Los oscuros campos de la rep¨²blica
Dos pel¨ªculas sobre la crisis, ¡®La chispa de la vida¡¯ y ¡®Negro Buenos Aires¡¯, al son de una nueva traducci¨®n de ¡®El gran Gatsby¡¯
Desde que he vuelto a El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald (Anagrama 2011, traducci¨®n de Justo Navarro; Labutxaca 2010, traducci¨®n de Ramon Folch i Camarasa), su imagen final resuena en lo que veo, leo u advierto. Es el paisaje colectivo por el que transita este soldado de clase baja que, tras sobrevivir a la I Guerra Mundial y ser honorado por su pa¨ªs, cree tener el mundo en sus manos y, presto a recuperar a la lujosa chica de la que se enamor¨® antes de la guerra y d¨¢rselo todo por si mismo, se transforma en especulador, hoy ser¨ªa un broker, huye de sus or¨ªgenes y se fabrica una identidad glamurosa y moderna, superlativa. Ah¨ª est¨¢ en palabras precisas el paisaje moral hist¨®rico de esta hermosa novela de 1925, poco antes del gran crack, la madre de todo: ¡°los oscuros campos de la rep¨²blica¡±.
As¨ª en dos pel¨ªculas, una de este mismo a?o, La chispa de la vida, de ?lex de la Iglesia, y otra de hace dos, Negro Buenos Aires, de Ramon T¨¦rmens. La primera se acaba de estrenar, la segunda la recuper¨¦ este viernes por la tele gracias a ?lex Gorina y su imprescindible Sala 33, contando con la presencia del realizador, un tipo al que convendr¨ªa hacer m¨¢s caso (hace unos meses estren¨® Catalunya ?ber Alles, de nuevo con la presencia, aqu¨ª p¨®stuma, de Jordi Dauder, otro filme al que cabe tambi¨¦n aplicar la imagen de Scott Fitzgerald).
Las dos cintas ponen en escena la crisis, la de De la Iglesia ahora mismo, la de T¨¦rmens la argentina de 2001 y su temible corralito. Manuel Fraga Iribarne acaba de morir cuando escribo estas l¨ªneas y de nuevo me acometen ¡°los oscuros campos de la rep¨²blica¡±. No sabr¨ªa decir qu¨¦ lugar ocupa este hombre en el paisaje moral hist¨®rico de los dos protagonistas, de la misma generaci¨®n, en la cuarentena, ahora los dos encorbatados: un publicitario que fue punken De la Iglesia, un ejecutivo que fue progreen T¨¦rmens. Sin duda los dos lo han conocido, ya me explicar¨¢n ustedes quien no, si has sido de joven lo uno u lo otro. Aunque nada hayas sido de particular, si eso fuera posible. Pol¨ªtico eterno, leo en algunos titulares. Me suena. ?Qui¨¦n no es sensible a ¡°los oscuros campos de la rep¨²blica¡±? Quien tiene algo que perder, nos dice la historia de Jay Gatsby, desaparecido en un vac¨ªo disfrazado de piscina en su jard¨ªn copiado de los ricos que m¨¢s deben aparentar.
La que fue rep¨²blica del cine ha dejado paso hace mucho a la rep¨²blica de la pantalla total
O en un museo,o en un aeropuerto. Sal¨ª de ver La chispa de la vida un tanto melanc¨®lica y pensando que, como en el filme de VonTrier, tambi¨¦n aqu¨ª el personaje conductor es un publicista y tambi¨¦n aqu¨ª el desasosiego ante lo que ha devenido la cultura tiene su ¨®rdago. Si la novia negra del dan¨¦s es futurista y apocal¨ªptica, el padre de familia del vasco es anacr¨®nico: da un paso en falso y, para evitar el vac¨ªo, se agarra a una suerte de Venus de Milo del Museo del Teatro de Cartagena, que el alcalde est¨¢ en trance de inaugurar ante un mont¨®n de c¨¢maras, un teatro romano donde transcurrir¨¢ la pel¨ªcula casi entera. En tiempos de recortes culturales y reestructuraci¨®n de museos y centros de arte abiertos en las tres ¨²ltimas tres d¨¦cadas, por doquier en la pen¨ªnsula, con alegr¨ªa presupuestaria a menudo opaca y un mont¨®n de cargos que se han repartido pol¨ªticos, artistas y profesionales, el escenario de La chispa de la vida tiene su aqu¨¦l. Para mi gusto, en mis ¡°oscuros campos de la rep¨²blica¡±, bastante m¨¢s aqu¨¦l que el planeta Melancol¨ªa de Von Trier; pero bueno, ustedes ver¨¢n.
La que fue rep¨²blica del cine ha dejado paso hace mucho a la rep¨²blica de la pantalla total. Con sus guerras y sus posguerras, nos advierte, ligera e impert¨¦rrita, la obra entera de Scott Fitzgerald, muy atento al cine en su forma de escribir y de contar la historia, en min¨²scula y en may¨²scula. La rep¨²blica de nuestra memoria y de nuestro imaginario se mueve, se esconde, se revela en los campos oscuros de tantas pantallas. La rep¨²blica de la historia y de lo que creemos que es, lo mismo. Tambi¨¦n de todo eso va Negro Buenos Aires, puede que hoy m¨¢s que cuando se estren¨®. El Chile de 1973 fue el inicio de la doctrina del shock, la Argentina de 2001 otro ensayo decisivo y el filme de T¨¦rmens un thriller moral que empieza como una cr¨®nica sin m¨¢s de avariciosos despachos empresariales europeos(catalanes) y se va desarrollando implacable, visualmente complejo y de muy buen ver, hasta ese fin en el que, como en el caso de El gran Gatsby, la fiesta ha terminado y pocos ir¨¢n al funeral.
Por suerte, hay quien sigue atendiendo a los oscuros campos de la rep¨²blica y lo cuenta. Perm¨ªtanme acabar con un agradecimiento al escritor Juan Francisco Ferr¨¦ y su blog, que me alent¨® a volver a un Fitzgerald felizmente presente de nuevo en librer¨ªas.
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