El portazo no es una opci¨®n
El rechazo de la Casa Real a recibir a Carme Forcadell, lo que en ¨²ltimo t¨¦rmino no dejaba de ser un gesto de deferencia pol¨ªtica, tiene algo de bronco
La hermen¨¦utica de las intervenciones reales es siempre cosa complicada, por no decir misteriosa. El hecho de que el margen efectivo de actuaci¨®n que le concede nuestra Constituci¨®n al Jefe del Estado resulte extremadamente limitado y confina sus intervenciones casi en exclusiva a la esfera de lo simb¨®lico, ¨¢mbito en el que sus gestos y palabras suelen ser objeto de sesudas interpretaciones. Lo cierto es que, en lo que lleva de reinado, el actual Monarca se ha caracterizado, como por otro lado resultaba poco menos que inevitable, por mantener una t¨®nica de prudencia y discreci¨®n, haciendo caso omiso a las invitaciones a una actuaci¨®n m¨¢s resuelta que le llegaban desde algunos sectores presuntamente muy afines a la Corona.
Dicha t¨®nica pareci¨® romperse el lunes, cuando la Casa del Rey notific¨® su rechazo a recibir a la presidenta del Parlament. Aunque se haya alegado que esa recepci¨®n era una mera costumbre del pasado, sin car¨¢cter preceptivo, lo cierto es que el rechazo a lo que en ¨²ltimo t¨¦rmino no dejaba de ser un gesto de deferencia pol¨ªtica tiene algo de bronco, de abrupto, y evoca un estilo m¨¢s propio del partido en el Gobierno que de la Casa del Rey.
La negativa llama la atenci¨®n porque el momento aconsejaba extremar el cuidado, medir casi al mil¨ªmetro ese tipo de gestos. Adem¨¢s, por una vez, los pol¨ªticos parec¨ªan decididos a hacer las cosas bien. As¨ª, los partidos de oposici¨®n catalanes, con criterios impecablemente democr¨¢ticos, lo que m¨¢s le observaron al candidato a president fue el peligro de dejar fuera del debate pol¨ªtico a la mitad de la C¨¢mara que supon¨ªa el acuerdo entre Junts pel S¨ª y la CUP, al tiempo que le tend¨ªan la mano para colaborar en cuestiones que, al margen del proc¨¦s, pudieran afectar a la ciudadan¨ªa de Catalu?a.
Tal vez algunos, en la distancia, hicieron demasiado caso del ruido ambiental que les llegaba desde aqu¨ª y se precipitaron a interpretar todo lo que estaba pasando el fin de semana bajo la misma clave de confrontaci¨®n que ha dominado el escenario pol¨ªtico catal¨¢n en los ¨²ltimos tiempos. Les hubiera convenido algo de sosiego y concederse un poco de tiempo. Seguro que ahora, pasados tres d¨ªas y viendo c¨®mo la versi¨®n casi heroica de la retirada de Mas va siendo reemplazada por la de una pura y simple espant¨¢, ven las cosas de otra manera. Y seguro que cambiar¨ªan su recomendaci¨®n al Jefe del Estado y le sugerir¨ªan que recibiera a Forcadell porque, a fin de cuentas, su visita no dejaba de ser un gesto de reconocimiento institucional de la autoridad del Rey y, por tanto, del orden constitucional vigente.
Manuel Cruz es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea
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