Infidelidad y carisma
No importa lo deslenguada y genial que haya podido parecer La Shica, en el formato que estrena en el Caf¨¦ Berl¨ªn supera todas las expectativas y provocaciones
No parec¨ªa sencillo que Elsa Rovayo, coplera posmoderna y deslenguada, nos pillase con el pie cambiado: sus dos discos y diversos espect¨¢culos anteriores ya la retrataban como una iconoclasta recalcitrante que domina el arte de la sensualidad, la sorna y la picard¨ªa. Y sin embargo, el formato que anoche estrenaba en el diminuto Caf¨¦ Berl¨ªn, Peque?as infidelidades (repite el 29 y el 6 y 13 de diciembre), supera todas las expectativas y provocaciones anteriores.
Este recorrido con voz y guitarra por las calamidades del amor no correspondido es gozoso, desmadrado y tronchante, por muchos ara?azos que arrastre el alma del espectador. Parece un leve divertimento, un pasatiempo entre disco y disco para esa Shica que no sabe vivir sin clavar el tac¨®n en las tablas. Pero Elsa convierte la an¨¦cdota en pura dinamita: la velada aporta fulminantes chorretones de humor inteligente y una voz m¨¢s n¨ªtida y matizada de lo que le hab¨ªamos o¨ªdo nunca.
Olviden el peinado a lo Amelie Poulain que luc¨ªa en los tiempos de Supercop, Rovayo se nos presenta guerrera, con el pelo encrespado, un vestidito ce?ido de leopardo y las medias de rejilla. Es una mujer arrolladora, decidida y de mirada desafiante que se dispone a decir cuatro cositas preclaras sobre las miserias del (sub)g¨¦nero humano masculino. ¡°Todo mentira, porque al final yo soy muy Bambi, una panoli¡±, advierte a un p¨²blico que alterna la sorpresa con la sonrisa, el aplauso y la abierta carcajada. Pero, m¨¢s all¨¢ del humor y las reminiscencias cabareteras, Elsa sabe entrelazar un sabroso repertorio de f¨¦minas rompedoras, desde La Lupe a Paquita la del Barrio, Martirio, Chavela Vargas. Incluso ?Pimpinela! Las risotadas a cuenta de ¡®A esa¡¯, donde intercala insultos como ¡°co?o el¨¦ctrico¡±, no ocultan el encanto de su lectura aflamencada, gentileza de ese guitarrista incontestable que es Josete Ord¨®?ez (Elementales, Eliseo Parra, Ojos de Brujo).
Hay momentos delirantes hasta la l¨¢grima, como ese cupl¨¦ picante, La vaselina, que La Bella Dorita cantaba all¨¢ por 1933. Y hay proclamas enrabietadas y vengativas que el p¨²blico femenino celebra con alborozo mientras los varones adoptan rictus de p¨¢nico. Pero todo, en ¨²ltimo extremo, solo es posible gracias al desparpajo, locuacidad y poder¨ªo de La Shica, propietaria de esa virtud tan rara y fascinante que llamamos carisma. Seguro que su madre es de las que, orgullosa, le habr¨¢ gritado en alguna ocasi¨®n: ¡°Elsa, hija m¨ªa, eres la pera¡±.
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