La aldea gala
Andaluc¨ªa se convirti¨® en el reducto galo, dispuesto a hacer frente al ej¨¦rcito de tijeras de los romanos y a dejarse la piel en el intento
¡°Estamos en el a?o 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia est¨¢ ocupada por los romanos¡ ?Toda? ?No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todav¨ªa y siempre al invasor... As¨ª empezaba cada una de las aventuras de Ast¨¦rix que fueron evocadas en un v¨ªdeo del PSOE en la reciente campa?a electoral. Los ej¨¦rcitos de Julio C¨¦sar Rajoy no podr¨ªan cruzar la frontera de Despe?aperros porque el voto de los valientes galos impedir¨ªa su avance el 25 de marzo. Y as¨ª fue: el voto popular impidi¨® el ascenso al poder de la derecha, las huestes del ej¨¦rcito romano se vieron obligadas a emprender la retirada tras su fracaso en las tierras del sur, e incluso su comandante Caius Bonus Arenas fue retirado del mando y reclamado al coraz¨®n del imperio donde, al parecer, tendr¨¢ que librar una dura batalla con Lucrecia Cospedal, aunque eso es otra historia.
Est¨¢bamos en que Andaluc¨ªa se hab¨ªa convertido en la aldea gala, dispuesta a hacer frente al ej¨¦rcito de tijeras de los romanos y a dejarse la piel en el intento. Hasta las diferentes tribus, enemistadas desde tiempo inmemorial, firmaron un acuerdo para formar un gobierno conjunto y marcar las diferencias de pol¨ªticas entre derecha e izquierda. Result¨®, eso si, un tanto sospechoso, que los m¨¢s fervientes defensores de la insurrecci¨®n y la rebeld¨ªa, reclamaran, en vez de prefecturas fundamentales que marcaran la diferencia y las novedades (como empleo, educaci¨®n, cultura o medio ambiente), otras casi desprovistas de contenido o de presupuesto. Aun as¨ª, la ciudadan¨ªa gala salud¨® mayoritariamente este acuerdo.
Los romanos, a pesar de su derrota, no iban a cejar en su empe?o de dominar Andaluc¨ªa. Lo que no consiguieron las armas de los votos, podr¨ªa ser obtenido por el cerco econ¨®mico. Los incautos galos no hab¨ªan ca¨ªdo en la cuenta de que el poder corresponde a los que se sientan sobre el cofre del dinero. El senador Cal¨ªgula Minus Montoro, con un equipo selecto de escribanos y contables, arrodill¨® a los ej¨¦rcitos galos en las primeras incursiones. El total del ajuste fue calculado en su integridad por t¨¦cnicos romanos y adobado con la vendetta por el desaire recibido. Al tiempo que en las dependencias de F¨®rum Financiero se impon¨ªan estos ajustes, el ej¨¦rcito romano de reserva en Andaluc¨ªa votar¨ªa en contra y alentar¨ªa a la sublevaci¨®n contra las medidas que ellos mismos decretaban. ?Est¨¢n locos estos romanos!
Ast¨¦rix, Ob¨¦lix y Panor¨¢mix volvieron consternados a la aldea gala. En vez de informar con pelos y se?ales a sus vecinos de los planes que les hab¨ªan impuesto, se pusieron a hacer alambicados c¨¢lculos para evitar los efectos m¨¢s perniciosos del ajuste, pero el margen era realmente muy escaso. Le dijeron al pueblo galo que confiara en ellos, que comprend¨ªan su malestar, pero que se marcharan a su casa. Perdieron la batalla sin empezar siquiera a darla y entonaron una jaculatoria irritante: ¡°Lo hacemos por imperativo legal¡±.
No quisieron informar de las ciento y una triqui?uelas con las que se hab¨ªa impuesto una cantidad brutal a la aldea gala; c¨®mo se rieron de la reclamaci¨®n andaluza para hacer cumplir las leyes y los estatutos; c¨®mo calcularon cada partida con especial rigor mientras que a otros territorios de la Hispania se le aceptaban cuentas del Gran Capit¨¢n. Muchos galos piensan que sus jefes deber¨ªan haber dado la batalla, incluso aunque al final fuesen derrotados y que es un tremendo error congelar el esp¨ªritu de ese 25-M.
Esa es la explicaci¨®n por la que en mi instituto, como en todos los centros de ense?anza, sanitarios o de la administraci¨®n, con el aumento de las horas lectivas y unas ratios descabelladas en la ense?anza semipresencial vayan a salir a la calle 10 o 12 profesores. Estoy segura de que si los planes de Julio C¨¦sar Rajoy se hubiesen cumplido por completo las personas despedidas hubiesen sido el doble, pero eso no consuela: nadie se felicita por los males evitados, sino que se sufre por el dolor presente. Por eso los generales galos, m¨¢s que lamentarse por la presi¨®n de los romanos, deber¨ªan tomar la poci¨®n m¨¢gica y dar con m¨¢s contundencia las batallas.
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