¡°Ojal¨¢ la nueva normalidad no sea un paso previo para volver a lo de antes¡±: c¨®mo ser mejores con el de al lado a partir de hoy
Ahora que viajar se complica, el metro nos asusta y pasear lejos de casa est¨¢ mal visto, la vida en el barrio se perfila como el oasis pospand¨¦mico
La teor¨ªa es de un estudioso de la vida en comunidad en EE UU: nuestras relaciones responden al modelo de anillos de Saturno, en el que las l¨ªneas m¨¢s cercanas al n¨²cleo representan a los m¨¢s queridos, y las lejanas, a los desconocidos. Lo curioso es, seg¨²n expone el investigador, de nombre Marc Dunkelman, experto en Asuntos P¨²blicos de la Universidad de Brown, que en los ¨²ltimos 50 a?os hemos cultivado los extremos (seguimos en contacto con amigos y familiares y tendemos puentes con desconocidos por Internet), pero hemos condenado al ostracismo a todos los de la zona intermedia, donde se encuentran el vecino de la puerta de al lado o el tendero de la esquina. Al primero, ni le pon¨ªamos cara, nos molesta. Y el segundo habla demasiado, prefer¨ªamos ir al supermercado, donde apenas tienes que mirar al cajero y la comida viene en cajas de pl¨¢stico.
No siempre fue as¨ª: piensa en tu infancia. "Las redes de cercan¨ªa han sido y son muy nutritivas. De hecho, somos humanos gracias a ellas, a estar rodeados de otros. Eso es algo que se ha visto en la filosof¨ªa durante los ¨²ltimos 2.500 a?os", opina el fil¨®sofo y divulgador David Pastor Vico, cuyo nuevo libro, Los ni?os ya no juegan (Planeta), estar¨¢ disponible en ebook desde finales de este mes. "Pero, a causa de un progreso mal entendido ¡ªporque el progreso es estupendo cuando no se mercantiliza¡ª decidimos meternos en una urna de cristal... el dichoso individualismo. Cerramos las puertas de nuestras casas, empezamos a creernos superiores y nos conformamos con mostrar al de al lado nuestros coches limpios. Eso quien tiene alguien al lado, porque la obsesi¨®n de este pa¨ªs ha sido mudarse a un chalet, aunque sea en Galapagar".
Pero, ?qu¨¦ ocurre cuando nos enfrentamos a una sacudida como la de la covid-19? Recientemente, un corto de Paco Le¨®n, Vecinooo, superaba el mill¨®n de reproducciones en YouTube con una sencilla trama: var¨®n rab¨²o (como se llama en Andaluc¨ªa a las personas hura?as o malhumoradas) se ve obligado por las circunstancias a abrir la puerta a la vecina de al lado y ponerle el tinte en el balc¨®n. Poco despu¨¦s, ambos se hacen amigos en el aplauso de las ocho de la tarde a los sanitarios, algo que ablanda su coraz¨®n g¨¦lido y obsesionado con el trabajo. "Est¨¢ sucediendo. Lo vemos en consulta. Esta crisis nos est¨¢ obligando a pararnos a charlar con el de al lado. Y la gente lo agradece. Las relaciones de proximidad son un pilar m¨¢s de la salud mental. Aportan confianza, seguridad... Y tienes a quien dejarle los ni?os un momento si has de bajar a alg¨²n sitio r¨¢pido", confirma Roc¨ªo Perera, psic¨®loga de Activa Psicolog¨ªa, en Madrid.
