No hay palabras
Mis alumnos hablan de becas, del aumento indecente de las tasas universitarias y de c¨®mo obtener una matr¨ªcula gratuita
He entrado en clase dispuesta a rega?ar a mis alumnos. Ten¨ªa preparado un peque?o discursito sobre el esfuerzo, el futuro, la importancia de ir cargando la mochila de titulaciones adicionales.
¡ª?Por qu¨¦ no os hab¨¦is presentado a las pruebas del Trinity?
¡ªPorque cuestan 90 euros¡ª me contestaron secamente.
Las palabras que no se pronuncian no hacen ning¨²n ruido, pero caen a un pozo negro, desarmadas, incoherentes. En este caso cayeron a mis pies, se enredaron en mis zapatos y me llevaron directamente a la realidad.
En este curso he aprendido a no preguntar d¨®nde est¨¢n los libros de las lecturas obligatorias. Ya s¨¦ que los 30 o 40 euros de su importe pueden desequilibrar algunos presupuestos familiares que cuentan los d¨ªas en billetes de 10 o 15 euros. Me he limitado a colgar los textos en mi blog, incluso los m¨¢s recientes que est¨¢n sujetos a derechos. Espero que Luis Sep¨²lveda o los herederos de J. D. Salinger sepan comprenderlo.
El tradicional viaje de final de curso se ha suprimido en muchos casos y cuando se hace, entristece ver una docena de alumnos que no han ido por motivos econ¨®micos, aunque nadie dice nada, ni pierden la sonrisa, ni se quejan por los pasillos. Los que van a Selectividad preguntan por las tasas de inscripci¨®n, por detalles tan insignificantes como cu¨¢nto valen las pruebas de las asignaturas optativas. Los m¨¢s previsores hacen cuentas de cu¨¢nto les supondr¨¢ el autob¨²s diario hasta la facultad y los libros de texto de la carrera.
Hasta hace muy poco tiempo estaban ajenos a esta nueva matem¨¢tica. Sus cuentas se reduc¨ªan al tiempo de ocio, a la compra de un art¨ªculo electr¨®nico o a la ropa de la temporada. Ahora aprenden a hacer sumas y restas con sus propias vidas, con sus expectativas y con su futuro. Hablan de becas, del aumento indecente de las tasas universitarias y de c¨®mo obtener una matr¨ªcula gratuita.
Te interrogan sobre cu¨¢les son las carreras con mayores salidas profesionales y no sabes qu¨¦ decirles. Les explicas que es importante que, hagan lo que hagan, se impliquen a fondo; que intenten seguir sus gustos y sus inclinaciones al tiempo que les aconsejas que pongan un punto de realismo. Discursos contradictorios que acaban con la recomendaci¨®n de que sigan estudiando, una tabla de salvaci¨®n a la que intentas aferrarlos, porque a pesar de todo su futuro ser¨¢ mejor si consiguen cualificarse profesionalmente. Mientras acabas tu discurso, te acuerdas de todos los j¨®venes que conoces que reparten infructuosamente sus impresionantes curr¨ªculos por las empresas y que cuando trabajan lo hacen en unas condiciones tan leoninas que solo el posibilismo cruel de nuestro tiempo te ayuda a ahogar la indignaci¨®n. Te vienen a la mente los rostros de los que han tomado la dolorosa decisi¨®n de marcharse muy lejos, lo que pone de manifiesto que no es la ense?anza la que falla, sino la empresa y la sociedad de nuestro pa¨ªs.
Esos j¨®venes han ido esta semana a la huelga contra los recortes educativos pero esta vez no hab¨ªa el aire de fiesta de otras ocasiones. Es como si supieran que ahora la vida va en serio con ellos, que no est¨¢n estudiando un cap¨ªtulo aburrido de la historia de Espa?a sino que forman parte de la primera l¨ªnea de una crisis que se escribe con su carne.
Ha habido gobiernos que se han confrontado con alg¨²n sector social pero no ha existido hasta ahora ning¨²n gobierno que se confronte con todo el sistema educativo. La derecha medi¨¢tica dice que los malos estudiantes agitan la educaci¨®n y publican fotos carcelarias de algunos dirigentes estudiantiles. Utilizan los mismos argumentos que los ministros franquistas de los a?os sesenta contra las movilizaciones juveniles: cosas de malos estudiantes y de infiltrados marxistas. Pero resulta que son los buenos estudiantes los que m¨¢s se movilizan porque son los que se interesan, leen la prensa y escuchan indignados las noticias; son ellos los que te preguntan c¨®mo es posible que el Gobierno facilite 10.000 millones a Bankia mientras a ellos les siegan el porvenir. No hay palabras.
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