Berberechos a la ceniza
Las primeras lluvias torrenciales sepultan con una capa letal de ¡°chapapote de monte¡± La zona es banco marisquero situado a los pies del Olimpo Celta que ardi¨® este verano
El que nace en O Pindo aprende a orientarse por las piedras casi al tiempo que a caminar o a comer por su mano. Aqu¨ª todo lo marcan las rocas. Arriba, en A Moa, a 627 metros sobre el nivel del mar, y abajo, en la costa, donde las Pedras Camboas se?alan ahora, como l¨¢pidas que emergen de la marea, el lugar al que ha venido a desembocar, un mes despu¨¦s, la muerte del Olimpo Celta. El incendio que arras¨® m¨¢s de 2.500 hect¨¢reas, la totalidad de este paisaje ¨²nico, desde Caldebarcos hasta O ?zaro, se desplom¨® con las lluvias torrenciales que cayeron en las dos semanas pasadas y se empecina en engullir ahora, como una lengua gigante de lodo negro, otro de los tesoros del municipio de Carnota, el banco marisquero de A Berberecheira. La marisma es la imagen de la muerte incinerada sepultando con su peso plomizo todo lo que quedaba de vida a sus pies. Tras las lluvias, las mariscadoras bajaron a la playa para combatir la amenaza con el rastrillo, como les indic¨® la Conseller¨ªa de Mar. Trabajaron hasta el lunes pasado pero, con la marea muerta, acordaron quedarse en casa el resto de la semana.
Son ellas quienes siembran la almeja fina y conservan el banco, y ellas tambi¨¦n las que ahora intentan limpiar el manto de ceniza que asfixia el bivalvo en las m¨¢rgenes del r¨ªo Vadebois, que desagua entre las junqueras dividido en varios brazos, justo donde se levantan, lamidas por el viento salitroso, las Camboas. El lunes, con la marea viva, las mujeres conf¨ªan en que el mar les eche una mano, que al fin y al cabo, si le dan tiempo, igual que trae se lleva muchas cosas.
Escarvando con la mano en el fango negro, apelmazado, resbaladizo, se tarda mucho en encontrar la arena, y el marisco que se saca a¨²n puede salir vivo, pero lleno de ceniza, imposible de comercializar. La presidenta del colectivo, Elena Garc¨ªa, dice que hay zonas en las que el arrastre de vegetaci¨®n muerta y tierra calcinada ha acumulado ¡°una capa de hasta 25 cent¨ªmetros que parece cemento¡±. Ese grosor, seg¨²n las indicaciones que les han dado, impide que el marisco respire y es letal. Tambi¨¦n lo es la cantidad de agua dulce que ha bajado y permanece, atrapada en bolsas, impermeabilizadas por la ceniza, sin poder disolverse con el mar. La playa es muy grande, y el mal se concentra, por ahora, en la desembocadura, donde m¨¢s abunda la cr¨ªa. Las mariscadoras temen que estas p¨¦rdidas asesten un nuevo golpe al colectivo. De 28 que eran, ya solo quedan ocho trabajando, mano a mano con las 14 que sobreviven en Lira.
En una reuni¨®n en la Xunta con ambas cofrad¨ªas (las mariscadoras comparten plan de explotaci¨®n y trabajan juntas, en arenales de una y otra localidad, A Berberecheira y Porto Cubelo), los t¨¦cnicos de la Administraci¨®n les informaron de que ¡°hasta los cinco cent¨ªmetros de ceniza no hay problema¡±, pero a partir de ah¨ª, la vida se va complicando para la almeja, el berberecho y todo ser vivo que habite la arena. ¡°Cuando esta capa llega a los 20 cent¨ªmetros¡±, indica Mercedes D¨ªaz, secretaria del p¨®sito de O Pindo, ¡°sepulta y mata todo¡±. Despu¨¦s de que una bi¨®loga de la cofrad¨ªa enviase a la conseller¨ªa una serie de im¨¢genes que denunciaban el da?o en la marisma y ante las inminentes nuevas borrascas que se aproximaban a Galicia, la Xunta convoc¨® una segunda reuni¨®n el jueves pasado en Carnota.
El r¨ªo Vadebois es como un tobog¨¢n de agua que baja directamente del Monte Pindo, ahora tan empobrecido y pelado que su nombre local, O Pedreghal, est¨¢ m¨¢s justificado que nunca. Si la madrugada del 12 de septiembre el fuego provocado en Cima da Arca prendi¨® primero en las poblaciones de Caldebarcos, Panch¨¦s y Quilmas, para luego avanzar en direcci¨®n al n¨²cleo de O Pindo, ahora el nuevo desastre, consecuencia del anterior, tambi¨¦n empieza por el mismo lado. En Caldebarcos, las llamas entraron por sorpresa y sus desprevenidos moradores no pudieron hacer m¨¢s que defender con mangueras sus viviendas. Cuando el fuego lo arras¨® todo y de madrugada alcanz¨® el pueblo de O Pindo, las brigadas forestales se hab¨ªan multiplicado, desalojaban casas, prend¨ªan contrafuegos y lograron salvar la vegetaci¨®n de la falda del monte m¨¢s pr¨®xima a las viviendas. Ahora esa escueta fronda sirve de barrera y ayuda a proteger las casas de O Pindo de la riada. Pero en Caldebarcos no queda nada. Los troncos quemados se acumularon, retenidos, en los puentes del Vadebois, camino de San Cibr¨¢n, y el resto de la inmundicia atraves¨® la carretera general y acab¨® en la costa.
En la p¨¢gina web de la Asociaci¨®n Monte Pindo Parque Natural se pueden ver fotos tomadas en los d¨ªas de las trombas de nunca acabar. Domicilios inundados de agua negra, la riada bajando por las calles, saltando desniveles convertida en cascada de color marr¨®n, y haci¨¦ndole la competencia a la de ?zaro al precipitarse directamente al mar desde un acantilado. Los vecinos (el colectivo supera ya el centenar de personas) que reclaman sin ¨¦xito a la Xunta, desde hace tres a?os, la declaraci¨®n de parque natural para este fragmento de la Red Natura, ha bautizado el barro que baja sin obst¨¢culos desde O Pindo como ¡°chapapote de monte¡±.
Poco m¨¢s de una d¨¦cada pas¨® desde que el chapapote de mar, procedente del Prestige, ti?¨® de luto esta misma costa. Para combatir el nuevo desastre medioambiental y tratar de resucitar esta naturaleza difunta, la asociaci¨®n puso en marcha una campa?a de voluntariado, y precisamente eligi¨® este viernes de los muertos para empezar a trabajar sobre el terreno. La iniciativa se llama SOS Monte Pindo, y ellos dicen que lo de SOS va con doble sentido: porque piden auxilio a la sociedad y porque se encuentran ¡°solos¡±, con un Gobierno gallego que sigue neg¨¢ndoles, a pesar de todo, la protecci¨®n reclamada para O Pedreghal, adem¨¢s de la declaraci¨®n de zona catastr¨®fica. Mario Maceiras, portavoz de la asociaci¨®n, critica que todo lo que ha hecho la Xunta hasta el momento es ¡°puro parip¨¦¡±. ¡°Cuando vino el helic¨®ptero a lanzar pacas de paja no fue para prevenir la erosi¨®n, sino para la foto de la prensa: hicimos el c¨¢lculo, y solo cubrieron el 0,16%, es decir, cuatro hect¨¢reas, de la superficie devastada¡±.
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