Si haces lentejas y sabes que el del tercero lo est¨¢ pasando mal, ofr¨¦cele un plato, como se ha hecho toda la vida. En realidad solo estamos desempolvando estrategias que nos funcionabanDavid Pastor Vico, fil¨®sofo y divulgador
Antes de la fase 1, todos suspiraban por una terraza lo m¨¢s a mano posible. ?O acaso se escuch¨® a alguien con ganas de desplazarse hasta el centro? Las principales redes sociales, como Facebook o Instagram, lanzaron iniciativas de apoyo a la tienda local. ¡°La producci¨®n de cercan¨ªa se ha vuelto a poner en valor, porque hemos visto lo que ocurre cuando la fabricaci¨®n de bienes necesarios se lleva a alg¨²n lugar lejano¡±, anota Vico. Y, ciertamente, los primeros en tener mascarillas fueron aquellos que acudieron a tejedoras cercanas que las confeccionaban y vend¨ªan o regalaban en sus barrios. Hasta en las asociaciones vecinales se cre¨® lista de espera para ayudar. ¡°Tenemos a gente sin tareas, porque ha habido una respuesta masiva de solidaridad¡±, desvela Javier Cuenca, vicepresidente de la Federaci¨®n de Asociaciones Vecinales de Madrid (Fravm). Plataformas de colaboraci¨®n por distritos como Nextdoor o ?Tienes sal? han disparado sus descargas. ¡°Compartir habilidades o conocimientos a trav¨¦s de Internet, asistir a personas vulnerables solas y promocionar las tiendas del barrio han sido las iniciativas principales¡±, comentan.
Tenemos a gente sin tareas, porque ha habido una respuesta masiva de solidaridadJavier Cuenca, vicepresidente de la Federaci¨®n de Asociaciones Vecinales de Madrid
Es el retrato de una apresurada vuelta al barrio, que los estudios se?alan como un motor de bienestar en la mediana y tercera edad si se refuerzan las relaciones con las personas que lo componen (The Journals of Gerontology, 2014). La alcaldesa de Par¨ªs, Anne Hidalgo, incluy¨® algo parecido en su programa pol¨ªtico antes de la pandemia, y reconoce que ahora es m¨¢s urgente si cabe (pese a la creciente permisividad, hacer vida cerca de casa se perfila como un escenario recurrente en los pr¨®ximos meses). Se trata de La ciudad del cuarto de hora, un proyecto urban¨ªstico que aboga por que todo el mundo tenga lo que necesita a 15 minutos andando o en bicicleta.
Colegios, centros de salud, plazas, tiendas, zonas verdes... "Apostando por estas infraestructuras comunes, evitas las aglomeraciones en el centro, que todos nos agolpemos en el mismo sitio", reflexiona Cuenca. El trasfondo ecologista es evidente, y se nutre tambi¨¦n de acciones individuales (un solo vecino de actitud inspiradora es capaz de cambiar el comportamiento de la tribu). Al final del t¨²nel, una ligera esperanza: "Que la nueva normalidad no sea una fase previa para volver a lo de antes. Que hayamos aprendido algo. Y sepamos aplicarlo", plantea el fil¨®sofo. Como, por ejemplo, a ser mejores vecinos. He aqu¨ª algunas historias de la vida en proximidad: lo que aportaron durante la crisis y el poso que pueden dejar. Hay quien lo llama la coronacatarsis.
"Se me ha roto el DVD: ?a alguien le sobra uno?"
Ra¨²l, portero de un bloque de vecinos en el distrito de Arganzuela, en Madrid, ha visto en las ¨²ltimas semanas c¨®mo el ascensor se llenaba de notas manuscritas. Desde la vecina que se quedaba sin DVD en pleno confinamiento, a los v¨ªtores con corazones dedicados a los moradores del bloque que siguieron trabajando al inicio de la crisis (m¨¦dicos, enfermeros, ¨¦l mismo...). Esto es de primero de buen vecino, seg¨²n la psic¨®loga Perera. Y se resume en dos palabras: ser bondadoso. "La amabilidad es tan contagiosa como un virus", ha escrito en Scientific American el profesor de Psicolog¨ªa de la Universidad de Stanford Jamil Zaki. Y pasa por hablar y escuchar. Sobre todo, por lo segundo. "Deber¨ªamos practicarlo atentamente. Y superar un mal h¨¢bito que tenemos, y que en esta crisis creo que se ha aparcado: cuando alguien te pregunta c¨®mo est¨¢s, no digas ¡®bien¡¯ por decirlo. Si est¨¢s mal, cu¨¦ntaselo. Solo as¨ª recibir¨¢s apoyo", expone Perera.
