El papel que protagoniz¨® Lousado
El r¨ªo Arenteiro ba?¨® en el siglo XIX una importante industria papelera
A juzgar por el entorno, cualquiera dir¨ªa que la mole fabril que dormita en Lousado dio con el municipio pi?orense un d¨ªa que el progreso se extravi¨® por la N-525. Sin embargo, su partida de nacimiento certifica que la f¨¢brica de papel profan¨® la floresta ourensana en 1840, mucho antes de que toneladas de asfalto tendieran un lazo entre Santiago y Benavente. En una de las aldeas que a¨²n salpican una alfombra de verde espeso, cuesta adivinar que 8.000 metros de muro de granito abrazan el f¨®sil de la industria papelera m¨¢s pr¨®spera y longeva de la provincia.
Cuando el Estado moderno invent¨® la burocracia, el papel se convirti¨® en negocio y el r¨ªo Arenteiro lo sembr¨® por la comarca de O Carballi?o. Las ¨²ltimas luces del siglo XVIII decretaron el ocaso de la palabra como aval y recetaron papel contra el olvido. La obligaci¨®n de rendir cuentas ante Dios y Administraci¨®n anim¨® la demanda en c¨ªrculos eclesi¨¢sticos y despachos notariales. Tambi¨¦n la prensa, que amaneci¨® con el siglo XIX en el noroeste del mapa espa?ol, reclamaba un soporte para explicar el mundo. Acostumbrada a saciar con la azada el apetito de la urbe, la Galicia rural supo cultivar en la cadena de montaje el terreno que transita la tinta. Cientos de aldeanos, que aprendieron a transformar trapos en papel antes que letras en historias, nutrieron una importante industria que se apagar¨ªa antes de cruzar la centuria.
Galicia lleg¨® a contar 27 n¨²cleos papeleros cuando el mercado colonial abarrotaba las arcas, pero la industria se arrug¨® a medida que el Imperio se despedazaba y la mayor¨ªa no lleg¨® a v¨¦rselas con el siglo XX. El caudal regular del Arenteiro arrullaba las tres f¨¢bricas que hubo en Ourense, pero fue la de Lousado la que mejor aprovech¨® el ba?o. En el curso alto del r¨ªo, un empresario santiagu¨¦s construy¨® un espectacular dique que dar¨ªa vida a las m¨¢quinas m¨¢s punteras de la provincia. Antonio Rivero de Aguilar encerr¨® entre los muros de Lousado un microcosmos en el que medio centenar de mujeres y una decena de hombres se dejaban la salud entre paredes h¨²medas y trabajos precarios. Muchos mor¨ªan de calenturas antes de cumplir los 30. Varios criados atend¨ªan a sus patrones y 25 vacas pastaban el terreno inmenso que circundaba al gigante de piedra. Vivienda, huerto y graneros coloreaban la estampa industrial.
La campana de una capilla aleda?a med¨ªa los tiempos de la jornada seis d¨ªas por semana. Los domingos anunciaba misa de 12. En los a?os veinte, Fernando de C¨¢rdenas adquiri¨® la f¨¢brica y endulz¨® con chocolate caliente el ta?ido dominical. Ingeniero de profesi¨®n y rojo de entendimiento, compart¨ªa mesa y beneficios anuales con sus trabajadores. Participar en la sublevaci¨®n de Jaca le vali¨® un desenga?o y el exilio. Despu¨¦s de vender la f¨¢brica, la capilla se convirti¨® en almac¨¦n, la campana se mud¨® de espada?a y la f¨¢brica lo ech¨® de menos. A mediados de siglo, las m¨¢quinas se quedaron sin resuello.
Cuando la historia se detiene entre caminos de tierra, el abandono suele comerse el granito a bocados. Tambi¨¦n lo intent¨® en Lousado. Sin embargo, el azar le par¨® los pies en los a?os sesenta.
El d¨ªa que Hip¨®lito Rodr¨ªguez Presas compr¨® la f¨¢brica, ni siquiera sab¨ªa lo que se escond¨ªa intramuros. Trabajaba en un banco y ten¨ªa unos ahorros, eso era todo. Su t¨ªo, que hab¨ªa querido comprar el complejo para dos hijos suyos, lleg¨® furioso a la sucursal porque estos rechazaron el presente. ¡°Yo lo compro contigo¡±, resolvi¨®. Pero a su socio le falt¨® entusiasmo e Hip¨®lito se hizo con todo el complejo. Retir¨® zarzas, restaur¨® el molino y se dej¨® maravillar por la minicentral el¨¦ctrica que moraba en el recinto desde 1921. Recuper¨® todo lo que no pudieron llevarse el tiempo, los espolios y un chatarrero de Lal¨ªn. Transform¨® varias estancias en granja av¨ªcola y se hizo viejo al pie de un magnolio cuyo tronco no cabe en un abrazo. Resuelto como el r¨ªo pertinaz que coquetea con el esqueleto de la f¨¢brica, no deja de discurrir nuevos proyectos para devolverle el aliento.
Hace unos a?os, le ofrecieron un mill¨®n y medio de euros por su tesoro pi?orense. No lo vendi¨® porque ten¨ªa un sue?o. Quer¨ªa convertir la f¨¢brica en un centro de discapacitados y don¨® la mayor parte de los edificios al Ayuntamiento de Pi?or, que en un plazo de cinco a?os podr¨ªa disponer de las instalaciones para llevar a cabo el cometido.
Cuando mira a trav¨¦s de la ventana, recorre con el ¨ªndice la geograf¨ªa de su proyecto. ¡°Ah¨ª podr¨ªan vivir 50 o 100 chicos con sus profesores, y mas all¨¢ podr¨ªan montar unos invernaderos. La minicentral podr¨ªa abastecerlos de electricidad¡±, fantasea. Cedi¨® los terrenos en 2008, pero nada se ha movido desde entonces. No hay fondos ni se les espera. Pese a todo, la f¨¢brica no se rinde y, de vez en cuando, se engalana con exposiciones que le alegran el semblante. En 2007, Telas al Viento coron¨® sus muros con vastos lienzos que vistieron el entorno de arte conceptual. Este verano, varios j¨®venes de la Asociaci¨®n S¨ªndrome de Down Estela, de Burgos, dejaron su impronta en una muestra que puso a un centenar de artistas frente a otros tantos papeles de estraza. Sin reglas ni cortapisas, el ¨²nico l¨ªmite lo pon¨ªa una superficie amarronada de 30x40 cen¨ªmetros. Ahora, el papel de envolver que cocin¨® Lousado hace m¨¢s de medio siglo deja su casa para visitar varias ciudades espa?olas mientras Hip¨®lito, que diluye las tardes en la quietud de su feudo, sigue hilvanando sue?os con los codos en el alf¨¦izar.
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