Manchas dif¨ªciles en la Catedral
En menos de un mes han arreciado sobre la c¨²pula de la Iglesia gallega descripciones comprometedoras que hablan de homosexualidad, robos y odio entre can¨®nigos
¡°Por culpa del Libro, est¨¢n ustedes aqu¨ª, fisgone¨¢ndolo todo. Cuestion¨¢ndolo todo. Rompi¨¦ndolo todo. Nada volver¨¢ a ser como antes¡±, le reprocha un can¨®nigo de la Catedral de Santiago al jefe policial, un personaje aut¨¦ntico, con nombre y apellido, que lo interroga en la bas¨ªlica. Es La leyenda del santo oculto, la novela sobre el robo del C¨®dice Calixtino que public¨® a finales de enero el juez que instruye el caso, Jos¨¦ Antonio V¨¢zquez Ta¨ªn, al tiempo que ultimaba el sumario.
En un abrir y cerrar de ojos, el avezado agente reconduce en la ficci¨®n la declaraci¨®n del sacerdote hacia sus debilidades m¨¢s ¨ªntimas, y el cura se justifica. A la pregunta ¡°?es que el celibato ha dejado de ser un principio de sus creencias y yo me he despistado?¡±, el religioso, derrumbado, hace una confesi¨®n inquietante: ¡°Una cama vac¨ªa es como una tumba en vida. No es el sexo. Es algo distinto. Es notar el candor de la vida al lado [...] Usted pensar¨¢ que es pornograf¨ªa. Algo sucio. Y en la mayor parte de los casos solo es miedo, desamparo¡±.
La escena publicada (suavizada respecto del borrador, seg¨²n Faro de Vigo) no sent¨® a todo el mundo bien en el seno de la Iglesia gallega. Que el propio juez que revolvi¨® en las entra?as de ese icono universal que es la Catedral de Santiago relatase un episodio que ¨¦l mismo reconoci¨® como ¡°real¡±, de ¡°un momento¡± de su vida, causaba algo m¨¢s que sobresalto. Sobre todo teniendo en cuenta que en las r¨²as de Compostela, al menos desde julio de 2012, cuando la polic¨ªa recuper¨® el C¨®dice de un garaje de O Milladoiro, los rumores prendieron e incluso dieron pie a alguna forma de expresi¨®n art¨ªstica, como una s¨¢tira teatral en una popular sala de Santiago. A finales de diciembre, con el?de¨¢n Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªaz a punto de abandonar el cargo, un extorsionador profesional lo telefoneaba y?le ped¨ªa 18.000 euros a cambio de no difundir un v¨ªdeo comprometedor que, seg¨²n dec¨ªa, le hab¨ªa hecho llegar el entorno del electricista. As¨ª que la novela llov¨ªa sobre mojado, y en ¨¢mbitos relacionados con el caso se tem¨ªa que en cuanto saliera de prisi¨®n el ladr¨®n confeso del manuscrito medieval se desatar¨ªa la aut¨¦ntica tormenta.
No hubo que esperar demasiado, apenas medio mes desde su puesta en libertad. El lunes de la semana pasada Jos¨¦ Manuel Fern¨¢ndez Casti?eiras y su abogada de Vilagarc¨ªa, Carmen Ventoso, especializada en blanqueo de capitales y famosa por su tes¨®n en el arte de recurrir, presentaron ante Ta¨ªn, en el juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 2 de Santiago, un acta manuscrita en la que el exelectricista del templo describ¨ªa una serie de relaciones homosexuales y robos en la catedral.
Una de las l¨ªneas de investigaci¨®n del robo del ¡®C¨®dice¡¯ fue el m¨®vil sexual
Casti?eiras identificaba a los protagonistas, can¨®nigos y trabajadores de la bas¨ªlica, con nombres, apellidos y domicilios. Hablaba de preservativos usados en un convento compostelano; de pisos para curas, perfectamente localizados, reconvertidos en picaderos; de can¨®nigos que se hab¨ªan jurado odio eterno, rivales en su intento de llevarse a la cama a un joven que fue expulsado del seminario por su ¡°declarada¡± homosexualidad. Tambi¨¦n de chantaje a cambio de sexo dentro del cabildo; y de amor entre un relevante religioso y un hombre al que acogi¨® en su casa siendo menor. De tocamientos y acoso a alg¨²n trabajador heterosexual por parte de dos can¨®nigos, y de caricias en el pene a los seminaristas, mientras dorm¨ªan, en las noches de verano. Para concluir su relato, el exelectricista de la catedral daba cuenta de los jamones, buenos vinos y objetos de plata que ofrec¨ªan en el templo personas de fe y que acababan en manos de empleados de toda la vida. Y enumeraba todo un cat¨¢logo de bienes inmuebles en manos de trabajadores mileuristas que hab¨ªan llegado sin fortuna conocida a la casa del Se?or.