A Tamara, una ciudadana de M¨¢laga, se le saltaron las l¨¢grimas cuando, tambi¨¦n en pleno confinamiento, se acerc¨® a casa de su padre para dejarle unas compras en la puerta. Entonces, los vecinos, con los que se hab¨ªa criado de ni?a, salieron a los balcones a saludarla. Con algunos no hablaba desde hac¨ªa meses. "Tendremos que esforzarnos por mantener esta cercan¨ªa. No va a salir solo", dice la psic¨®loga. Si ser un poco m¨¢s sociales es fuente de beneficios, como confirman psic¨®logos y neur¨®logos, ?por qu¨¦ solo lo intentamos en situaciones de precariedad? El fil¨®sofo Pastor Vico contrapregunta: "Si nos beneficia m¨¢s lo que hace un premio Nobel que Cristiano Ronaldo, ?por qu¨¦ admiramos m¨¢s al futbolista que al intelectual?".
"Dono la verdura que no vendemos a una despensa solidaria"
Cuenca, que tambi¨¦n pertenece a la Asociaci¨®n Vecinal La Incolora de Villaverde Alto, en Madrid, afirma que compartir alimentos es el gesto m¨¢s elevado de empat¨ªa. Y que los peque?os comercios ¡ªy algunos supermercados¡ª est¨¢n dando la talla con la donaci¨®n de recursos. "Las despensas solidarias [donde se reparten alimentos donados a vecinos que los necesitan] se han reactivado a la velocidad del rayo [exist¨ªan desde la crisis 2008]". Seg¨²n la Fravm, actualmente alimentan en Madrid a 20.000 personas en 58 espacios de apoyo. Y en el resto de Espa?a hay movimientos similares.
?C¨®mo se puede colaborar en esta red de asistencia si usted no tiene una fruter¨ªa ni dispone de tiempo para participar en un movimiento asociativo? "Si haces lentejas y sabes que el del tercero lo est¨¢ pasando mal, ofr¨¦cele un plato, como se ha hecho toda la vida. En realidad solo estamos desempolvando estrategias que nos funcionaban", afirma el fil¨®sofo. Para estar al tanto de lo que ocurre a unos y a otros, hacen falta espacios ("por ejemplo, huertos urbanos, donde se mezclan distintas generaciones", anota Cuenca), eventos ("?qu¨¦ ha sido de las veladas de barrio?", sugiere Vico) y un apoyo decidido a los negocios de cercan¨ªa ("ir al bar de abajo, aunque sea solo y a tomar un caf¨¦; yo lo llevo haciendo toda mi vida y no hay d¨ªa en que no me vuelva a casa con una historia", confiesa el vicepresidente de Fravm).
"Mi hija ha hecho nuevos amigos en el barrio. Cuando empiece el cole nos ayudaremos"
Ha sido una de las grandes grietas de esta crisis. Se cierran los coles y no sabemos qu¨¦ hacer con los ni?os. En Pe?aflor, un barrio rural de Zaragoza, los vecinos colocaron osos de peluche en terrazas y ventanas en su primer paseo despu¨¦s de la cuarentena, con la intenci¨®n de que se entretuvieran localiz¨¢ndolos y as¨ª aminorar el trauma. En asociaciones como la de Cuenca, en Villaverde Alto, fueron los primeros destinatarios de sus acciones, con concursos de pinturas para decorar fachadas o competiciones v¨ªa Zoom para ver quien sosten¨ªa m¨¢s tiempo un vaso de agua sobre su cabeza. "El objetivo era entretenerlos para que los padres teletrabajaran", dice el asociacionista. "Han brotado como champi?ones. Igual que las personas mayores", ironiza Vico. Y no va desencaminado.
