Romay Beccar¨ªa, un hombre de Estado

La Real Academia Espa?ola define el t¨¦rmino estadista, en su segunda acepci¨®n, como ¡°persona de gran saber y experiencia en los asuntos del Estado¡±. Eso es Jos¨¦ Manuel Romay Beccar¨ªa: un hombre de Estado. Un riguroso y solvente jurista que ha entregado su vida a la praxis de la pol¨ªtica, consecuencia de una clara vocaci¨®n de servidor p¨²blico.

Cre¨ªa que mi primer contacto con Jos¨¦ Manuel Romay ven¨ªa de mi ¨¦poca de joven periodista, en el escenario madrile?o de la Transici¨®n democr¨¢tica, donde ¨¦l desempe?aba ya altas responsabilidades pol¨ªticas. Pero, no; estaba en un error. Una equivocaci¨®n de la cual me sac¨® recientemente ese gran oftalm¨®logo y espl¨¦ndido intelectual que es Manuel S¨¢nchez Salorio. En efecto, mi relaci¨®n con Romay Beccar¨ªa, como la de millones de espa?oles de mi edad, viene de la infancia; cuando fuimos objeto de una campa?a de vacunaci¨®n contra la polio, sin precedentes en Espa?a, dirigida contra viento y marea, por aquel joven secretario general de Sanidad que era Jos¨¦ Manuel Romay. Con esa campa?a, clave para la posterior erradicaci¨®n de la citada enfermedad, comenz¨® lo que hoy es ya una larga carrera dedicada al servicio p¨²blico.

Tratar de reflejar la dilatada trayectoria pol¨ªtica de Jos¨¦ Manuel Romay ser¨ªa ardua tarea y bien se puede resumir en que, como servidor p¨²blico, la ha sido Todo, directa o indirectamente. Por si mismo o bien a trav¨¦s del magisterio que ha sabido ejercer sobre sus disc¨ªpulos, entre los que se encuentra el propio Mariano Rajoy, as¨ª como Alberto N¨²?ez Feij¨®o, Carlos Negreira, Antonio Erias y una ya dilatada lista de dirigentes pol¨ªticos, fundamentalmente gallegos, cuya impronta lleva la huella de este gallego, nacido en Betanzos, hoy en la escalera.

Hablar con Romay, dir¨ªa mejor, escuchar a Romay, siempre es un placer. De s¨®lida formaci¨®n intelectual, tiene ese don de explicar las cosas de manera sencilla y amena. Siempre lejos del riesgo de la pedanter¨ªa. Su afici¨®n por la lectura, pasi¨®n quiz¨¢, le viene de su ¨¦poca de estudiante, de aquellos tiempos en los que en la Residencia Universitaria acud¨ªa a las tertulias literarias organizadas en la habitaci¨®n de un reci¨¦n licenciado en Medicina, actualmente uno de nuestros intelectuales de referencia, con quien a?os m¨¢s tarde llegar¨ªa a emparentar pol¨ªticamente. Y esa pasi¨®n por los libros le lleva a calificar a sus obras, con sincera modestia, como la tarea propia de un compilador; si bien, lo cierto es que en sus trabajos se refleja una labor reflexiva, fundamentada en el ingente estudio del trabajo de significados autores.

De fuertes convicciones, coherente hasta el extremo, riguroso, tenaz, de relaci¨®n afable y ciertamente compleja, dialogante y firme a la vez, en mi trato personal con Jos¨¦ Manuel Romay, no exento de cierta dificultad en alg¨²n momento, sinceramente he podido ver, ante todo, a un hombre honesto, s¨ª, con may¨²scula. Un pol¨ªtico cabal. Una persona discreta y sencilla, enemiga del boato y el oropel. Alguien que, como para Camilo Jos¨¦ Cela, en esta vida el ¨¦xito consiste en trabajar, nunca desistir de alcanzar aquello en lo que se cree y saber que aguantar es ganar. Y triunfar, poder situarte en aquel lugar de la escalera de la vida desde el cual puedas ayudar a subir a los dem¨¢s. Ah¨ª, exactamente ah¨ª, es donde veo a Jos¨¦ Manuel Romay.