Desde que salt¨® la noticia, enseguida trascendieron ¨ªntegras las 15 p¨¢ginas de manifestaciones del electricista. Se pueden, incluso, encontrar en Internet. Supuestamente son un intento de exhibir ante la opini¨®n p¨²blica las razones que, seg¨²n ¨¦l, le llevaron a robar y vengarse (en especial, del entonces de¨¢n) secuestrando el C¨®dice. Personas vinculadas a la instrucci¨®n puntualizaban el verano pasado que ¡°m¨¢s que de venganza, en el caso de Casti?eiras habr¨ªa que hablar de un intento de aplicar por su mano la justicia divina, despu¨¦s de ver cosas dentro que no le gustaban¡±.
El ¨²ltimo camino tomado por el electricista no ha sido precisamente inescrutable. Cuando se esfum¨® el libro, en julio de 2011, una de las primeras hip¨®tesis que investig¨® la polic¨ªa fue la del m¨®vil sexual. Fuentes judiciales aseguraron a este peri¨®dico que se rastrearon las vidas de muchos personajes fundamentales de la catedral, sacerdotes y empleados, con escuchas telef¨®nicas y siguiendo sus contactos hasta m¨¢s all¨¢ de Galicia. Dijeron, incluso, que se hicieron comprobaciones para descartar un delito de pederastia. La conclusi¨®n de las pesquisas fue la de que las intimidades de cada cual m¨¢s all¨¢ del P¨®rtico de la Gloria eran archivables, porque no hab¨ªan repercutido en el robo del siglo.
La polic¨ªa tambi¨¦n investig¨® en su momento los hurtos generalizados que se citan en el manuscrito salido del bol¨ªgrafo del electricista el d¨ªa de san Valent¨ªn. Fuentes del juzgado aseguran que, efectivamente, se comprob¨® que mucha m¨¢s gente, adem¨¢s del ladr¨®n confeso, robaba, pero la mayor¨ªa lo hac¨ªa del cepillo, antes de que la p¨ªa recaudaci¨®n llegase a administraci¨®n para su contabilidad. La novela de Ta¨ªn, donde la verdad y la ficci¨®n se funden de manera desazonadora, tambi¨¦n dedica p¨¢rrafos enteros a las ¡°sanguijuelas¡± del templo.
Se hicieron comprobaciones para descartar casos de pederastia
Sin embargo, contra todos los dem¨¢s no hab¨ªa pruebas, solo testimonios. Algunos de los sospechosos lograron justificar su pr¨®spero patrimonio con facturas, algo que tambi¨¦n ha intentado la defensa del electricista. La gran diferencia es que ¨¦l ten¨ªa el C¨®dice, y es el ¨²nico que fue grabado repetidas veces abriendo la caja fuerte, con llave, a hurtadillas.
¡°En la catedral yo siempre vi que robaban dinero, por poner un ejemplo, todos¡±, relata el extrabajador de la seo, tambi¨¦n imputado en julio pasado por blanqueo de capitales, junto a su mujer y su hijo. Todo el mundo sab¨ªa, seg¨²n Casti?eiras, que la ranura m¨¢s rentable, el cepillo en el que m¨¢s devotos depositaban sus d¨¢divas a la Iglesia, era la situada a la derecha del altar, conforme se mira de frente. Y al terminar la jornada, seg¨²n ¨¦l, los habituales se abalanzaban sobre el cofre de los ¨®bolos.
La Iglesia calla. ¡°En estos momentos, el cabildo no tiene portavoz¡±, afirma el can¨®nigo que ocupa precisamente ese cargo, Jos¨¦ Fern¨¢ndez Lago, bastante locuaz en mejores circunstancias. Tras la fachada del Obradoiro, el gobierno de la catedral se encierra en su caparaz¨®n de piedra y no comenta la actualidad, si no es a trav¨¦s de su abogado, que en un comunicado confirm¨® sendas denuncias contra el exelectricista y su abogada. En la misma nota, el representante legal de los curas, Jos¨¦ Antonio Montero, a?ade en el ¨²ltimo p¨¢rrafo que es ¡°totalmente falso lo manifestado¡± por Casti?eiras en esos folios de pu?o y letra en los que incluso detalla el precio del alquiler y los gastos de comunidad de un piso usado para citas.
Ta¨ªn neg¨® el valor judicial de las manifestaciones del ladr¨®n confeso pero incluy¨® en el sumario la ¨²ltima sorpresa del electricista para no alargar m¨¢s los tr¨¢mites. Su objetivo es que el juicio se celebre m¨¢s pronto que tarde. Varios de los religiosos y empleados que cita Casti?eiras tambi¨¦n presentar¨¢n denuncias individuales.?¡°Ese se?or est¨¢ haciendo da?o¡±, coment¨® el juez en Ourense, durante el en¨¦simo acto por mor de su novela, ¡°el derecho al honor debe estar por encima de cuestiones como la simple venganza¡±. ¡°Cualquiera tiene derecho a negar, mentir o enfangar¡±, sigui¨® el magistrado, ¡°todo es l¨ªcito, y el deber de los jueces de instrucci¨®n es separar la paja del grano para llegar a la verdad¡±. ¡°Si en ese papel hubiese un solo dato m¨ªnimamente cre¨ªble de un abuso sexual a un menor¡±, seg¨²n ¨¦l, abrir¨ªa una nueva investigaci¨®n.
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