En una sociedad adultoc¨¦ntrica, t¨¦rmino que soci¨®logos y antrop¨®logos emplean para designar la hegemon¨ªa de los adultos sobre ni?os, adolescentes y ancianos, que hubiera menores por doquier ha puesto nervioso a m¨¢s de uno. "Aceptamos bastante bien los ruidos, excepto el llanto o el grito de un ni?o. Pero es que los ni?os gritan y lloran", recuerda Perera. Seg¨²n Vico, que los cr¨ªos hayan recuperado la calle, aunque sea de una manera tan trastabillada, podr¨ªa traer buenas consecuencias. "No hay duda de que jugar con los vecinos es el mejor modo de desarrollar habilidades sociales. Pero no una hora al d¨ªa entre una extraescolar y otra, sino jugar todo el tiempo, como forma de vida. Que las puertas de las casas de cada edificio est¨¦n siempre abiertas para los ni?os del bloque. No concibo la infancia de otra manera. Y estoy seguro de que as¨ª ahorraremos muchas zozobras mentales en la adolescencia. Y daremos a los ni?os las herramientas apropiadas para ser adultos sanos. Pero necesitamos la complicidad de todo el barrio, que cualquiera que est¨¦ por la calle eche un ojo a los peque?os que est¨¢n saltando. La figura de la pandilla me parece esencial", profundiza.
Es la experiencia que est¨¢n viviendo estos d¨ªas muchas familias, obligadas ¡ªeso s¨ª¡ª por la situaci¨®n. "Nos ayudamos entre los padres. Si yo tengo una telereuni¨®n mando el ni?o a la casa de una vecina con hijos de la edad de la m¨ªa, y viceversa. Hay m¨¢s trasiego que nunca. Espero que esta red se mantenga cuando empiece el curso. La vamos a necesitar", cuenta Judith, una madre del distrito de Horta, en Barcelona.
Hago la compra a mi vecina del cuarto. Y le bajo los perros"
Es el modo en que muchas personas que han superado el coronavirus est¨¢n ayudando al pr¨®jimo. En Espa?a, 4,7 millones de mayores de 65 a?os viven solos y, como poblaci¨®n de riesgo, salir a hacer la compra o a pasear a sus mascotas los colocaba en el disparadero. Para facilitarles la vida a ellos y a otros especialmente sensibles a la infecci¨®n, han nacido iniciativas como Covida, una app que pone en contacto a personas de ese perfil con voluntarios cercanos disponibles para atender demandas como esta, o ir a la farmacia. Ahora que el contacto f¨ªsico sigue en cuarentena, hacer compa?¨ªa a los mayores es casi una emergencia de Estado. "Para que el cerebro se mantenga sano, son necesarias las relaciones sociales y afectivas", confirma Pablo Egu¨ªa, neur¨®logo y vocal de la Sociedad Espa?ola de Neurolog¨ªa (SEN).
"No sab¨ªa que el del tercero tocaba tan bien el piano"
Ha sucedido algo muy curioso estos d¨ªas, como relata el fil¨®sofo: "Abr¨ªas el balc¨®n y escuchabas una melod¨ªa que ven¨ªa del cuarto piso: el vecino que va al Conservatorio y toca el instrumento mucho mejor que t¨²". El episodio ¡ªque no tiene nada que ver con los DJ improvisados¡ª deja al descubierto dos debilidades de la sociedad precovid: creerte mejor que el resto por defecto (una herramienta de protecci¨®n t¨ªpica de las sociedades individualistas, seg¨²n el autor de Los ni?os ya no juegan) y el desconocimiento de las personas que nos rodean. Tocar el piano, dar clases de zumba en la azotea, ofrecer un recital de saxo en la zona com¨²n de la urbanizaci¨®n... Todas estas han sido estampas frecuentes durante el confinamiento. "Quiz¨¢ dejen un poso en quien lo haya disfrutado. ?Qu¨¦ define mejor a alguien: el iPhone que tiene o su labor art¨ªstica y human¨ªstica?", arroja el fil¨®sofo. Una pregunta m¨¢s para mascar en esta nueva etapa.
Con la llegada de la nueva normalidad es posible que esta experiencia se nos olvide. En el nuevo n¨²mero de BUENAVIDA te contamos las estrategias para grabar a fuego estas sensaciones y muchas otras historias del buen vivir. Desc¨¢rgalo gratis en pdf en este enlace.
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