¡°Me infiltr¨¦ para saber qu¨¦ jefes cobraban de los prost¨ªbulos¡±
Un inspector de polic¨ªa acusado en la trama de los burdeles alega que se hizo pasar por corrupto El encargado del club Saratoga le se?ala por ¡°extorsi¨®n¡±
El inspector Javier Mart¨ªn, uno de los principales acusados por la trama de corrupci¨®n policial en torno a los prost¨ªbulos Riviera y Saratoga, sostuvo ayer en el juicio que las cosas no son lo que parecen. El mando policial, conocido como Jordi, aleg¨® en su defensa que se hizo pasar por corrupto con el fin de corroborar la pista de un confidente policial: que altos mandos del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa (CNP) cobraban de los amos de los burdeles a cambio de avanzarles informaci¨®n sobre las redadas. ¡°Me infiltr¨¦ para saber qu¨¦ jefes cobraban de los prost¨ªbulos¡±, dijo en la primera sesi¨®n del macrojuicio.
La fiscal¨ªa ve inveros¨ªmil la tesis de Jordi y pide para ¨¦l 44 a?os de c¨¢rcel por una ristra de delitos. En la causa figuran una veintena de imputados entre jefes del CNP, due?os de los locales y abogados. Entre 2002 y 2008, seg¨²n el fiscal anticorrupci¨®n Fernando Bermejo, los polic¨ªas avisaron con antelaci¨®n de las inspecciones para que los burdeles ¡ªambos en Castelldefels y clausurados desde el inicio de la investigaci¨®n¡ª pudieran desalojar a las mujeres en situaci¨®n irregular o a las menores de edad. Como contrapartida, recibieron dinero en met¨¢lico, relojes de lujo, viajes de placer con sus esposas y hasta operaciones quir¨²rgicas gratuitas.
El fiscal pide de 3 a 44 a?os de c¨¢rcel para los
20 acusados
El inspector fue, de hecho, el ¨²ltimo en incorporarse a la fiesta. En el verano de 2007, se reuni¨® en el hotel Plaza de Barcelona con el due?o del Saratoga, Ra¨²l Pascual, y el encargado del local, Carmelo Sanz. Este ¨²ltimo grab¨® la conversaci¨®n ¡ª¡°compr¨¦ una grabadora en La Tienda del Esp¨ªa¡±, dijo¡ª para denunciar la supuesta ¡°extorsi¨®n¡± a la que quiso someterle. En su declaraci¨®n, el encargado dijo que Jordi amenaz¨® con ¡°fre¨ªrle¡± a redadas si no le pagaban. ¡°Me dijo que pag¨¢bamos 6.000 euros a un comisario. Le contest¨¦ que era mentira, pero insist¨ªa. Estaba descontrolado¡±.
La versi¨®n del inspector fue otra otra: con la reuni¨®n, solo buscaba saber qui¨¦n era el jefe que, presuntamente, cobraba por los chivatazos. El fiscal reprodujo conversaciones telef¨®nicas intervenidas, as¨ª como la grabaci¨®n de aquel encuentro en el que se escucha a Jordi pedir ¡°la mitad¡± de lo que reciben los jefes corruptos. Pese a la contundencia del documento sonoro, el inspector justific¨® esa negociaci¨®n: ¡°Si coges lo primero que te dan, pueden recelar de ti¡±, dijo antes de a?adir que ya hab¨ªa trabajado como infiltrado en dos organizaciones terroristas y en una banda de delincuentes comunes de origen rumano.
En el mismo hotel Plaza se produjo, poco despu¨¦s, una segunda reuni¨®n. La Guardia Civil, que ya estaba en alerta, deb¨ªa detener a Jordi tras una entrega ¡°controlada¡± de un sobre que conten¨ªa 3.000 euros en billetes de 500. El encargado del Saratoga afirm¨® que el inspector guard¨® el dinero en el bolsillo de la americana. ?ste, en cambio, replic¨® que lo dej¨® en la mesa ¡°sin tocarlo¡±. El caso es que ni ese segundo encuentro se grab¨® ni se recuper¨® jam¨¢s el sobre. Tras abandonar el hotel, el inspector huy¨® al verse perseguido por un veh¨ªculo. Y tambi¨¦n tuvo respuestas para esa actitud sospechosa: ¡°Un Mercedes azul deportivo no es un coche habitual de las fuerzas de seguridad¡±.
Jordi fue detenido y, desde entonces, la investigaci¨®n se ampli¨® hasta alcanzar a otros mandos policiales, como el comisario Luis G¨®mez o el inspector Abundio Navas. Este ¨²ltimo era el jefe directo de Jordi, que ayer le se?al¨® como jefe de la trama y le acus¨® de orquestar una ¡°campa?a¡± para apartarle de la polic¨ªa y seguir con sus pr¨¢cticas ilegales.
El encargado del Saratoga exculp¨® al resto de polic¨ªas que se sientan en el banquillo de los acusados. Con algunos lleg¨® a trabar una relaci¨®n de amistad, pero solo ¡°cuando dejaron de ser polic¨ªas¡±. El encargado admite que a dos de ellos ¡ªAndr¨¦s Otero e Ignacio Landa¡ª les regal¨® cestas de navidad ¡°con un par de botellas de vino y un queso Idiaz¨¢bal¡±. Sanz neg¨® que les pidiera informaci¨®n sobre redadas. El fiscal cree que s¨ª y sostiene que el intermediario de los pagos fue Manuel Guti¨¦rrez Carbajo, un oscuro confidente policial que figura en la causa como testigo. ¡°Era cliente habitual y amigo de los jefes. Se quedaba hasta tarde. M¨¢s de una vez lo tuve que llevar hasta casa, borracho, y acostarle en la cama¡±, relat¨® Sanz.
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