De Chacones o Rubalcabas
La pel¨ªcula iran¨ª Nader y Simin, una separaci¨®n comienza mostrando ¡ªcara al espectador sentados uno junto al otro en diferentes sillas¡ª a Nader y a Simin, padres de una ni?a de once a?os que est¨¢n iniciando los tr¨¢mites para su divorcio, alegando frente a un invisible funcionario de justicia los motivos que, seg¨²n creen cada uno de ellos, les hacen merecedores del cuidado de su hija. De esta invisibilidad se vale el director Farhadi para situarnos en la silla del funcionario, esto es, para que, tras haber escuchado a ambos, nos veamos en la obligaci¨®n de tomar partido en su lugar. Y lo tomamos. Cada uno de los espectadores ha optado de una manera casi inconsciente por uno u otro. Y es que la empat¨ªa, ese ponerse en el lugar de otra persona, es las m¨¢s de las veces un tri¨¢ngulo: dos ¡°bases¡± en conflicto que cuentan; un ¡°v¨¦rtice¡± que escucha y juzga.
A esa toma de partido r¨¢pida y semiinconsciente se la conoce como empat¨ªa afectiva o ¡°caliente¡± (hasta la persona m¨¢s desconocedora del mundo del f¨²tbol, viendo un partido frente a un televisor se sentir¨¢ a los cinco minutos sin saber el porqu¨¦ m¨¢s pr¨®xima a uno que a otro de los equipos). M¨¢s tarde, llegar¨¢ la denominada empat¨ªa cognitiva o ¡°fr¨ªa¡±: la toma de posici¨®n basada m¨¢s en la raz¨®n y en el conocimiento consciente fruto de la informaci¨®n obtenida a posteriori. Con todo, me temo que cada uno de los espectadores se encontrar¨¢, al final de la pel¨ªcula o del partido, sentado en la silla que le indic¨® a los inicios su empat¨ªa caliente. De ser as¨ª, ?qu¨¦ no ser¨¢ en los conflictos en los que nos unen o nos desunen una serie de lazos previos ¡ªafectivos, profesionales, familiares, pol¨ªticos, econ¨®micos¡¡ª con los actores en liza? Me lo pregunto, por caso, por esos 956 delegados del PSOE escuchando los discursos de ambos candidatos para votar despu¨¦s, por la ¡°neutralidad activa¡± de la que hablaba el anfitri¨®n Gri?¨¢n del 38? Congreso del partido socialista, etc¨¦tera.
Robert Michels dio cuenta de c¨®mo los partidos pol¨ªticos tienden a la oligarqu¨ªa en su organizaci¨®n interna a consecuencia de la burocratizaci¨®n y profesionalizaci¨®n de la actividad pol¨ªtica, de c¨®mo esos dirigentes acaban por colocar su propia supervivencia por encima de los intereses del partido y de sus militantes y electores. De esa ¡°ley de hierro de la oligarqu¨ªa¡± hemos tenido un buen ejemplo en el citado congreso: dos candidatos y una sopa de letras de nombres buscando su lugar bajo el Sol, es decir, un puesto en la lista. Y usted lector: ?Chac¨®n o Rubalcaba? ?Nader o Simin? Los humanos, como digo, nos caracterizamos por la emisi¨®n de juicios r¨¢pidos y constantes. Por eso, despu¨¦s de esas leyes de hierro que deciden ¡ªal igual que el director de la pel¨ªcula¡ª qui¨¦n se sienta en las sillas socialistas, imposible que ustedes no se hayan decantado por uno u otro. Los humanos, sempiternos deshojadores de margaritas.
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