Jeremy DeSilva
Traducci¨®n de Francisco J. Ramos
Capit¨¢n Swing, 2024
368 p¨¢ginas
25 euros